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Lucas 9:28 - Biblia Castilian 2003

28 Unos ocho d as después de estos discursos, tomó consigo a Pedro, a Juan y a Santiago y subió al monte para orar.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

28 Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 Cerca de ocho días después, Jesús llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a una montaña para orar.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 Unos ocho días después de estos discursos, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan y subió a un cerro a orar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 Como ocho° días después de estas palabras, sucedió que° tomando a Pedro, a Juan y a Jacobo, subió al monte a orar.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 Unos ocho días después de estos discursos, tomó consigo a Pedro, a Juan y a Santiago y subió al monte para orar.

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Lucas 9:28
18 Referans Kwoze  

Como pago a mi amor, ellos me acusan, mientras yo por ellos suplicaba;


Después de despedirlo, subió al monte para orar a solas. Al anochecer, estaba all él solo.


Cuando vio aquella muchedumbre, subió al monte, se sentó y se le acercaron sus disc pulos.


Por la ma ana, muy temprano, antes de amanecer, se levantó, salió, se fue a un lugar solitario y se quedó all orando.


Después de despedirse de ellos, se retiró al monte para orar.


Mientras se bautizaba todo el pueblo y Jesús, ya bautizado, estaba en oración, se abrió el cielo,


Él, sin embargo, se retiraba a lugares deshabitados y oraba.


Por aquellos d as, salió hacia el monte para orar y pasó la noche en oración ante Dios.


Llegó a la casa y no permitió que nadie entrara con él, fuera de Pedro, Juan y Santiago, además del padre y la madre de la ni a.


Subió Jesús al monte y se sentó all con sus disc pulos.


Voy a visitaros por tercera vez. La causa debe apoyarse en el testimonio de dos o tres testigos.


Cristo, en los d as de su vida mortal, presentó, a gritos y con lágrimas, oraciones y súplicas al que pod a salvarlo de la muerte, y fue escuchado en atención a su piedad reverencial.


Pues os dimos a conocer el poder y la parus a de nuestro Se or Jesucristo, no siguiendo sutiles mitos, sino en cuanto testigos oculares de su grandeza.


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