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Jeremías 50:7 - Biblia Castilian 2003

7 Cuantos las hallaban las devoraban, y sus enemigos dec an: 'No tenemos culpa, porque pecaron contra Yahveh, Yahveh, pastizal de justicia y esperanza de sus padres'.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Todos los que los hallaban, los devoraban; y decían sus enemigos: No pecaremos, porque ellos pecaron contra Jehová morada de justicia, contra Jehová esperanza de sus padres.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Todos los que los encontraban los devoraban. Sus enemigos decían: “No hicimos nada malo al atacarlos porque ellos pecaron contra el Señor, quien es su verdadero lugar de descanso y la esperanza de sus antepasados”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Todo el que los encontraba los devoraba, y sus enemigos decían: No corremos riesgos, pues pecaron contra Yavé, morada segura en el que confiaban sus padres.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Cuantos los hallaban, los devoraban. Sus enemigos decían: No hacemos mal, porque han pecado contra YHVH, morada de justicia; sí, contra YHVH, esperanza de sus padres.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Cuantos las hallaban las devoraban, y sus enemigos decían: 'No tenemos culpa, porque pecaron contra Yahveh, Yahveh, pastizal de justicia y esperanza de sus padres'.

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Jeremías 50:7
28 Referans Kwoze  

Tú eres mi esperanza, mi confianza, Se or, desde mi juventud.


pues devoran a Jacob, devastan sus moradas.


Oración. De Moisés, hombre de Dios. Tú te has hecho, Se or, para nosotros el refugio por las generaciones.


El que mora al abrigo del Alt simo y a la sombra del Omnipotente se aposenta,


Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad y los entregué en tus manos. Pero tú no te compadeciste de ellos. Sobre el anciano hiciste pesar tu yugo en demas a.


¡Fieras todas del campo, venid a devorar, fieras todas del bosque!


Pero el pueblo no se volvió a quien lo her a, no buscaron a Yahveh Sebaot.


Derrama tu furor sobre los pueblos que no te reconocen, y sobre las naciones que no invocan tu nombre; pues han devorado a Jacob, lo han devorado y consumido, han devastado su morada.


Esperanza de Israel, su salvador en tiempo de apuro, ¿por qué eres como extranjero en el pa s y como viajero que sólo se detiene para pernoctar?


¡Yahveh, esperanza de Israel! Todos los que te abandonan serán confundidos, los que de ti se apartan serán inscritos en el polvo, porque abandonaron a Yahveh, fuente de aguas vivas.


Santo para Yahveh era Israel, primicia de su cosecha; cuantos lo com an, pecaban, les llegaba la desgracia - oráculo de Yahveh -.


As dice Yahveh Sebaot, Dios de Israel: 'Todav a se volverá a decir en el pa s de Judá y en sus ciudades, cuando cambie su suerte: '¡Que Yahveh te bendiga, morada de justicia, monta a santa!'.


En aquellos d as y en aquel tiempo suscitara David un germen justo que practicará el derecho y la justicia en el pa s.


En aquellos d as se salvará Judá, y Jerusalén morará segura. Y éste es el nombre con que se la llamará: 'Yahveh, nuestra justicia'.


Devorará tu cosecha y tu pan. Devorarán a tus hijos y a tus hijas. Devorará tu reba o y tu vacada, devorará tu vi a y tu higuera; desmantelará con la espada tus plazas fuertes en las que conf as.


Alineaos frente a Babel en derredor, todos los que entesáis el arco; disparad contra ella, no ahorréis flechas porque ha pecado contra Yahveh;


Oveja descarriada era Israel; los leones la espantaron. El primero que la devoró fue el rey de Asiria. El último que la deshuesó fue Nabucodonosor, rey de Babilonia.


As dice Yahveh Sebaot: 'Están oprimidos los hijos de Israel, y con ellos los hijos de Judá. Todos los que los deportaron los retienen, se niegan a soltarlos.


Están dispersas por falta de pastor y son pasto de las fieras salvajes. Andan dispersas


Has de saber que yo, Yahveh, he o do todos los insultos que has proferido contra las monta as de Israel cuando dec as: 'Están desoladas, nos las dan para que las devoremos'.


En nombre de tu justicia, aparta, Se or, tu ira y tu furor de Jerusalén, tu ciudad, tu santa monta a; pues, por nuestros pecados y por las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos los que nos rodean.


no hemos escuchado a tus siervos los profetas, que hablaron en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros pr ncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo del pa s.


pero con gran ira estoy airado contra las naciones orgullosas que, cuando estuve un tanto airado, cooperaron al desastre.


aquellas que sus compradores matan impunemente y cuyos vendedores dicen: '¡Bendito sea Yahveh, que me ha enriquecido!', aquellas de las que sus pastores no tienen compasión.


Pablo, apóstol de Cristo Jesús por encargo de Dios nuestro Salvador, y de Cristo Jesús, nuestra esperanza,


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