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Jeremías 4:7 - Biblia Castilian 2003

7 Sube un león desde la selva, se ha puesto en camino un devastador de naciones, ha salido de su residencia para hacer de tu pa s un desierto: arruinadas serán tus ciudades sin quedar un habitante.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 El león sube de la espesura, y el destruidor de naciones está en marcha, y ha salido de su lugar para poner tu tierra en desolación; tus ciudades quedarán asoladas y sin morador.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Desde su guarida un león acecha, un destructor de naciones. Ha salido de su guarida y se dirige hacia ustedes. ¡Arrasará su tierra! Sus ciudades quedarán en ruinas, y ya nadie vivirá en ellas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 El león, que devora las naciones, se ha levantado de su madriguera y se ha puesto en marcha, abandonando su morada, para dejar tu tierra como un desierto, tus ciudades destruidas y sin habitantes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 De la espesura sube el león,° El destructor de naciones está en marcha, Partió de su lugar para convertir tu tierra en desolación; Tus ciudades quedarán en ruinas, sin habitantes.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Sube un león desde la selva, se ha puesto en camino un devastador de naciones, ha salido de su residencia para hacer de tu país un desierto: arruinadas serán tus ciudades sin quedar un habitante.

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Jeremías 4:7
33 Referans Kwoze  

En su tiempo, Nabucodonosor, rey de Babilonia, subió contra él. Joaqu n le quedó sometido durante tres a os. Pero luego se rebeló.


El a o noveno de su reinado, en el mes décimo, el d a diez del mes, llegó Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén, acampó frente a ella y construyó un muro de asedio alrededor.


Vuestro pa s, un desierto; vuestras ciudades, incendiadas; vuestra tierra, ante vosotros, extranjeros la devoran. Es un desierto, como una destrucción a mano de extranjeros.


A mis o dos gritó Yahveh Sebaot: s, muchas casas serán asoladas; grandes y hermosas, pero sin habitantes.


'¿Hasta cuándo, Se or?' - pregunté -. Y él me respondió: 'Hasta que queden las ciudades asoladas y sin habitantes, las casas sin hombres, el campo desolado como un desierto.


por la que bramaban leoncillos, daban su rugido? Hicieron de su pa s un desierto, sus ciudades fueron incendiadas, no queda un solo habitante.


Pues as dice Yahveh acerca de la casa del rey de Judá: Un Galaad eres para m, una cumbre del L bano; pero haré de ti un desierto, como las ciudades no habitadas.


Preparo contra ti destructores, cada uno con sus armas; cortarán tus cedros más selectos y los arrojarán al fuego.


Como un león, abandonó él su guarida; su pa s se ha trocado en desierto ante la espada destructora, ante su ira furibunda.


mirad que yo mando a buscar a todas las tribus del norte - oráculo de Yahveh - y a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y las traeré contra este pa s y sus habitantes y contra todas estas naciones de su entorno, los entregaré al exterminio y haré de ellos horror, rechifla y ruinas perpetuas.


¿Por qué profetizas en nombre de Yahveh, diciendo: 'Este templo quedará como Siló, y esta ciudad será arrasada sin que quede un habitante?''. Y todo el pueblo se amotinó contra Jerem as en el templo de Yahveh.


Pero la nación y el reino que no se someta a él, a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y no ponga su cuello bajo el yugo del rey de Babilonia, a esa nación la castigaré por medio de la espada, del hambre y de la peste - oráculo de Yahveh -, hasta que yo la aniquile por su mano.


As dice Yahveh: 'En este lugar, acerca del cual vosotros dec s: 'Es una ruina, sin hombres y sin animales', en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están desoladas, sin hombres, sin habitantes y sin animales, se volverá a o r


Estoy dando ya la orden - oráculo de Yahveh - para hacerlos volver a esta ciudad, a fin de que luchen contra ella, la tomen y la entreguen al fuego; pues de las ciudades de Judá voy a hacer un desierto, sin habitantes'.


Al grito de ¡jinetes y arqueros!, huye toda ciudad; se van a las selvas, escalan las rocas; todas las ciudades son evacuadas, y no queda en ellas ni un solo habitante.


as dice Yahveh Sebaot, Dios de Israel: 'Vosotros mismos habéis visto toda la desgracia que he tra do sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá. Miradlas: hoy son una ruina, donde no hay un solo habitante,


¡Por mi vida! - oráculo del Rey cuyo nombre es Yahveh Sebaot -: vendrá como el Tabor entre los montes y como el Carmelo sobre el mar.


Mirad: como sube un león de la espesura del Jordán a un pastizal regado, as, en un instante, los ahuyentaré de all y escogeré sus carneros más selectos. Porque, ¿quién como yo? ¿Quién me citará a juicio? ¿Qué pastor resistirá ante m ?


Por eso los va a herir el león de la selva, el lobo de la estepa los devorará. El leopardo acecha junto a sus ciudades, todo el que salga de ellas será despedazado, porque muchas son sus transgresiones, sus apostas as son muy graves.


Oveja descarriada era Israel; los leones la espantaron. El primero que la devoró fue el rey de Asiria. El último que la deshuesó fue Nabucodonosor, rey de Babilonia.


Mirad: como sube un león de la espesura del Jordán a un pastizal regado, as, en un instante, los ahuyentaré de all, y escogeré sus carneros más selectos. Porque, ¿quién como yo? ¿Quién me citará a juicio? ¿Qué pastor resistirá ante m ?


Desde Dan se oye el resoplar de sus caballos; al estridor de los relinchos de sus corceles retiembla toda la tierra; vienen a devorar el pa s y cuanto contiene, la ciudad y los que la habitan.


¿Quién es tan sabio que entienda esto? ¿A quién habló la boca de Yahveh, que pueda explicarlo? ¿Por qué el pa s se ha perdido, está abrasado como el desierto, sin que nadie pase?


Las ciudades habitadas serán destruidas, el pa s quedará hecho un desierto y sabréis que yo soy Yahveh''.


as dice el Se or Yahveh: 'Qu tate el turbante, despójate de la corona'. Se va a producir un cambio: lo humilde será ensalzado, y lo ensalzado será humillado.


'Hijo de hombre, entona una lamentación por el Faraón, rey de Egipto, y dile: 'Entre las naciones te cre as un león, cuando sólo eres un cocodrilo en las aguas; en tus r os chapoteas, enturbias las aguas con tus patas y agitas la corriente'.


Y por la majestad que le dio, temblaban ante él y le respetaban todos los pueblos, naciones y lenguas. Mataba a quien quer a, y a quien quer a dejaba con vida; engrandec a a quien quer a, y a quien quer a humillaba.


La primera era semejante a un león y ten a alas de águila. Segu observando, y de pronto vi que le arrancaron las alas, la levantaron de la tierra, se puso de pie sobre sus patas como un hombre y le dieron un corazón humano.


Convertiré vuestras ciudades en montones de ruinas, derribaré vuestros santuarios y no aspiraré ya más vuestros aromas calmantes.


A vosotros os dispersaré entre las naciones y desenvainaré la espada detrás de vosotros. Vuestro pa s será arrasado y vuestras ciudades reducidas a escombros.


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