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Nehemías 2:19 - Biblia Castilian 2003

19 Cuando Sanbalat, el joronita, y Tob as, el siervo amonita, y Guese, el árabe, lo supieron, se rieron de nosotros y nos despreciaron diciendo: 'Qué estáis haciendo? ¿Es que os rebeláis contra el rey?'.

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Biblia Reina Valera 1960

19 Pero cuando lo oyeron Sanbalat horonita, Tobías el siervo amonita, y Gesem el árabe, hicieron escarnio de nosotros, y nos despreciaron, diciendo: ¿Qué es esto que hacéis vosotros? ¿Os rebeláis contra el rey?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Sin embargo, cuando Sanbalat, Tobías y Gesem el árabe se enteraron de nuestro plan, se burlaron con desprecio. —¿Qué están haciendo? —preguntaron—. ¿Se rebelan contra el rey?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Cuando Sambalat el horonita, Tobías, el funcionario amonita, y Guesén el árabe supieron eso se burlaban de nosotros. Nos miraban con desprecio: '¿Qué están haciendo, nos decían, acaso quieren rebelarse contra el rey?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Pero cuando Sanbalat horonita, y Tobías, el siervo amonita, y Gesem el árabe,° lo oyeron, se burlaron de nosotros y nos dijeron despectivamente: ¿Qué estáis haciendo vosotros? ¿Acaso os rebeláis contra el rey?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Cuando Sanbalat, el joronita, y Tobías, el siervo amonita, y Guese, el árabe, lo supieron, se rieron de nosotros y nos despreciaron diciendo: 'Qué estáis haciendo? ¿Es que os rebeláis contra el rey?'.

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Nehemías 2:19
22 Referans Kwoze  

Uno de los hijos de Joadá, hijo del sumo sacerdote Eliasib, era yerno de Sanbalat, el joronita, y lo arrojé de mi lado.


Al enterarse de ello Sanbalat, el joronita, y Tob as, el siervo amonita, les pareció muy mal que hubiera llegado alguien para procurar el bien a los israelitas.


Cuando Sanbalat y Tob as, los árabes, los amonitas y los de Asdod supieron que progresaba la restauración de las murallas de Jerusalén, y que hab an empezado a cerrarse las brechas, se irritaron sobremanera,


En ella hab a escrito: 'Corre el rumor entre esta gente - y Guesen lo confirma - de que tú y los jud os pensáis rebelaros, y que por eso estás reconstruyendo la muralla. Según estas noticias, tú ser as su rey.


En realidad, lo que todos ellos intentaban era infundirnos miedo, porque pensaban: 'Sus manos desistirán de la obra, y no se llevará a cabo'. Pero yo me reafirmé más todav a.


Y ahora se r en de m los que tienen menos a os que yo, a cuyos padres yo consideraba indignos de figurar al frente de los perros de mi grey.


Bastante se ha saciado nuestra alma de las burlas del holgado, de las afrentas del soberbio.


Nos hemos convertido en escarnio de vecinos, irrisión y ludibrio para los que nos rodean.


Tú nos das a comer un pan de llanto y a beber mares de lágrimas.


Tú nos haces burla de vecinos, los enemigos se mofan de nosotros.


Tú crees que las meras palabras de los labios son consejo y fuerza para la guerra. Ahora bien, ¿en quién conf as para que rebelarte contra m ?


Siempre que hablo, tengo que gritar: ¡violencia y opresión! Esto es lo que proclamo. La palabra de Yahveh me resulta oprobio y escarnio todo el d a.


Después Ismael hizo prisioneros a todo el resto de la población que hab a en Mispá, a las hijas del rey y a toda la población que hab a quedado en Mispá y que Nebuzardán, jefe de la escolta, hab a confiado a Godol as, hijo de Ajicán. Tras hacerlos prisioneros, Ismael, hijo de Netan as, se puso en camino para pasar a los amonitas.


dijo: 'Retiraos; que la ni a no ha muerto, sino que está durmiendo'. Y se burlaban de él.


Y se burlaban de él. Pero él, echando a todos fuera, toma consigo al padre y a la madre de la ni a y a los que hab an ido con él, y entra a donde estaba la ni a.


Y comenzaron a acusarlo: 'Hemos encontrado a este hombre, que pervierte a nuestro pueblo prohibiendo pagar los tributos al César y diciendo que él es Cristo rey'.


Desde entonces Pilato intentaba soltarlo. Pero los jud os continuaron gritando: 'Si sueltas a éste, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey se opone al César'.


Hemos descubierto que éste es un hombre pest fero y promotor de tumultos entre todos los jud os dispersos por el mundo, como cabecilla de la secta de los nazarenos.


Hubo quienes sufrieron prueba de ultrajes y de azotes, e incluso de cadenas y de cárcel.


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