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Jeremías 8:19 - Biblia Castilian 2003

19 ¡Mira! ¡Oye! Gritos de socorro de la hija de mi pueblo, por todo el pa s a la redonda: ¿no está Yahveh en Sión, no está en ella su rey? ¿Por qué me han irritado con sus estatuas, con los dolos del extranjero?

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Biblia Reina Valera 1960

19 He aquí voz del clamor de la hija de mi pueblo, que viene de la tierra lejana: ¿No está Jehová en Sion? ¿No está en ella su Rey? ¿Por qué me hicieron airar con sus imágenes de talla, con vanidades ajenas?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Escuchen el llanto de mi pueblo; puede oírse por toda la tierra. «¿Acaso ha abandonado el Señor a Jerusalén? —pregunta la gente—. ¿No está más su Rey allí?». «Oh, ¿por qué han provocado mi enojo con sus ídolos tallados y sus despreciables dioses ajenos?», pregunta el Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 El grito de angustia de la hija de mi pueblo se siente a lo largo de todo el país: '¿Ya no está Yavé en Sión?, ¿su Rey ya no está allí?' '¿Por qué me han irritado con sus ídolos, con esas cosas extranjeras, que nada son?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Al oír el lamento de la hija de mi pueblo desde una tierra lejana: ¿No está YHVH en Sión? ¿No está en ella su Rey? ¿Por qué me habéis provocado con imágenes esculpidas, Con vanidades extrañas?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 ¡Mira! ¡Oye! Gritos de socorro de la hija de mi pueblo, por todo el país a la redonda: ¿no está Yahveh en Sión, no está en ella su rey? ¿Por qué me han irritado con sus estatuas, con los ídolos del extranjero?

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Jeremías 8:19
35 Referans Kwoze  

Bendito desde Sión sea el Se or, el que en Jerusalén mora. Aleluya.


A la orilla de los r os de Babel estábamos sentados y llorábamos, recordando a Sión.


Que el Se or reine por siempre, tu Dios, Sión, por las generaciones. Aleluya.


Que se alegre Israel en su hacedor y los hijos de Sión se gocen en su rey.


En tus manos conf o yo mi vida, tú eres mi rescate, Se or, Dios de verdad.


¡Ay, nación pecadora, pueblo cargado de culpa, ralea de malhechores, hijos corrompidos! Abandonaron a Yahveh, despreciaron al Santo de Israel, se volvieron atrás.


Exulta y grita jubilosa, población de Sión; que es grande en medio de ti el Santo de Israel'.


Vienen de tierra lejana, del extremo del cielo, Yahveh y las armas de su ira, para destruir toda la tierra.


Porque Yahveh es nuestro juez, Yahveh nuestro legislador, Yahveh nuestro rey, él nos salvará.


El profeta Isa as se presentó ante el rey Ezequ as y le preguntó: '¿Qué han dicho esos hombres y de dónde han venido a ti?'. Respondió Ezequ as: 'Han venido de una tierra lejana, de Babilonia'.


¡Despierta, despierta, v stete de fuerza, Sión! V stete tus espléndidos vestidos, Jerusalén, ciudad santa, porque no volverá a entrar en ti ni el incircunciso ni el impuro.


son cosa vana, obra rid cula; al tiempo de su castigo perecerán.


¿Has rechazado del todo a Judá, o tu alma está cansada de Sión? ¿Por qué nos has herido sin que tengamos cura? Esperábamos la paz, pero no ha habido bien alguno; el tiempo de la sanación, y se presenta el terror.


¿Por qué eres como hombre azorado, como guerrero incapaz de salvarse? Tú, Yahveh, estás en medio de nosotros y sobre nosotros se invoca su nombre, ¡No nos abandones!


As dice Yahveh: '¿Qué culpa hallaron vuestros padres en m para que de m se alejaran y caminaran tras la nada, y en nada se convirtieran?'.


Porque os están profetizando una mentira, para alejaros de vuestro pa s; pues yo os expulsaré y pereceréis.


Porque llega el d a en que gritan los centinelas en la monta a de Efra n: '¡Levantaos! ¡Subamos a Sión a Yahveh, nuestro Dios!''.


Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá, desde su juventud, no han hecho sino lo que es malo a mis ojos, ya que los hijos de Israel no han hecho más que ofenderme con las obras de sus manos - oráculo de Yahveh -.


¿Es a m a quien ofenden? - aráculo de Yahveh -. ¿No es más bien a s mismos, para su propia vergüenza?


Pasó la siega, terminó el verano, pero nosotros no hemos sido salvados.


'¡Atención! Llamad a las pla ideras, que vengan; mandad a buscarlas, que vengan las más expertas,


Per metro: dieciocho mil codos. Desde aquel d a, el nombre de la ciudad será 'Yahveh está all '.'


Pero en el monte Sión quedará un resto, que será santo. La casa de Jacob expoliará a sus expoliadores.


Y ahora, ¿por qué clamas tanto? ¿Es que no tienes rey? ¿Pereció tu consejero, para que te asalten convulsiones como las de una parturienta?


Yahveh ha retirado la sentencia contra ti, ha expulsado a tus enemigos. Yahveh, rey de Israel, está contigo, ya no tienes que temer mal alguno.


Yo mismo seré para ella - oráculo de Yahveh - muralla de fuego a su alrededor, y en ella estaré para su gloria.


diciendo a gritos: '¿Qué hacéis, hombres? También nosotros somos hombres, sujetos a las mismas miserias que vosotros, y os traemos la buena noticia de que debéis convertiros de estas vanidades al Dios vivo que hizo el cielo y la tierra y el mar y todo cuanto hay en ellos.


Ese mismo d a se encenderá mi cólera contra él; los abandonaré y esconderé de ellos mi rostro; será presa que se devora; los alcanzarán muchos males y aflicciones. Y entonces pensará: '¿No será porque mi Dios no está en medio de m por lo que me han alcanzado estos males? '


Al ángel de la Iglesia de Éfeso escribe: 'Esto dice el que tiene en su diestra las siete estrellas, el que se pasea en medio de los siete candelabros de oro:


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