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Jeremías 9:23 - Biblia Castilian 2003

23 sino de esto se ufane quien quiera ufanarse: de ser sensato y conocerme, pues yo soy Yahveh, que practico la bondad, el derecho y la justicia en la tierra, porque en estas cosas me complazco' - oráculo de Yahveh -.

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Biblia Reina Valera 1960

23 Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 Esto dice el Señor: «No dejen que el sabio se jacte de su sabiduría, o el poderoso, de su poder, o el rico, de sus riquezas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Quien quiera alabarse, que busque su alabanza en esto: en tener inteligencia y conocerme. Yo soy Yavé, y mi obrar en la tierra no es más que bondad, rectitud y justicia. Estas son las cosas que me gustan, palabra de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 Así dice YHVH: No se alabe el sabio en su sabiduría, Ni se alabe el valiente en su valentía, Ni se alabe el rico en sus riquezas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 sino de esto se ufane quien quiera ufanarse: de ser sensato y conocerme, pues yo soy Yahveh, que practico la bondad, el derecho y la justicia en la tierra, porque en estas cosas me complazco' -oráculo de Yahveh-.

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Jeremías 9:23
54 Referans Kwoze  

No digáis: Hemos hallado una sabidur a; que solo Dios supera, no el hombre.


Las mollas de su carne son compactas: se las oprime, y no se mueven.


Él ama la equidad y la justicia, y la tierra está repleta de sus gracias.


Mi alma se glor a en el Se or Bet y, al o rlo, se alegran los humildes.


En Dios nos gloriaremos todo el d a, alabando tu nombre sin cesar. Selah


Puro viento son los hijos de los hombres, enga o los mortales; en balanza, todos juntos, subir an como un soplo.


Vanas son las riquezas el d a de la cólera; sólo la justicia libra de la muerte.


No hay sabidur a, ni inteligencia, ni consejo que valga contra Yahveh.


Conf a en Yahveh de todo corazón y no te apoyes en tu entendimiento.


¿Quién sabe si será sabio o necio? Lo cierto es que será due o de todo mi trabajo, al que dediqué las fatigas y los desvelos de mi vida. También eso es vanidad.


He visto además bajo el sol que no son los veloces quienes ganan la carrera, ni los héroes el combate, que también hay sabios sin pan, inteligentes sin estima, porque en todo interviene la suerte y la desgracia.


Pues dice: '¿No son reyes todos mis jefes?


Quedarán aterrados y confusos por causa de Cus, en quien esperaban, y por causa de Egipto, en quien se gloriaban.


Confiabas en tu maldad y dec as: 'Nadie me ve'. Tu sabidur a y tu ciencia te han descarriado; pues dec as en tu corazón: 'Yo, y nadie más'.


¡Ay de quienes se tienen por sabios y de quienes se creen sagaces!


No tendrá ya que ense arse uno a otro ni una persona a otra persona, diciendo: 'Conoced a Yahveh', porque todos ellos me conocerán, desde el más peque o al más grande - oráculo de Yahveh -, cuando perdone su culpa y no recuerde más su pecado'.


¿Cómo podéis decir: 'Somos guerreros, hombres fuertes para la guerra?'.


Por haber confiado en tus castillos y tesoros, también tú serás conquistada. Camós saldrá para el destierro, con sus sacerdotes y sus pr ncipes.


¿Por qué te ufanas de tus tropas? Tu tropa huye, hija rebelde, que conf a en sus tesoros y dice: '¿Quién vendrá contra m ?'.


El pa s de Egipto será un desierto y una ruina; y sabrán que yo soy Yahveh. Por haber dicho: 'El Nilo es m o; yo lo hice',


Tirarán su plata en las calles, y su oro servirá de estiércol. Ni su plata ni su oro podrán salvarlos en el d a de la ira de Yahveh. No saciarán su apetito ni llenarán su vientre, porque fueron ocasión de su pecado.


¿Estáis ahora dispuestos, en el momento en que oigáis el sonido de la trompeta, de la flauta, de la c tara, de la sambuca, del salterio, de la cornamusa y de toda suerte de instrumentos de música, a postraros para adorar la estatua que hice? Porque, si no la adoráis, seréis arrojados al instante a un horno de fuego ardiente. ¿Y quién es el dios que podr a libraros de mis manos?'.


'Se te ha revelado, hombre, lo que es bueno, lo que Yahveh reclama en ti: tan sólo practicar la justicia, amar la lealtad y ser humilde ante tu Dios.'


Ni su plata ni su oro podrán salvarlos en el d a de la ira de Yahveh. Por el fuego de su celo será devorada toda la tierra, porque él aniquilará de modo repentino y terrible a todos los habitantes de la tierra.


Los disc pulos quedaron asombrados ante tales palabras. Pero Jesús, replicando de nuevo, les dice: 'Hijos, ¡qué dif cil es entrar en el reino de Dios!


Alardeando de ser sabios, cayeron en la necedad,


Y as, según está escrito: Quien quiera ufanarse, que se ufane en el Se or.


y entonces digas en tu corazón: 'Mi propia fuerza y el poder de mi mano me han proporcionado esta riqueza'.


con el fin de conocerle a él en persona y la fuerza de su resurrección y la comunión con sus padecimientos, hasta configurarme con su muerte,


Pero aún más: incluso todas las demás cosas las considero como pérdida comparadas con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Se or, por quien me dejé despojar de todo, y todo lo tengo por basura, a fin de ganar a Cristo,


Porque la ra z de todos los males es la afición al dinero y, por el afán de conseguirlo, algunos se han desviado de la fe y se han visto sumergidos en muchas preocupaciones angustiosas.


Y al mirar el filisteo y ver a David, lo despreció, porque era un muchacho todav a, rubio y de bella presencia.


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