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Lucas 7:37 - Biblia Castilian 2003

37 Y en esto, una mujer pecadora que hab a en la ciudad, al saber que él estaba comiendo en la casa del fariseo, llevó consigo un frasco de alabastro lleno de perfume,

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Biblia Reina Valera 1960

37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

37 Cuando cierta mujer de mala vida que vivía en la ciudad se enteró de que Jesús estaba comiendo allí, llevó un hermoso frasco de alabastro lleno de un costoso perfume.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

37 En aquel pueblo había una mujer conocida como una pecadora; al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, tomó un frasco de perfume, se colocó detrás de él, a sus pies,

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La Biblia Textual 3a Edicion

37 Y he aquí una mujer que era pecadora en la ciudad, al enterarse de que estaba reclinado a la mesa en la casa del fariseo, llevó un frasco° de alabastro lleno° de perfume,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

37 Y en esto, una mujer pecadora que había en la ciudad, al saber que él estaba comiendo en la casa del fariseo, llevó consigo un frasco de alabastro lleno de perfume,

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Lucas 7:37
18 Referans Kwoze  

¿Cuál de los dos cumplió la voluntad del padre?'. Responden: 'El segundo'. D celes Jesús: 'Os aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que vosotros al reino de Dios.


En cambio, el publicano se quedó a distancia y ni siquiera se atrev a a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: '¡Oh Dios! Ten misericordia de m, que soy pecador'.


Al ver esto, todos murmuraban, comentando que hab a ido a hospedarse en casa de un pecador.


Los fariseos y sus escribas murmuraban y dec an a los disc pulos: '¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?'.


no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan'.


Llegó el Hijo del hombre, que come y que bebe, y dec s: 'Éste es hombre comilón y bebedor, amigo de publicanos y pecadores'.


Cierto fariseo le invitó a comer. Entró, pues, Jesús en la casa del fariseo y se puso a la mesa.


Mar a era la que ungió al Se or con perfume y le enjugó los pies con sus cabellos. Lázaro, el que hab a ca do enfermo, era su hermano.


Llamaron por segunda vez al hombre que hab a sido ciego y le dijeron: 'Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador'.


Sabemos que Dios no escucha a los pecadores; sino que al hombre temeroso de Dios y cumplidor de su voluntad, a ése es a quien escucha.


Pero prueba del amor que Dios nos tiene es que, siendo nosotros aún pecadores, Cristo murió por nosotros.


He aqu una afirmación digna de crédito y de plena aceptación: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales soy yo el primero.


o sea, teniendo en cuenta que la ley no ha sido instituida para el justo, sino para prevaricadores y rebeldes, para imp os y pecadores, para profanadores y sacr legos, para parricidas y matricidas, para homicidas,


Y si el justo a duras penas se salva, ¿dónde podrá presentarse el imp o y pecador?


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