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Jueces 16:24 - Biblia Castilian 2003

24 Y al verlo el pueblo, alababa a su dios, diciendo: 'Nuestro dios ha entregado en nuestras manos a nuestro enemigo, al que devastaba nuestro pa s y multiplicaba nuestros muertos'.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

24 Y viéndolo el pueblo, alabaron a su dios, diciendo: Nuestro dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo, y al destruidor de nuestra tierra, el cual había dado muerte a muchos de nosotros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Cuando el pueblo vio a Sansón, también alabó a su dios diciendo: «¡Nuestro dios nos ha entregado a nuestro enemigo! ¡El que mató a tantos de nosotros ahora está en nuestro poder!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 La gente del pueblo lo vio y alababan a su dios diciendo: 'Nuestro dios puso en nuestras manos a nuestro enemigo, que desolaba el país y dejaba tantos muertos entre nosotros'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Y cuando lo vio el pueblo, alabó a su dios, porque decían: ¡Nuestro dios ha entregado en nuestra mano A nuestro enemigo, Al que devastaba nuestro territorio, Y multiplicaba nuestras víctimas!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Y al verlo el pueblo, alababa a su dios, diciendo: 'Nuestro dios ha entregado en nuestras manos a nuestro enemigo, al que devastaba nuestro país y multiplicaba nuestros muertos'.

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Jueces 16:24
14 Referans Kwoze  

Lo despojaron y se llevaron su cabeza y sus armas; y enviaron emisarios por todo el pa s de los filisteos para comunicar la buena nueva a sus dolos y al pueblo.


Sonrójanse los que adoran simulacros, los que cifran su gloria en falsos dioses: ante él los dioses todos se prosternan.


Pero ahora, oh Yahveh, Dios nuestro, sálvanos de su mano para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, oh Yahveh, eres Dios'.


Pero por consideración a mi nombre actué para que no fuera profanado a los ojos de las naciones a la vista de las cuales los hab a sacado.


Te has alzado contra el Se or del cielo; has hecho que te trajeran los vasos de su casa, y habéis bebido vino en ellos tú y tus magnates, tus mujeres y tus concubinas; has venerado a los dioses de plata y de oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que no ven, ni oyen, ni entienden, y no has glorificado al Dios que tiene en su mano tu hálito vital y todos tus caminos.


Bebieron vino y alabaron a sus dioses de oro de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.


ofrece sacrificios a su red quema incienso a su nasa, pues por ellas es pingüe su porción y suculenta su comida.


si no temiera fomentar el furor del enemigo, si sus adversarios no lo interpretaran falsamente, si no se dijeran: ha prevalecido nuestra mano; no fue Yahveh quien hizo todo esto.


Los moradores de la tierra se alegrarán y regocijarán a costa de ellos y se enviarán mutuos regalos, porque estos dos profetas atormentaron a los moradores de la tierra'.


Cuando llegaba a Lej, los filisteos salieron gritando a su encuentro, pero entonces lo invadió el esp ritu de Yahveh y los cordeles con que ten a atados los brazos fueron como hilos de lino consumidos por el fuego, de modo que las ligaduras se deshicieron entre sus manos.


Sansón exclamó entonces: 'Con una quijada de asno bien los he golpeado, con una quijada de roc n he batido a mil hombres'.


Y les tundió piernas y muslos causándoles un gran estrago. Después se quedó a vivir en una quebrada de la pe a de Etán.


Y como sus corazones se sent an alegres dijeron: 'Llamad a Sansón para que nos divierta'. Trajeron a Sansón de la cárcel y les sirvió de diversión. Luego lo colocaron entre las columnas.


Le cortaron la cabeza, lo despojaron de sus armas y mandaron publicar la noticia por todo el pa s de los filisteos, en los templos de sus dolos y entre el pueblo.


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