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Jueces 9:15 - Biblia Castilian 2003

15 Y la zarza respondió a los árboles: 'Si de verdad me queréis ungir para que reine sobre vosotros, venid a refugiaros bajo mi sombra; de lo contrario, saldrá fuego de la zarza y devorará los cedros del L bano''.

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Biblia Reina Valera 1960

15 Y la zarza respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 Y el espino les respondió a los árboles: “Si realmente quieren que yo sea su rey, vengan a refugiarse bajo mi sombra. Si no, que salga fuego de mí y consuma los cedros del Líbano”».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Y la zarza espinosa respondió a los árboles: 'Si realmente quieren hacerme rey y que los mande, vengan y quédense bajo mi sombra. Si no, saldrá fuego de la zarza espinosa y devorará hasta el cedro del Líbano.

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 Y la zarza dijo a los árboles: ¡Si en verdad queréis ungirme por rey sobre vosotros, venid a refugiaros bajo mi sombra! De lo contrario, saldrá fuego de la zarza y devorará los cedros del Líbano.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 Y la zarza respondió a los árboles: 'Si de verdad me queréis ungir para que reine sobre vosotros, venid a refugiaros bajo mi sombra; de lo contrario, saldrá fuego de la zarza y devorará los cedros del Líbano''.

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Jueces 9:15
19 Referans Kwoze  

Joás, rey de Israel, envió a Amas as, rey de Judá, esta respuesta: 'El cardo del L bano mandó a decir al cedro del L bano: 'Dame tu hija para esposa de mi hijo'. Pero pasaron las bestias salvajes del L bano y pisotearon al cardo'.


Los árboles augustos se saturan y los cedros del L bano, plantados,


Una voz: el Se or quiebra los cedros, quiebra Yahveh los cedros en el L bano,


Será como estopa el hombre robusto y su obra, chispa; arderán a una los dos sin que nadie los apague.


contra todos los cedros del L bano, los más altos y más elevados, contra todas las encinas de Basán;


Bajan a Egipto, sin consultar mi oráculo, para refugiarse en la protección del Faraón, para cobijarse a la sombra de Egipto.


Por boca de tus mensajeros has escarnecido a mi Se or y has dicho: con la multitud de mis carros he subido a las cumbres de los montes, a las cimas del L bano. He talado sus más altos cedros, sus más escogidos cipreses. Penetré en sus lugares más remotos, en sus más frondosos bosques.


Nuestro aliento vital, el ungido de Yahveh, Res fue atrapado en sus fosos: aquel de quien dec amos: 'A su sombra viviremos entre las naciones'.


Salió fuego de uno de sus vástagos que devoró sarmientos y frutos. No queda en ella vástago robusto, cetro que pueda reinar'.' Es una eleg a y se canta como eleg a.


He aqu un cedro del L bano de hermoso ramaje, un bosque de sombra de elevada talla; hasta las nubes se elevaba su copa.


Dejad sólo en la tierra el tocón y las ra ces, atado con cadenas de hierro y de bronce, entre la hierba de los campos; que se empape del roc o del cielo, y comparta con las bestias el forraje.


Se extenderán sus reto os, será su esplendor como el del olivo y su aroma como el del L bano.


Porque fuego salió de Jesbón, llama de la ciudad de Sijón, que ha devorado a Ar Moab, a los baales de las alturas del Arnón.


con ser la más peque a de todas las semillas, cuando crece es la mayor de las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que los pájaros del cielo pueden venir y anidar en sus ramas'.


Dijeron entonces los árboles todos a la zarza: '¡Ven tú, y reina sobre nosotros!'.


'Ahora bien, ¿habéis procedido con verdad y con rectitud al elegir rey a Abimélec? ¿Os habéis portado bien con Yerubaal y con su casa? ¿Lo habéis tratado conforme a los méritos de sus hechos?


Pero, si no es as, que salga fuego de Abimélec y devore a los principales de Siquén y de Bet Miló, y que salga fuego de los principales de Siquén y de Bet Miló y devore a Abimélec.'


Abimélec y su grupo atacaron y tomaron posiciones a la entrada de la puerta de la ciudad, mientras los otros dos grupos cargaron contra todos los que estaban en el campo y los derrotaron.


Y toda la gente cortó cada uno una rama, siguieron tras de Abimélec, echaron las ramas sobre la cripta y le prendieron fuego. As perecieron todos los que estaban en la torre de Siquén: unas mil personas entre hombres y mujeres.


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