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Jeremías 9:18 - Biblia Castilian 2003

18 ¡S ! ¡Escuchad! De Sión se oye un lamento: ¡Ay! Cómo estamos oprimidos, se nos cae la cara de vergüenza; pues hemos tenido que abandonar el pa s, porque han derribado nuestras moradas.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

18 y dense prisa, y levanten llanto por nosotros, y desháganse nuestros ojos en lágrimas, y nuestros párpados se destilen en aguas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 ¡Rápido! ¡Comiencen a llorar! Que las lágrimas fluyan de sus ojos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Sí, una queja llega desde Sión: '¡Ah, qué arruinados y avergonzados estamos! Tener que abandonar la patria y ver nuestras casas destruidas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Que se apresuren a levantar el llanto sobre nosotros; Para que nuestros ojos se deshagan en lágrimas, Y nuestros párpados destilen agua.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 ¡Sí! ¡Escuchad! De Sión se oye un lamento: ¡Ay! Cómo estamos oprimidos, se nos cae la cara de vergüenza; pues hemos tenido que abandonar el país, porque han derribado nuestras moradas.

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Jeremías 9:18
19 Referans Kwoze  

R os de agua descienden de mis ojos de que tu ley no sea observada.


Por eso digo: 'No me miréis, lloraré amargamente; no porfiéis en consolarme por la ruina de la hija de mi pueblo'.


Si no escucháis esto, llorará en secreto mi alma ante tal orgullo, se deshará en lágrimas; derramarán lágrimas mis ojos, porque es llevada cautiva la grey de Yahveh.


Les dirás esta palabra: Vierten lágrimas mis ojos noche y d a y no cesan, porque por un gran quebranto está quebrantada la virgen, hija de mi pueblo, por un golpe del todo incurable.


La vergüenza devoró el fruto del trabajo de nuestros padres desde nuestra juventud, sus reba os y sus vacadas, sus hijos y sus hijas.


Acostémonos sobre nuestra vergüenza, y nuestra ignominia nos cubra; pues contra Yahveh, nuestro Dios, hemos pecado, nosotros y nuestros padres, desde nuestra juventud hasta hoy, y no hemos escuchado la voz de Yahveh, nuestro Dios.


Desastre sobre desastre, se grita. ¡Todo el pa s está devastado! De repente son saqueadas mis tiendas; en un instante, mis pabellones.


Hija de mi pueblo, c ete de saco, revuélcate en el polvo; haz duelo como por hijo único, una lamentación amargu sima, pues de improviso vendrá el devastador contra nosotros.


Córtate el pelo y t ralo, entona una lamentación en las colinas, pues Yahveh desechó y repudió a la generación que provoca su ira.


¡Quién me diera en el desierto un albergue de caminantes! Abandonar a a mi pueblo, me marchar a de su lado, pues todos son adúlteros, una banda de traidores.


Haré de Jerusalén una escombrera, una guarida de chacales; de las ciudades de Judá haré un desierto sin habitantes.


'Subió la muerte por nuestras ventanas, entró en nuestros palacios, segando al ni o en la calle, a los jóvenes en las plazas.


Pasa las noches llorando, Bet las lágrimas surcan sus mejillas. No hay quien la consuele entre todos los que la amaban. Todos sus amigos la han traicionado, se le han vuelto enemigos.


Mis ojos se consumen por las lágrimas, Kaf hierven mis entra as. Se derramó por tierra mi hiel a causa del desastre de la hija de mi pueblo, al ver que ni os y lactantes desfallec an en las plazas de la ciudad.


¿A quién puedo ponerte como ejemplo? Mem ¿A qué te compararé, hija de Jerusalén? ¿A qué te igualaré, para consolarte, virgen, hija de Sión? ¡Grande como el mar es tu quebranto! ¿Quién podrá curarte?


Clama al Se or, Sade gime, hija de Sión; derrama lágrimas a torrentes de d a y de noche, no te concedas reposo, no descansen las pupilas de tus ojos.


Torrentes de agua derraman mis ojos por el desastre de la hija de mi pueblo.


Por eso, as dice Yahveh, el Dios Sebaot, el Se or: 'En todas las plazas habrá lamentación, y en todas las calles se dirá: '¡Ay, ay!'. Llamarán a duelo al campesino y a los expertos en lamentaciones.


Cuando se acercó, al contemplar la ciudad, lloró por ella,


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