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Jeremías 8:14 - Biblia Castilian 2003

14 ¿Por qué nos estamos sentados? Reun os y entremos en las ciudades amuralladas y perezcamos all; pues Yahveh, nuestro Dios, nos destina a perecer y nos da para beber agua envenenada, porque hemos pecado contra Yahveh.

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Biblia Reina Valera 1960

14 ¿Por qué nos estamos sentados? Reuníos, y entremos en las ciudades fortificadas, y perezcamos allí; porque Jehová nuestro Dios nos ha destinado a perecer, y nos ha dado a beber aguas de hiel, porque pecamos contra Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 »Luego el pueblo dirá: “¿Por qué deberíamos esperar aquí para morir? Vengan, vayamos a las ciudades fortificadas para morir allí. Pues el Señor nuestro Dios ha decretado nuestra destrucción y nos ha dado a beber una copa de veneno porque pecamos contra el Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 ¿Por qué nos quedamos parados? Juntémonos, entremos en nuestras ciudades fortificadas para morir allí, pues Yavé, nuestro Dios, nos entrega a la muerte y nos da para tomar agua envenenada, porque hemos pecado contra él.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 ¿Qué hacemos aquí sentados? Reunámonos y entremos en las plazas fuertes y perezcamos allí, Porque YHVH nuestro Dios nos deja morir, Nos ha dado a beber agua envenenada, Porque hemos pecado contra YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 ¿Por qué nos estamos sentados? Reuníos y entremos en las ciudades amuralladas y perezcamos allí; pues Yahveh, nuestro Dios, nos destina a perecer y nos da para beber agua envenenada, porque hemos pecado contra Yahveh.

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Jeremías 8:14
23 Referans Kwoze  

Entonces dijo David a Abisay: 'Seba, hijo de Bicr, puede hacernos ahora más da o que Absalón. Toma, pues, los servidores de tu se or y sal en su persecución, no sea que alcance ciudades fortificadas y se nos escape'.


Yo hab a dicho: 'Guardaré mi camino de pecar con mi lengua; pondré freno a mi boca, mientras esté el imp o en mi presencia'.


La vergüenza me parte el corazón, y es incurable; espero condolencia, y no la hay; algún consolador, y no lo encuentro.


Siéntate en silencio y entra en la oscuridad hija de los caldeos, que ya no te llamarán soberana de reinos.


Reconocemos, Yahveh, nuestra maldad, la iniquidad de nuestros padres, pues hemos pecado contra ti.


Aunque nuestras culpas nos acusen, actúa, Yahveh, por amor a tu nombre. En verdad, nuestras rebeld as son muchas, hemos pecado contra ti.


Por eso, as dice Yahveh Sebaot sobre los profetas: 'Mirad: voy a darles de comer ajenjo, y voy a darles de beber agua envenenada, porque de los profetas de Jerusalén ha salido la corrupción para todo el pa s'.


Acostémonos sobre nuestra vergüenza, y nuestra ignominia nos cubra; pues contra Yahveh, nuestro Dios, hemos pecado, nosotros y nuestros padres, desde nuestra juventud hasta hoy, y no hemos escuchado la voz de Yahveh, nuestro Dios.


Pero cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, invadió el pa s, dijimos: ¡Venid, entremos en Jerusalén para huir del ejército de los caldeos y del ejército de Aram! Por eso nos hemos establecido en Jerusalén'.


Por eso, as dice Yahveh Sebaot, Dios de Israel: Aqu estoy: voy a darle de comer a este pueblo ajenjo, y voy a darle de beber agua envenenada.


Los dispersaré por las naciones que ni ellos ni sus padres conocieron, y enviaré detrás de ellos a la espada hasta acabar con ellos'. As, dice Yahveh Sebaot:


Recordar mi dolor y mi extrav o Zain es ajenjo y veneno.


Dijo Moisés a Aarón: esto es lo que hab a dicho Yahveh: 'En los que se me acercan demostraré que yo soy santo y a los ojos de todo el pueblo seré glorificado'. Aarón calló.


Entonces entrará su t o o su pariente para sacar de la casa los huesos, y dirá al que está en un rincón de la casa: '¿Hay alguno más contigo?'. Responderá: 'Ninguno'. El otro dirá: '¡Calla! Que no hay que mentar el nombre de Yahveh'.


En cambio, Yahveh está en su santo templo. ¡Enmudezca ante él toda la tierra!


Aqu estoy yo para alzar mi mano contra ellas, para que sean el bot n de sus mismos esclavos. As sabréis que Yahveh Sebaot me ha enviado.


le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no lo quiso beber.


Si al escuchar las palabras de este juramento imprecatorio, alguien se promete en su corazón que gozará de la bendición pensando: 'Tendré paz, aunque ande en la obstinación de mi corazón, pues lo bien regado compensará el secano',


Porque de las vi as de Sodoma es su vi a, y de los bancales de Gomorra; sus uvas son uvas ponzo osas, sus racimos son racimos amargos;


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