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Jeremías 44:10 - Biblia Castilian 2003

10 Hasta el d a de hoy no se han arrepentido ni han temido ni han caminado según mi ley y mis normas, las que puse delante de vosotros y delante de vuestros padres'.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 No se han humillado hasta el día de hoy, ni han tenido temor, ni han caminado en mi ley ni en mis estatutos, los cuales puse delante de vosotros y delante de vuestros padres.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Hasta este mismo instante no han mostrado remordimiento ni reverencia. Ninguno ha elegido obedecer mi palabra ni los decretos que les di a ustedes y a sus antepasados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Hasta ahora no han sentido ningún arrepentimiento ni miedo, ni se han portado según la Ley y los mandamientos, que yo había publicado delante de ustedes y de sus padres.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Hasta el día de hoy no se han humillado, ni han tenido temor, ni han andado en mi Ley ni en mis estatutos, los cuales puse delante de vosotros y de vuestros padres.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Hasta el día de hoy no se han arrepentido ni han temido ni han caminado según mi ley y mis normas, las que puse delante de vosotros y delante de vuestros padres'.

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Jeremías 44:10
38 Referans Kwoze  

'¿Has visto cómo Ajab se ha humillado delante de m ? Por haberse humillado delante de m, no traeré la desgracia sobre su casa durante su vida, sino que la traeré durante la vida de su hijo'.


'Por haberse conmovido tu corazón y por haberte humillado tú ante Yahveh al o r lo que he pronunciado contra este lugar y sus habitantes, que se han de convertir en objeto de desolación y maldición, y por haber rasgado tus vestiduras y llorado en mi presencia, yo también te he escuchado. ¡Oráculo de Yahveh!


Pero Ezequ as se humilló por haberse dejado dominar por la soberbia, y con él los habitantes de Jerusalén. Por eso no vino sobre ellos la cólera de Yahveh en los d as de Ezequ as.


Al verse en tales angustias, trató de aplacar a Yahveh, su Dios, y se humilló profundamente en presencia del Dios de sus padres.


Su oración, y cómo fue atendido, todos sus pecados y prevaricaciones, los sitios en que construyó los lugares altos y colocó las aserás y los dolos, antes de haberse humillado, están consignados en los relatos de los videntes.


'Por haberse conmovido tu corazón, y por haberte humillado tú ante la presencia de Dios al o r sus palabras contra este lugar y sus habitantes; por haberte humillado delante de m y haber rasgado tus vestiduras y haber llorado en mi presencia, yo también te he escuchado. ¡Oráculo de Yahveh!


Claman aquéllos y él escucha Sade y los libra de todos sus pesares.


Abre, Se or, mis labios, y anunciará mi boca tus grandezas.


No hab an observado el pacto del Se or y hab an rehusado andar según su ley;


Moisés y Aarón fueron al Faraón y le dijeron: 'As habla Yahveh, Dios de los hebreos: '¿Hasta cuándo te negarás a humillarte ante m ? Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto.'


Tú te opones todav a a mi pueblo y no lo dejas partir.


Pero sé bien que ni tú ni tus servidores teméis aún a Yahveh Dios'.


El sabio es cauto y evita el mal, el necio es arrogante y alardea.


Con bondad y lealtad se exp a la culpa, con el temor de Yahveh se evita el mal.


Feliz el hombre que siempre abriga temor; quien endurece su corazón caerá en la desgracia.


(El temor de Yahveh odia el mal). Aborrezco la arrogancia y la soberbia, la mala conducta y el lenguaje perverso.


¿Quién entregó a Jacob al saqueo, y a Israel a los ladrones? ¿No fue Yahveh contra quien pecamos? Pues no quisieron ir por sus caminos ni prestaron atención a su ley.


Que as dice el Excelso, el Sublime, que reside en la eternidad y cuyo nombre es santo: 'En lo alto y en lo santo resido, y con el quebrantado y humilde de esp ritu, para vivificar el esp ritu de los humildes, para vivificar el corazón de los quebrantados.


Pues todas estas cosas las hizo mi mano, todas ellas son m as - dice Yahveh -. Pero en éste me fijo: en el humilde y contrito, el que tiembla a mi palabra.


¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? S, esto se te debe; porque entre todos los sabios de las gentes y en todos sus reinos nadie hay como tú.


Diles, pues: 'As dice Yahveh: si no me escucháis, obrando según la ley que he puesto delante de vosotros,


Ellos vinieron y lo ocuparon, pero no escucharon tu voz, no caminaron según tu ley ni hicieron nada de cuanto les hab as mandado hacer, y as convocaste contra ellos toda esta desgracia.


El rey y todos sus servidores, que hab an o do todas aquellas palabras, no se asustaron ni rasgaron sus vestiduras.


Puesto que habéis quemado incienso y habéis pecado contra Yahveh, y no habéis escuchado la voz de Yahveh ni habéis procedido según su ley, sus normas y sus ordenanzas, por eso os ha ocurrido esta desgracia, como sucede hoy'.


Yahveh, ¿no buscan tus ojos la verdad? Los has golpeado y no se han dolido; los has consumido, y no quisieron aprender la lección. Tienen la cara más dura que una piedra, no quieren convertirse.


Deber an avergonzarse de sus abominaciones. Pero no sólo no se avergüenzan, sino que ni siquiera saben lo que es ruborizarse. Por eso caerán entre los que caigan, el d a en que yo los visite se desplomarán.


Deber an avergonzarse de sus abominaciones. Pero no sólo no se avergüenzan, sino que ni siquiera saben lo que es ruborizarse. Por eso caerán entre los que caigan, el d a en que yo los visite se desplomarán - dice Yahveh -.


Y Yahveh le dijo: 'Pasa por la ciudad, recorre Jerusalén y traza una cruz en las frentes de los hombres que gimen y lloran por todas las abominaciones que en ella se cometen'.


Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús sintieron el terremoto y lo que pasaba quedaron sobrecogidos de espanto y dec an: 'Realmente, éste era Hijo de Dios'.


Pero el otro lo reprendió, diciendo: '¿Ni siquieras tú temes a Dios, tú que estás padeciendo el mismo suplicio?


Muy bien: por su incredulidad fueron desgajadas, mientras que tú estás firme por la fe. Pero no presumas tanto, sino más bien teme.


Sed, pues, humildes bajo la poderosa mano de Dios, para que, a su debido tiempo, os exalte.


¿Quién no temerá, Se or, y no glorificará tu nombre? Porque sólo tú eres santo, porque todos los pueblos vendrán y se postrarán ante ti, porque tus justos designios han quedado manifiestos'.


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