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Josué 18:28 - Biblia Castilian 2003

28 Sela Haalef, Yebús (que es Jerusalén), Guibeá y Quiriat: catorce ciudades con sus aldeas. Ésta era la heredad de hijos de Benjam n, según sus clanes.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

28 Zela, Elef, Jebús (que es Jerusalén), Gabaa y Quiriat; catorce ciudades con sus aldeas. Esta es la heredad de los hijos de Benjamín conforme a sus familias.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 Zela, Elef, la ciudad jebusea (es decir, Jerusalén), Guibeá y Quiriat-jearim; catorce ciudades con sus aldeas vecinas. Esa fue la tierra asignada a los clanes de la tribu de Benjamín para que fuera su hogar.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 Sela-ha-Elef, el Jebuseo (esto es Jerusalén), Guibea y Quiriat: catorce ciudades y sus aldeas. Esa era la parte de la herencia de los clanes de Benjamín.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 Sela, Elef, Jebús (que es Jerusalem), Gibeat y Quiriat: catorce ciudades con sus aldeas. Tal es la heredad de los hijos de Benjamín conforme a sus familias.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 Sela Haalef, Yebús (que es Jerusalén), Guibeá y Quiriat: catorce ciudades con sus aldeas. Ésta era la heredad de hijos de Benjamín, según sus clanes.

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Josué 18:28
22 Referans Kwoze  

Y enterraron los huesos de Saúl y los de su hijo Jonatán, junto con los de aquellos que hab an sido ajusticiados, en la tierra de Benjam n, en Selá, en la tumba de Quis, padre de Saúl, cumpliendo as todo lo dispuesto por el rey. Después de esto Dios se aplacó con el pa s.


Jéleb, hijo de Baaná, de Netofá; Itay, hijo de Ribay, de Guibeá de Benjam n;


El rey y sus hombres se dirigieron a Jerusalén contra los jebuseos que habitaban en aquella tierra. Éstos hab an desafiado a David en estos términos: 'No entrarás aqu; cojos y ciegos bastarán para rechazarte'. Como queriendo decir: no entrará David aqu.


David hab a declarado aquel d a: 'Todo el que quiera batir a los jebuseos atacará por el canal. Cuanto a los ciejos y cojos, David los aborrece'. Por eso se suele decir: 'Ni ciegos ni cojos entrarán en la casa'.


Éstos eran los jefes de las casas paternas, según sus linajes, que habitaban en Jerusalén.


Desfilaron por el desfiladero. Gueba fue nuestro campamento. Tembló Ramá, huyó Guibá de Saúl.


Buscad un refugio, benjaminitas, fuera de Jerusalén. Tocad la trompeta en Tecoa, encended una almenara en Bet Queren, porque asoma por el norte una desgracia, un desastre inmenso.


Desde los d as de Guibeá has pecado, Israel. All se quedaron. ¿No los alcanzará como a Guibeá la guerra? Contra los hijos rebeldes


Hijos de Benjam n, según sus familias: de Belá, la familia de los bela tas; de Asbel, la familia de los asbelitas; de Ajirán, la familia de los ajiranitas;


A los más numerosos les darás una porción mayor, a los menos numerosos se la darás menor; a cada uno se le dará su heredad según el número de los inscritos en el censo.


Os la repartiréis por suertes, según vuestras familias; a los más numerosos entregaréis una heredad mayor, y a los menos numerosos una heredad menor. Donde le caiga la suerte a cada uno, all estará su propiedad. Haréis la partición según vuestros clanes.


Los hijos de Judá no pudieron expulsar a los jebuseos que habitaban en Jerusalén; y as, los jebuseos siguen en Jerusalén junto a los hijos de Judá hasta el d a de hoy.


Después segu a la frontera por el valle de Ben Hinón, por la vertiente meridional de los jebuseos, es decir, Jerusalén, sub a a la cima del monte que se halla frente al valle de Hinón, al oeste, en el extremo del valle de Refa n, al norte.


Luego la frontera descend a al extremo del monte situado frente al valle de Hinón, que está en el valle de Refa n, al norte; después bajaba al valle de Hinón, por lado sur de los jebuseos, hasta descender a En Roguel.


Le tocó la segunda suerte a Simeón, a la tribu de los hijos de Simeón, según sus clanes. Su heredad quedaba en medio de la heredad de los hijos de Judá.


En cambio, los benjaminitas no pudieron echar a los jebuseos que habitaban en Jerusalén, los cuales hasta el d a de hoy moran con los benjaminitas en Jerusalén.


Pero el hombre no quiso pasar la noche all, sino que se levantó, se fue y llegó frente a Jebús, es decir Jerusalén. Llevaba los dos asnos cargados y le acompa aban la concubina y el criado.


También Saúl se fue a su casa, a Guibeá. Le acompa aban algunos guerreros, a quienes Dios les hab a tocado el corazón.


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