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Jeremías 44:22 - Biblia Castilian 2003

22 Yahveh no pod a soportar más ante la maldad de vuestras obras, ante las abominaciones que comet ais, y por eso, vuestro pa s se ha convertido en desierto, horror y maldición, sin que haya un solo habitante, como sucede hoy.

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Biblia Reina Valera 1960

22 Y no pudo sufrirlo más Jehová, a causa de la maldad de vuestras obras, a causa de las abominaciones que habíais hecho; por tanto, vuestra tierra fue puesta en asolamiento, en espanto y en maldición, hasta quedar sin morador, como está hoy.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

22 El Señor no podía soportar más todas las cosas repugnantes que hacían; por eso convirtió la tierra de ustedes en objeto de maldición —una ruina desolada sin habitantes—, como sucede hasta hoy.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 Yavé no ha podido contenerse más al ver la mala conducta de ustedes y las cosas horribles que ustedes han hecho. Por eso, su país es ahora un desierto espantoso, maldito y abandonado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 Por eso, ante la maldad de vuestras obras, de las abominaciones que habíais hecho, YHVH no lo pudo sufrir más, y vuestra tierra fue puesta en asolamiento, en espanto y en maldición, hasta quedar sin morador, como está hoy;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 Yahveh no podía soportar más ante la maldad de vuestras obras, ante las abominaciones que cometíais, y por eso, vuestro país se ha convertido en desierto, horror y maldición, sin que haya un solo habitante, como sucede hoy.

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Jeremías 44:22
40 Referans Kwoze  

pues vamos a destruirla, porque es grande el clamor que contra ella se ha levantado ante la faz de Yahveh, y Yahveh nos ha enviado para destruirla'.


Dijo entonces Yahveh: 'No permanecerá mi esp ritu en el hombre para siempre, porque no es más que carne. Sólo vivirá ciento veinte a os'.


Rechazaron sus preceptos, la alianza que hab a él pactado con sus antepasados y las amonestaciones que les hab a hecho. Se fueron tras las vanidades, haciéndose vanos ellos mismos, y tras los pueblos de alrededor, a pesar de que Yahveh les hab a mandado que no los imitaran.


Por eso - oráculo del Se or, Yahveh Sebaot, el Fuerte de Israel -¡ah!, tomaré satisfacción de mis adversarios, me vengaré de mis enemigos.


No me compraste con dinero canela, ni me saciaste con la grasa de tus sacrificios; sólo me abrumaste con tus pecados, me cansaste con tus iniquidades.


Entonces replicó Isa as: 'Escuchad, casa de David: ¿os parece poca cosa cansar a los hombres, que cansáis también a mi Dios?


Tú me rechazaste - oráculo de Yahveh -, volviste atrás, y yo alargué mi mano contra ti y te destru; estoy cansado de compadecerme.


para hacer de su pa s un horror, una rechifla perdurable. Todo el que pasa por él se asombra y menea la cabeza.


Casa de David, as dice Yahveh: Juzgad cada ma ana las causas y librad al oprimido de la mano del opresor, no sea que se desfogue como fuego mi furor y queme, sin que haya quien lo apague, por la maldad de vuestras obras.


Por eso, as dice Yahveh, Dios de Israel, acerca de los pastores que apacientan a mi pueblo: 'Vosotros habéis dispersado mis ovejas, las habéis descarriado y no habéis cuidado de ellas. Mirad: voy a castigar en vosotros la maldad de vuestras obras - oráculo de Yahveh -.


Los haré horror y desgracia para todos los reinos de la tierra; oprobio, proverbio, escarnio y maldición en todos los lugares adonde los habré expulsado,


Todo este pa s será una ruina, una desolación, y servirán al rey de Babilonia setenta a os.


a Jerusalén y a las ciudades de Judá, a sus reyes y a sus pr ncipes, para hacer de ellos una ruina, una desolación, una rechifla y una maldición, como sucede hoy;


Como un león, abandonó él su guarida; su pa s se ha trocado en desierto ante la espada destructora, ante su ira furibunda.


entonces haré de este templo como del de Siló, y haré de esta ciudad una maldición para todas las naciones de la tierra.


Los perseguiré con la espada, el hambre y la peste, y los convertiré en terror para todos los reinos de la tierra, en maldición, horror, rechifla y oprobio en todas las naciones adonde los habré expulsado,


porque no escucharon mis palabras - oráculo de Yahveh; porque, a pesar de que les envié a su tiempo y sin cesar a mis siervos, los profetas, no habéis escuchado - oráculo de Yahveh -.


Todos tus amantes te olvidaron, no se preocuparon de ti. Como hiere un enemigo te her, con castigo riguroso, por tu gran iniquidad, porque fueron muchos tus pecados.


Estoy dando ya la orden - oráculo de Yahveh - para hacerlos volver a esta ciudad, a fin de que luchen contra ella, la tomen y la entreguen al fuego; pues de las ciudades de Judá voy a hacer un desierto, sin habitantes'.


Circuncidaos para Yahveh, quitad el prepucio de vuestros corazones, hombres de Judá y habitantes de Jerusalén, no sea que se desfogue como fuego mi furor y queme, sin que haya quien lo apague, por la maldad de vuestras obras'.


Porque as dice Yahveh Sebaot, Dios de Israel: como se volcó mi ira y mi furor sobre los habitantes de Jerusalén, as se volcará mi furor sobre vosotros cuando entréis en Egipto: seréis execración y horror, maldición y oprobio, y no veréis más este lugar.


Voy a quitar de en medio al resto de Judá, a aquellos que decidieron entrar en el pa s de Egipto y residir en él. Perecerán todos; caerán en el pa s de Egipto; desde el más peque o hasta el más grande serán consumidos por la espada y por el hambre; morirán a espada y de hambre, y se convertirán en execración, horror, maldición y oprobio.


as dice Yahveh Sebaot, Dios de Israel: 'Vosotros mismos habéis visto toda la desgracia que he tra do sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá. Miradlas: hoy son una ruina, donde no hay un solo habitante,


Por eso se volcó mi furor y mi ira y abrasó las ciudades de Judá y las calles de Jerusalén, que se han convertido en ruina y desolación, como sucede hoy'.


Dad alas a Moab, pues tendrá que volar. Sus ciudades serán un desierto, sin que nadie las habite.


¿No voy a castigar estas cosas? - oráculo de Yahveh -. Y de una nación como ésta, ¿no he de vengarme?


Las naciones sabrán que la casa de Israel fue deportada por su iniquidad, puesto que me fueron infieles y, en consecuencia, les oculté mi rostro, los entregué en mano de sus enemigos y cayeron todos ellos a espada.


As se desahogará del todo mi ira, saciaré mi furor contra ellos y me vengaré; y entonces sabrán que yo, Yahveh, he hablado en mi celo, cuando desahogue del todo mi furor contra ellos.


Todo Israel transgredió la ley y se desvió, sin querer escuchar tu voz. Por eso cayeron sobre nosotros las maldiciones y las imprecaciones escritas en la ley de Moisés siervo de Dios, porque pecamos contra Él.


Cumplió las palabras que hab a pronunciado contra nosotros y contra los jueces que nos juzgaron, y envió sobre nosotros una calamidad tan grande como no ha habido otra igual bajo el cielo, como fue la que se verificó en Jerusalén.


Pues bien: yo haré que la tierra se hunda bajo vuestros pies, como se hunde bajo la carreta cargada de gavillas.


Molestáis a Yahveh con vuestras palabras y preguntáis: '¿En qué le molestamos?'. En que pensáis: 'Todos los que hacen el mal son buenos a los ojos de Yahveh, y en éstos se complace'; o cuando dec s: '¿Dónde está el Dios de la justicia?'.


¿Y qué, si Dios, queriendo manifestar su ira y dar a conocer su poder, soportó con inmensa paciencia vasijas objeto de su ira, dispuestas ya para la perdición,


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