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Jeremías 5:12 - Biblia Castilian 2003

12 Renegaron de Yahveh y dijeron: 'Él no existe; no nos vendrá mal alguno, ni espada ni hambre veremos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

12 Negaron a Jehová, y dijeron: Él no es, y no vendrá mal sobre nosotros, ni veremos espada ni hambre;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Mintieron acerca del Señor y dijeron: “¡Él no nos molestará! Ningún desastre vendrá sobre nosotros; no habrá guerra ni hambre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Renegaron de Yavé, diciendo: '¡No existe! Nada malo nos sucederá, no veremos ni espada ni escasez.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Renegaron de YHVH diciendo: ¡No hay tal!,° no vendrá sobre nosotros la calamidad; Ni tampoco veremos espada ni hambre;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Renegaron de Yahveh y dijeron: 'Él no existe; no nos vendrá mal alguno, ni espada ni hambre veremos.

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Jeremías 5:12
25 Referans Kwoze  

Pero ellos hac an burla de los mensajeros de Dios, despreciaban sus palabras y se mofaban de sus profetas, hasta que la cólera de Yahveh contra su pueblo creció tanto que ya no hubo remedio.


En su interior se dice: 'Jamás sucumbiré (Pe) ni tendré nunca reveses'.


Del director. De David. Dice el necio en su interior: 'Dios no existe'. Corruptos, abominables en sus obras, no hay quien haga el bien.


no sea que, saciado, me desv e y diga: '¿Quién es Yahveh?'. O que, por la indigencia, robe y profane el nombre de mi Dios.


¿Hay entre los dolos de las naciones quien haga llover, o pueden los cielos dar lluvias? ¿Acaso no eres tú, Yahveh? ¡Dios nuestro, en ti esperamos, pues eres tú quien hace todas estas cosas!


Ni siquiera preguntaron: '¿Dónde está Yahveh, que nos sacó del pa s de Egipto y nos condujo por el desierto, tierra esteparia y agrietada, tierra seca y tenebrosa, tierra por donde nadie pasa y donde ningún hombre mora?'.


Y también haré que vuelvan a este lugar Jecon as, hijo de Joaqu n, rey de Judá, y todos los deportados de Judá que fueron a Babilonia - oráculo de Yahveh -, pues voy a romper el yugo del rey de Babilonia'.


Diré entonces: '¡Ah, Se or Yahveh!'. De verdad has enga ado por completo a este pueblo y a Jerusalén, cuando dec as: 'Tendréis paz', y la espada ha penetrado hasta el fondo del alma.


Cuando Jerem as terminó de decir al pueblo entero todas las palabras de Yahveh, su Dios, todas aquellas palabras que Yahveh, su Dios, le hab a mandado decirles,


los profetas profetizan con mentira, los sacerdotes gobiernan por su cuenta, y mi pueblo as lo quiere. Pero ¿qué haréis cuando llegue el fin?


Curan a la ligera la herida de mi pueblo, diciendo: 'Va todo muy bien', cuando todo va mal.


Ven cosas vanas y adivinaciones mentirosas esos que dicen: 'Oráculo de Yahveh', cuando Yahveh no los ha enviado, y esperan que él confirme sus palabras.


Si un hombre corriera tras el viento y dijera mentiras como ésta: 'Yo te haré profec as a cambio de vino y licores', ése ser a el profeta digno de este pueblo.


Sus jefes juzgan por soborno, sus sacerdotes ense an por lucro, sus profetas adivinan por dinero, y se apoyan en Yahveh, diciendo: '¿No está Yahveh entre nosotros? ¡No nos sucederá nada malo!'.


Yahveh no querrá perdonarle, sino que se encenderá contra él la cólera y el celo de Yahveh; descargará sobre él todas las maldiciones escritas en este libro y Yahveh borrará su nombre de debajo del cielo.


El que cree en el Hijo de Dios, en s mismo tiene el testimonio. El que no cree a Dios, le tacha de mentiroso, por no haber cre do en el testimonio que Dios dio acerca de su Hijo.


Fijaos bien: si toma el camino de su pa s y sube hacia Bet Semes, es Yahveh quien nos ha tra do esta gran calamidad; en caso contrario, sabremos que no fue su mano la que nos hirió, sino que esto nos ha sucedido por casualidad'.


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