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Jueces 6:3 - Biblia Castilian 2003

3 Cuando Israel hac a la siembra, sub an contra él los madianitas, los amalecitas y los hijos de oriente,

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Biblia Reina Valera 1960

3 Pues sucedía que cuando Israel había sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente contra ellos; subían y los atacaban.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Cada vez que los israelitas sembraban sus cultivos, venían saqueadores de Madián, de Amalec y del pueblo del oriente, y atacaban a Israel.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Cuando Israel sembraba, Madián hacía una incursión junto con Amalec y los hijos de Oriente.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Porque sucedía que cuando los de Israel acababan de sembrar, los madianitas venían con los amalecitas y con los hijos del oriente y subían contra ellos,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Cuando Israel hacía la siembra, subían contra él los madianitas, los amalecitas y los hijos de oriente,

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Jueces 6:3
25 Referans Kwoze  

Abrahán hizo donaciones a los hijos que hab a tenido de sus concubinas, pero, todav a en vida, los alejó de Isaac, su hijo, hacia el este, al pa s de oriente.


Jacob reanudó su camino y se dirigió a la tierra de los hijos de oriente.


Los israelitas, una vez revistados y avituallados, fueron a su encuentro. Los israelitas acamparon frente a ellos. Parec an dos reba os de cabras, mientras que los arameos llenaban la tierra.


La sabidur a de Salomón aventajaba a la de todos los hijos de oriente y a toda la sabidur a de Egipto.


Su hacienda se compon a de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas asnas. Contaba, además, con una numerosa servidumbre. Era el más rico entre todos los hijos de Oriente.


¡cómase otro lo que yo he sembrado y sean arrancados mis reto os!


Entonces se acercó Amalec y atacó a Israel en Refid n.


Se lanzarán sobre la espalda de los filisteos a occidente, juntos saquearán a los hijos de oriente; Edom y Moab serán presa de su mano, y los hijos de Amón serán sus vasallos.


Juró Yahveh por su diestra y por su brazo poderoso: 'No entregaré más tu grano como alimento a tus enemigos ni beberán extranjeros tu mosto, por el que te has fatigado.


Acerca de Quedar y los reinos de Jazor, que batió Nabucodonosor, rey de Babilonia. As dice Yahveh: 'Levantaos, subid contra Quedar, devastad a los hijos de Oriente.


Di a los amonitas: o d la palabra del Se or Yahveh. As dice el Se or Yahveh: por haber dicho '¡Qué bien!', cuando mi santuario era profanado, el pa s de Israel era devastado y la casa de Judá iba al destierro,


por eso yo te entregaré en posesión de los hijos de oriente, los cuales asentarán en ti sus campamentos y plantarán en ti sus tiendas; se comerán tus frutos y se beberán tu leche.


entonces yo haré con vosotros lo siguiente: os enviaré el terror, la consunción y la fiebre, que os apagarán la vista y os agotarán el aliento. Sembraréis en balde vuestra semilla, pues serán vuestros enemigos quienes se la comerán.


Sembrarás, pero no segarás; prensarás la oliva, pero no te ungirás con aceite, pisarás la uva, pero no beberás el vino.


Él se comerá las cr as de tus ganados y los productos de tu suelo hasta que perezcas; no te dejará trigo, ni mosto, ni aceite, ni partos de tus vacas, ni cr as de tus ovejas, hasta destruirte.


los sidonios, los amalecitas y los madianitas? Y cuando clamasteis a m, ¿no os libré yo de sus manos?


Congregó Eglón en torno suyo a los amonitas y los amalecitas y partió contra Israel, lo derrotó y conquistó la ciudad de las Palmeras.


Como la mano de Madián pesaba demasiado duramente sobre Israel, los israelitas, por librarse de ella, tuvieron que refugiarse en las hendiduras de los montes, en cuevas y lugares de dif cil acceso.


Concentráronse todos los madianitas, los amalecitas y los hijos de oriente, pasaron el Jordán y acamparon en la llanura de Yizreel.


acampaban frente a ellos y devastaban los productos de la región hasta cerca de Gaza; no dejaban en Israel v veres, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos.


Los madianitas, los amalecitas y todos los hijos de oriente hab an ca do sobre el valle, numerosos como langostas, y sus camellos eran innumerables, como las arenas de las orillas del mar.


Zébaj y Salmuná se hallaban en Carcor con su ejército, unos quince mil hombres, cuantos supervivientes quedaban de todo el ejército de los hijos de oriente, pues hab an ca do ciento veinte mil hombres capaces de empu ar la espada.


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