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Josué 6:17 - Biblia Castilian 2003

17 La ciudad será dada como anatema en honor de Yahveh, ella y todo lo que hay en ella. Sólo quedará con vida Rajab, la meretriz, ella y los que con ella estén en casa, porque escondió a los emisarios que hab amos enviado.

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Biblia Reina Valera 1960

17 Y será la ciudad anatema a Jehová, con todas las cosas que están en ella; solamente Rahab la ramera vivirá, con todos los que estén en casa con ella, por cuanto escondió a los mensajeros que enviamos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Jericó y todo lo que hay en la ciudad deben ser destruidos por completo como una ofrenda al Señor. Solo se les perdonará la vida a Rahab, la prostituta, y a los que se encuentren en su casa, porque ella protegió a nuestros espías.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 La ciudad con todo lo que hay en ella será condenada al anatema, en honor de Yavé. Sólo se salvará Rahab la prostituta con todos los que estén con ella en su casa.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 La ciudad y todo lo que hay en ella será consagrada al exterminio como ofrenda a YHVH. Sólo Rahab la ramera vivirá, junto con todos los que estén en la casa con ella, porque escondió a los emisarios que enviamos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 La ciudad será dada como anatema en honor de Yahveh, ella y todo lo que hay en ella. Sólo quedará con vida Rajab, la meretriz, ella y los que con ella estén en casa, porque escondió a los emisarios que habíamos enviado.

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Josué 6:17
26 Referans Kwoze  

Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan. En ti serán bendecidos todos los linajes de la tierra'.


A todo aquel que no se presentara en el término de tres d as, conforme al acuerdo de los jefes y de los ancianos, se le confiscar an todos sus bienes y quedar a separado de la comunidad de los que hab an vuelto del destierro.


La espada de Yahveh chorrea sangre, grasienta como el sebo, sangre de corderos y cabritos, sebo de entra as de carneros. Pues Yahveh inmola un sacrificio en Bosrá, una gran matanza en el pa s de Edom.


Aquel d a es para el Se or Yahveh Sebaot d a de venganza para vengarse de sus enemigos. La espada se cebará, se saciará, se embriagará de su sangre, pues celebra un sacrificio el Se or Yahveh Sebaot en tierra del norte, junto al r o Éufrates.


'En cuanto a ti, hijo de hombre, as dice el Se or Yahveh: di a toda clase de aves y a todas las fieras salvajes: juntaos y venid, reun os de todas partes en torno a mi matanza, que voy a ofreceros una gran matanza sobre los montes de Israel. Comeréis carne y beberéis sangre:


Cuando ese campo quede libre el a o jubilar, será consagrado a Yahveh como campo de anatema, y su propiedad pasará al sacerdote.


¡Levántate y trilla, hija de Sión! Yo te daré cuernos de hierro. Haré de bronce tus pezu as, y triturarás pueblos numerosos. Consagrarás a Yahveh sus despojos, y sus riquezas al Se or de toda la tierra.


Y el rey les responderá: 'Os lo aseguro: todo lo que hicisteis con uno de estos hermanos más peque os, conmigo lo hicisteis'.


El que no ama al Se or, sea anatema. Marana tha.


sino un lenguaje de sabidur a misteriosa de Dios, la que estaba oculta y que Dios destinó desde el principio para nuestra gloria;


En efecto, todos los que proceden de las obras de la ley están bajo maldición, pues está escrito: Maldito todo el que no mantenga en vigor las palabras de esta ley, y no lo lleva a la práctica.


y la ley no procede de la fe, sino que: El que cumpla estas cosas, vivirá por ellas.


Entregarás al anatema a esos pueblos: los hititas, los amorreos, los cananeos, los perizeos, los jiveos y los jebuseos, como Yahveh, tu Dios, te ha ordenado,


Por la fe Rajab, la prostituta, no pereció con los incrédulos, ya que hab a dado hospitalidad a los esp as.


Porque Dios no es injusto como para olvidarse de vuestra obra y del amor que habéis mostrado por su nombre, cuando ya antes servisteis al pueblo santo y lo segu s sirviendo ahora.


Lo mismo Rajab, la prostituta, ¿no se justificó por las obras al recibir a los mensajeros y al hacerlos salir por otro camino?


Josué, hijo de Nun, envió secretamente desde Sit n dos esp as con esta orden: 'Id a explorar el pa s, y más en especial Jericó'. Fueron, pues, entraron en casa de una meretriz, por nombre Rajab, y se hospedaron all.


Ellos partieron en dirección a la monta a y all permanecieron tres d as, hasta que volvieron los perseguidores, que los hab an buscado por todos los caminos sin dar con ellos.


Pero los israelitas fueron infieles en lo tocante al anatema. Porque Acán, hijo de Carm, hijo de Zabd, hijo de Zéraj, de la tribu de Judá, se guardó para s algo de lo entregado al anatema y la ira de Yahveh se encendió contra los israelitas.


Ahora, pues, vete a derrotar a Amalec y condénalo al anatema con cuanto le pertenezca, sin sentir compasión de él. Darás muerte a todos, hombres y mujeres, adolescentes y ni os de pecho, bueyes y ovejas, camellos y asnos'.


Saúl dijo a los quenitas: 'Id, retiraos y salid de en medio de los amalecitas, no sea que os haga desaparecer con ellos; pues vosotros tratasteis bien a todos los israelitas cuando sub an de Egipto'. Los quenitas se apartaron de los amalecitas.


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