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Jeremías 50:17 - Biblia Castilian 2003

17 Oveja descarriada era Israel; los leones la espantaron. El primero que la devoró fue el rey de Asiria. El último que la deshuesó fue Nabucodonosor, rey de Babilonia.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

17 Rebaño descarriado es Israel; leones lo dispersaron; el rey de Asiria lo devoró primero, Nabucodonosor rey de Babilonia lo deshuesó después.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 »Los israelitas son como ovejas que han sido esparcidas por los leones. Primero los devoró el rey de Asiria. Después Nabucodonosor, rey de Babilonia, les quebró los huesos».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 Israel era una oveja perdida, perseguida por leones. Primero, el rey de Asur la devoró, y luego, Nabucodonosor, rey de Babilonia, se comió sus huesos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Rebaño descarriado es Israel, Acosado por leones: Primero lo devoró el rey de Asiria, Luego lo deshuesó Nabucodonosor rey de Babilonia.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 Oveja descarriada era Israel; los leones la espantaron. El primero que la devoró fue el rey de Asiria. El último que la deshuesó fue Nabucodonosor, rey de Babilonia.

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Jeremías 50:17
38 Referans Kwoze  

Pul, rey de Asiria, invadió el pa s, y Menajén le entregó mil talentos de plata para que le ayudara y as pudiera él afianzar el trono en sus manos.


En los d as de Pécaj, rey de Israel, llegó Teglatfalasar, rey de Asiria, se apoderó de Iyón, Abel Bet Maacá, Yanóaj, Cades, Jasor, Galaad y Galilea, o sea, de toda la región de Neftal, y deportó a sus habitantes a Asiria.


En su tiempo, Nabucodonosor, rey de Babilonia, subió contra él. Joaqu n le quedó sometido durante tres a os. Pero luego se rebeló.


Por aquel tiempo, las tropas de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén y la ciudad fue sitiada.


El a o noveno de su reinado, en el mes décimo, el d a diez del mes, llegó Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén, acampó frente a ella y construyó un muro de asedio alrededor.


Vino contra él Tiglatfalasar, rey de Asiria, y lo asedió, pero no llegó a vencerlo.


Entonces Yahveh hizo que vinieran contra ellos los jefes del ejército del rey de Asiria, quienes prendieron a Manasés con garfios, lo ataron con grillos de bronce y as se lo llevaron a Babilonia.


Porque las aguas de Dimón están llenas de sangre. Aún más a adiré sobre Dimón: contra los evadidos de Moab el león y contra el que quede en el pa s.


Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad y los entregué en tus manos. Pero tú no te compadeciste de ellos. Sobre el anciano hiciste pesar tu yugo en demas a.


Derrama tu furor sobre los pueblos que no te reconocen, y sobre las naciones que no invocan tu nombre; pues han devorado a Jacob, lo han devorado y consumido, han devastado su morada.


por la que bramaban leoncillos, daban su rugido? Hicieron de su pa s un desierto, sus ciudades fueron incendiadas, no queda un solo habitante.


Después de esto - oráculo de Yahveh -, entregaré a Sedec as, rey de Judá, a sus servidores y a la gente que en esta ciudad haya sobrevivido a la peste, a la espada y al hambre, en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en mano de sus enemigos y en mano de quienes atentan contra su vida. Él los pasará a filo de espada, sin compadecerse de ellos, sin apiadarse, sin tener misericordia'.


Sube un león desde la selva, se ha puesto en camino un devastador de naciones, ha salido de su residencia para hacer de tu pa s un desierto: arruinadas serán tus ciudades sin quedar un habitante.


Mirad: como sube un león de la espesura del Jordán a un pastizal regado, as, en un instante, los ahuyentaré de all y escogeré sus carneros más selectos. Porque, ¿quién como yo? ¿Quién me citará a juicio? ¿Qué pastor resistirá ante m ?


Devorará tu cosecha y tu pan. Devorarán a tus hijos y a tus hijas. Devorará tu reba o y tu vacada, devorará tu vi a y tu higuera; desmantelará con la espada tus plazas fuertes en las que conf as.


Por eso los va a herir el león de la selva, el lobo de la estepa los devorará. El leopardo acecha junto a sus ciudades, todo el que salga de ellas será despedazado, porque muchas son sus transgresiones, sus apostas as son muy graves.


Ovejas perdidas, eso era mi pueblo. Sus pastores las hab an descarriado haciéndolas vagar por las monta as. Del monte al collado caminaban olvidando su majada.


Rugen a una como leones, gru en como cachorros de león.


Veintiún a os ten a Sedec as cuando subió al trono y reinó once a os en Jerusalén. Su madre se llamaba Jamital, hija de Jerem as, de Libná.


Como un pastor cuida de su reba o cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, as cuidaré yo de mis ovejas y las recogeré de todos los lugares por donde andan dispersas en d a de nubes y de oscuridad.


El rey se sintió invadido de una gran alegr a por lo sucedido y mandó que sacaran a Daniel del foso. Cuando lo sacaron, no se le encontró lesión alguna, porque hab a confiado en su Dios.


Aun sobre los esclavos y sobre las esclavas, en aquellos d as, derramaré mi Esp ritu.


Estabais extraviados como ovejas, pero ahora os habéis vuelto al pastor y obispo de vuestras almas.


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