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Nehemías 8:9 - Biblia Castilian 2003

9 Nehem as, que era el gobernador, y Esdras, sacerdote y escriba, y los levitas que instru an al pueblo, dijeron a todo el pueblo: 'Este d a está consagrado a Yahveh, vuestro Dios. No hagáis duelo ni lloréis'. Pues todo el pueblo lloraba al o r las palabras de la ley.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Y Nehemías el gobernador, y el sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que hacían entender al pueblo, dijeron a todo el pueblo: Día santo es a Jehová nuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis; porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Luego Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que interpretaban para el pueblo dijeron: «¡No se lamenten ni lloren en un día como este! Pues hoy es un día sagrado delante del Señor su Dios». Pues todo el pueblo había estado llorando mientras escuchaba las palabras de la ley.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 En esa ocasión, su excelencia Nehemías y el sacerdote escriba Esdras, junto con los levitas que instruían al pueblo, le dijeron a éste: '¡Este es un día santo para Yavé nuestro Dios! ¡No estén tristes! ¡No lloren!' Pues todo el pueblo estaba llorando mientras oía las palabras de la ley.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Y mientras escuchaba las palabras de la Ley, todo el pueblo lloraba; entonces Nehemías, el gobernador, y Esdras, sacerdote y escriba, y los levitas que hacían entender al pueblo, dijeron a todo el pueblo: Hoy es día santo para YHVH vuestro Dios; no os lamentéis ni lloréis.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Nehemías, que era el gobernador, y Esdras, sacerdote y escriba, y los levitas que instruían al pueblo, dijeron a todo el pueblo: 'Este día está consagrado a Yahveh, vuestro Dios. No hagáis duelo ni lloréis'. Pues todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la ley.

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Nehemías 8:9
30 Referans Kwoze  

Cuando el rey oyó las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestiduras


'Por haberse conmovido tu corazón y por haberte humillado tú ante Yahveh al o r lo que he pronunciado contra este lugar y sus habitantes, que se han de convertir en objeto de desolación y maldición, y por haber rasgado tus vestiduras y llorado en mi presencia, yo también te he escuchado. ¡Oráculo de Yahveh!


Durante mucho tiempo, Israel estará sin verdadero Dios, sin sacerdote, que lo ense e y sin ley.


Por su parte, Ezequ as habló cordialmente a todos los levitas, que tan buena disposición al servicio de Yahveh hab an mostrado. Durante la fiesta de los siete d as comieron de los sacrificios de comunión ofrecidos y alabaron a Yahveh, Dios de sus padres.


Cuando el rey oyó las palabras de la ley, rasgó sus vestiduras


'Id a consultar a Yahveh por m, por el resto de Israel y de Judá acerca de las palabras del libro que ha sido hallado, pues grande debe de ser la cólera de Yahveh que se ha encendido contra nosotros, porque nuestros padres no guardaron la palabra de Yahveh ni la pusieron por obra, conforme a todo lo que está escrito en este libro'.


Dijo a los levitas encargados de instruir a todo Israel que estaban consagrados a Yahveh: 'Colocad el arca santa en el templo que edificó Salomón, hijo de David, rey de Israel, pues ya no tenéis que llevarla sobre los hombros. Ahora servid a Yahveh, vuestro Dios, y a su pueblo, Israel.


y el gobernador les ordenó que no comieran de las cosas consagradas hasta que un sacerdote consultara por medio de los urim y tummim.


Ésta es la copia de la carta que entregó el rey Artajerjes al sacerdote y escriba Esdras, versado en las palabras y mandamientos de Yahveh y en las leyes dadas por él a Israel:


Por todo lo antedicho, nosotros hacemos ahora y consignamos por escrito una firme promesa. En el documento sellado figuran nuestros jefes, nuestros levitas y nuestros sacerdotes.


Vivieron en tiempos de Joaqu n, hijo de Josué, hijo de Josadac, y en tiempos del gobernador Nehem as y del sacerdote y escriba Esdras.


y el gobernador les ordenó que no comieran de las cosas consagradas hasta que un sacerdote consultara por medio de los urim y tummim.


Algunos de los cabezas de familia dieron para el tesoro de la obra veinte mil dáricos de oro y dos mil doscientas minas de plata.


As, pues, el d a primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo la ley ante la asamblea, compuesta de hombres, de mujeres y de todos los que ten an uso de razón.


Hay tiempo de llorar y tiempo de re r. Hay tiempo de gemir, y tiempo de bailar.


para alegrar a los enlutados de Sión; para darles corona en vez de ceniza, óleo de alegr a en vez de luto, canto de alabanza en vez de apocamiento. Se les llamará terebintos de justicia, plantación de Yahveh para gloria suya.


Perece mi pueblo por falta de sabidur a. Porque tú has rechazado la sabidur a, yo te rechazaré de mi sacerdocio. Porque tú te has olvidado de la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.


'Di a los israelitas: el séptimo mes, el d a primero del mes, será para vosotros de reposo completo, con llamamiento al son de las trompetas. Será una asamblea santa.


Todav a hacéis otra cosa: cubr s de lágrimas el altar de Yahveh, de lloros y gemidos, porque él ya no se interesa por la oblación ni la acepta de vuestras manos con agrado.


porque por las obras de la ley nadie será justificado ante él, ya que la ley sólo lleva a más conocimiento del pecado.


Hubo un tiempo en que yo viv a sin ley; pero, en llegando el mandamiento, revivió el pecado,


Y os regocijaréis delante de Yahveh, vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos, vuestras hijas, vuestros siervos y vuestras siervas, y el levita que está dentro de vuestras ciudades, ya que él no ha recibido parte ni heredad con vosotros.


All comeréis en presencia de Yahveh, vuestro Dios, y os regocijaréis, vosotros y vuestras familias, por todo lo que vuestras manos han ganado y lo que te haya aportado la bendición de Dios.


Te alegrarás en presencia de Yahveh, tu Dios, tú, tu hijo y tu hija, tu siervo, tu sierva y el levita que habite dentro de tus ciudades, el extranjero, el huérfano y la viuda que habiten en medio de ti, en el lugar que habrá escogido Yahveh, tu Dios, para que more all su nombre.


Nada de ello he comido cuando estaba de duelo; no he consumido nada que fuera impuro; no he ofrecido nada al muerto. He obedecido la voz de Yahveh, mi Dios, y me he comportado en todo como tú me has mandado.


Reconoced vuestra miseria; lamentaos y llorad. Que vuestra risa se convierta en lamento, y vuestra alegr a en tristeza.


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