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Jeremías 4:24 - Biblia Castilian 2003

24 Miré a los montes, y ¡ay! estaban temblando, y todos los collados se estremec an.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

24 Miré a los montes, y he aquí que temblaban, y todos los collados fueron destruidos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Miré a las montañas y colinas que temblaban y se agitaban.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Miré a los montes, y temblaban; a los cerros, y se sacudían.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Miré los montes, y he aquí temblaban, Y todos los collados se estremecían.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Miré a los montes, y ¡ay! estaban temblando, y todos los collados se estremecían.

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Jeremías 4:24
19 Referans Kwoze  

Le dijo Yahveh: 'Sal y ponte en pie en el monte ante Yahveh'. Pasó entonces Yahveh, mientras soplaba un viento huracanado que hend a los montes y quebraba las pe as ante Yahveh; pero no estaba Yahveh en el huracán. Después del huracán hubo un terremoto; pero no estaba Yahveh en el terremoto.


En mi aprieto yo clamo al Se or, a mi Dios elevo el grito, y él escucha mi voz desde su templo, mi clamor alcanza a sus o dos.


Las nubes arrojaron aguaceros, emitieron su voz los nubarrones y volaron tus flechas.


Sus rayos iluminan el espacio, la tierra ve y se estremece;


Todo el monte Sina humeaba, porque hab a descendido sobre él Yahveh en forma de fuego, y el humo sub a como la humareda de un horno. Toda la monta a retemblaba.


Por eso estremeceré los cielos, la tierra retemblará en su sitio, por la cólera de Yahveh Sebaot en el d a del ardor de su ira.


Vacilará la tierra como un ebrio, oscilará como una caba a, pesará sobre ella su pecado, caerá y nunca se levantará.


Por eso se encendió la ira de Yahveh contra su pueblo, tendió su mano contra él y lo hirió. Temblaron las monta as. Los cadáveres fueron como basura en medio de las calles. Y ni aun as se calmó su ira, y su mano está todav a extendida.


Yahveh es el Dios verdadero, el Dios vivo y el Rey eterno. Ante su ira tiembla la tierra, y las naciones no soportan su furor.


Desde Dan se oye el resoplar de sus caballos; al estridor de los relinchos de sus corceles retiembla toda la tierra; vienen a devorar el pa s y cuanto contiene, la ciudad y los que la habitan.


Haré de Jerusalén una escombrera, una guarida de chacales; de las ciudades de Judá haré un desierto sin habitantes.


Temblarán ante m los peces del mar, las aves del cielo, las fieras del campo, todos los reptiles que reptan por la tierra y todos los hombres que hay en la superficie de la tierra. Se desplomarán las monta as, se despe arán las rocas y caerán por tierra todas las murallas.


Los montes se funden bajo sus pies, los valles se hienden como cera ante el fuego, como aguas despe adas por una torrentera.


tiemblan los montes al verte, pasa una tromba de agua alza su voz el abismo, el sol levanta sus manos a lo alto


Cuando se levanta la tierra se estremece; cuando mira se sobresaltan las naciones, se desmoronan los montes eternos, se hunden los collados antiguos, sus caminos de siempre.


Y el cielo fue retirado como rollo que se enrolla, y todo monte e isla fueron dislocados de su lugar.


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