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Jeremías 9:10 - Biblia Castilian 2003

10 Haré de Jerusalén una escombrera, una guarida de chacales; de las ciudades de Judá haré un desierto sin habitantes.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Por los montes levantaré lloro y lamentación, y llanto por los pastizales del desierto; porque fueron desolados hasta no quedar quien pase, ni oírse bramido de ganado; desde las aves del cielo hasta las bestias de la tierra huyeron, y se fueron.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Lloraré por las montañas y gemiré por los pastos del desierto; pues están desolados y no tienen vida. Ya no se escucha el mugido del ganado; todas las aves y los animales salvajes han huido.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Voy a hacer de Jerusalén un montón de piedras, una guarida de chacales, y de las ciudades de Judá, un desierto donde nadie viva.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Por los montes alzaré mi lloro y mi lamento, Y una endecha por los pastos del desierto, Porque están quemados y no hay quien pase, Ni se oye el bramido de ganado; Desde las aves de los cielos hasta las bestias, Todo ha huido, todo se ha ido.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Haré de Jerusalén una escombrera, una guarida de chacales; de las ciudades de Judá haré un desierto sin habitantes.

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Jeremías 9:10
30 Referans Kwoze  

Mira: te convierto en trillo, rastrillo nuevo con muchos dientes, trillarás las monta as y las triturarás, dejarás las colinas como paja.


Tus ruinas y estepas, tu destruido pa s, ahora serán demasiado angostos para tus habitantes, mientras tus devastadores estarán ya lejos.


Pastores numerosos han destruido mi vi a, han pisoteado mi parcela, han convertido mi deliciosa parcela en un desolado desierto,


la han dejado arrasada, está de luto ante m, desolada. Todo el pa s está devastado, pero nadie lo lamentaba.


¿Hasta cuándo hará duelo el pa s y estará la hierba de todo el campo reseca? Por la maldad de sus habitantes, bestias y aves desaparecieron. Pero dicen ellos: 'No ve nuestros caminos'.


Los onagros se paran en las crestas, aspiran como chacales el aire; sus ojos están mortecinos, porque no hay hierba.


por la que bramaban leoncillos, daban su rugido? Hicieron de su pa s un desierto, sus ciudades fueron incendiadas, no queda un solo habitante.


Ni siquiera preguntaron: '¿Dónde está Yahveh, que nos sacó del pa s de Egipto y nos condujo por el desierto, tierra esteparia y agrietada, tierra seca y tenebrosa, tierra por donde nadie pasa y donde ningún hombre mora?'.


Porque el pa s está lleno de adúlteros, porque a causa de la maldición el pa s está triste, se han secado los oasis del desierto. Corren hacia el mal y su poder es injusto.


Porque sube del norte una nación contra ella que hará de su pa s un desierto, y no quedará en ella un habitante. Tanto los hombres como los animales huyeron, emigraron.


Córtate el pelo y t ralo, entona una lamentación en las colinas, pues Yahveh desechó y repudió a la generación que provoca su ira.


Mi alegr a es para m pesadumbre, mi corazón dentro de m languidece.


Por eso estoy llorando Ain y mis ojos se deshacen en lágrimas, porque se alejó de m el consolador, el que puede devolverme la vida. Mis hijos están desolados, porque prevalece el enemigo.


Mis ojos se consumen por las lágrimas, Kaf hierven mis entra as. Se derramó por tierra mi hiel a causa del desastre de la hija de mi pueblo, al ver que ni os y lactantes desfallec an en las plazas de la ciudad.


por el monte de Sión, que está devastado. ¡Las raposas se pasean por él!


Si yo hiciera pasar por ese pa s bestias salvajes que lo despoblaran y quedara como un desierto, sin un solo transeúnte por causa de los animales,


'Tú, pues, hijo de hombre, entona una lamentación a Tiro.


No pasará por él pie de hombre, ni pie de animal pasará por él; no será habitado durante cuarenta a os.


Haré del pa s una desolación y un desierto; acabará su orgullosa potencia, y las monta as de Israel quedarán desoladas, sin uno que pase.


En todos los lugares donde resid s, las ciudades serán arruinadas y las alturas devastadas, para que sean arruinados y devastados vuestros altares, rotos y destruidos vuestros dolos, destrozados vuestros braseros de incienso y exterminadas vuestras obras.


Por eso la tierra está seca, y todos sus habitantes desfallecen con los animales del campo y las aves del cielo; y aun los peces del mar desaparecen.


¡Ce os de saco y gemid, sacerdotes! ¡Lamentaos, ministros del altar! Venid, pasad la noche sobre esteras, ministros de mi Dios, porque faltan en la casa de vuestro Dios la oblación y la libación.


A ti clamo, Yahveh: el fuego ha consumido los pastizales de la estepa, y la llama ha abrasado todos los árboles del campo.


Escuchad esta palabra que digo contra vosotros; esta eleg a, casa de Israel.


Por eso, as dice Yahveh, el Dios Sebaot, el Se or: 'En todas las plazas habrá lamentación, y en todas las calles se dirá: '¡Ay, ay!'. Llamarán a duelo al campesino y a los expertos en lamentaciones.


En aquel d a se hará a costa vuestra un proverbio y se entonará un lamento, un lamento que dice: '¡Estamos totalmente arruinados! ¡La porción de mi pueblo ha sido entregada! ¡Cómo arrebatan lo que es m o! ¡Entre los enemigos distribuyen nuestros campos!''.


Justamente por vuestra culpa, Sión será arada como un campo, Jerusalén reducida a un montón de ruinas y el monte del templo a un cerro de maleza.


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