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Jueces 7:22 - Biblia Castilian 2003

22 Mientras los trescientos hombres tocaban las trompetas, Yahveh hac a que, en el campamento, unos volvieran las espadas contra otros; y todos los del campamento huyeron hasta Bet Hasitá, hacia Sarerá, hasta la ribera de Abel Mejolá, frente a Tabat.

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Biblia Reina Valera 1960

22 Y los trescientos tocaban las trompetas; y Jehová puso la espada de cada uno contra su compañero en todo el campamento. Y el ejército huyó hasta Bet-sita, en dirección de Zerera, y hasta la frontera de Abel-mehola en Tabat.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

22 Cuando los trescientos israelitas tocaron los cuernos de carnero, el Señor hizo que los guerreros del campamento pelearan entre sí con sus espadas. Los que quedaron con vida huyeron a lugares tan lejanos como Bet-sita, cerca de Zerera, y hasta la frontera de Abel-mehola, cerca de Tabat.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 Mientras seguían tocando el cuerno, Yavé hizo que en el campamento cada uno dirigiera su espada contra su hermano. Huyeron todos hasta Bet-ha-sita, para el lado de Sartán, y hasta la orilla de Abel Mejola frente a Tabat.

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 Pues cuando hicieron resonar los trescientos shofares, YHVH hizo que la espada de cada uno se volviera° contra su compañero en todo el campamento. Y el campamento huyó hasta Bet-sita, en dirección de Zerera, hasta el límite de Abelmehola, cerca de Tabat.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 Mientras los trescientos hombres tocaban las trompetas, Yahveh hacía que, en el campamento, unos volvieran las espadas contra otros; y todos los del campamento huyeron hasta Bet Hasitá, hacia Sarerá, hasta la ribera de Abel Mejolá, frente a Tabat.

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Jueces 7:22
18 Referans Kwoze  

También ungirás a Jehú, hijo de Nums, por rey de Israel. Y a Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá, lo ungirás como profeta en lugar tuyo.


Baaná, hijo de Ajilud, ten a Taanac, Meguidó y hasta más allá de Yocmeán, y todo Betsán, por debajo de Yizreel, desde Betsán hasta Abel Mejolá, que está junto a Sartán;


En efecto, los amonitas y los moabitas se pusieron contra los habitantes del monte Se r y los entregaron al anatema y al exterminio; y cuando hubieron acabado con los habitantes de Se r, ellos mismos se destruyeron mutuamente.


Con ellos va también unido Asur, dando la mano a los vástagos de Lot. Selah


Azuzaré a Egipto contra Egipto, pelearán unos contra otros, éstos contra aquéllos, ciudad contra ciudad, reino contra reino.


Porque el yugo de su carga, la vara de su hombro, el bastón de su opresor los rompiste como en el d a de Madián.


Porque toda bota que pisa con estrépito y el manto empapado de sangre serán combustible, pasto del fuego.


Llamaré contra él la espada por todas mis monta as - oráculo del Se or Yahveh. Volverán la espada unos contra otros.


Traspasas con tus saetas la cabeza de sus guerreros, se dispersan como torbellino todas sus tropas cuando se dispon an, triunfantes, a devorar en secreto a un desvalido.


derribaré los tronos de los reinos y destruiré el poder de los reinos de las naciones; volcaré el carro y a quien le monta: caerán por tierra los caballos y sus jinetes, cada uno por la espada de su hermano.


Aquel d a se desplomará sobre ellos un gran pánico enviado por Yahveh: si uno toma por la mano a su compa ero, éste alzará la mano contra él.


Pero este tesoro lo llevamos en vasos de barro, para que se vea que este extraordinario poder es de Dios y no de nosotros.


las aguas que bajaban de arriba se detuvieron y alzaron, formando un embalse de gran extensión que llegaba hasta la ciudad de Adán, que está al lado de Sartán, y las que bajaban al mar de la Arabá, el mar de la Sal, quedaron totalmente cortadas, y as el pueblo pasó frente a Jericó.


Al dar la séptima vuelta tocaron los sacerdotes las trompetas y Josué dijo al pueblo: '¡Lanzad el grito de guerra, porque Yahveh os entrega la ciudad!


Lanzó, pues, el pueblo el grito de guerra y sonaron las trompetas. Justamente cuando el pueblo oyó el sonido de las trompetas y lanzó el grito de guerra con gran estrépito, se desplomó la muralla sobre s misma; el pueblo escaló la ciudad, cada uno desde la posición en que se encontraba, y se apoderaron de ella.


Siete sacerdotes llevarán las siete trompetas de cuerno de carnero delante del arca. El séptimo d a daréis siete vueltas en torno a la ciudad, mientras los sacerdotes tocarán las trompetas.


Pero cuando llegó el momento de entregar a Merab, la hija de Saúl, a David, fue dada por esposa a Adriel de Mejolá.


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