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Jeremías 4:20 - Biblia Castilian 2003

20 Desastre sobre desastre, se grita. ¡Todo el pa s está devastado! De repente son saqueadas mis tiendas; en un instante, mis pabellones.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

20 Quebrantamiento sobre quebrantamiento es anunciado; porque toda la tierra es destruida; de repente son destruidas mis tiendas, en un momento mis cortinas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Olas de destrucción cubren la tierra, hasta dejarla en completa desolación. Súbitamente mis carpas son destruidas; de repente mis refugios son demolidos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Las derrotas se suceden una tras otra, el país va quedando desierto. En un abrir y cerrar de ojos, fueron arrebatados mis pabellones y mis carpas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Se anuncia golpe sobre golpe, Porque toda la tierra está devastada; Súbitamente son saqueadas mis tiendas, En un momento mis cortinas.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Desastre sobre desastre, se grita. ¡Todo el país está devastado! De repente son saqueadas mis tiendas; en un instante, mis pabellones.

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Jeremías 4:20
29 Referans Kwoze  

a él, mi Dios. Mi alma está abatida en m; por eso te recuerdo desde la tierra del Jordán, desde los Hermones y el monte de Mizar.


bendito eternamente su renombre y que la tierra toda se llene de su gloria. Amén, amén.


Dijo Yahveh a Moisés: 'Di a los israelitas. Sois un pueblo de dura cerviz. Si yo subiera, aunque fuera por un momento, con vosotros, os exterminar a. Ahora, pues, qu tate las galas de encima y ya sabré yo lo que debo hacer contigo'.


Gemid que está cerca el d a de Yahveh, como estrago de Sadday llegará.


Mi corazón grita por Moab. Sus fugitivos, hasta Soar: Eglat Selisiyá. La cuesta de Lujit se la suben llorando; por el camino de Joronáin lanzan gritos desgarrados,


Contempla a Sión, ciudad de nuestra asamblea. Tus ojos verán a Jerusalén morada tranquila, tienda inamovible, cuyas clavijas jamás se arrancarán y ninguna de sus cuerdas será rota.


Te sobrevendrán las dos cosas de repente, en un solo d a; orfandad y viudez en toda su plenitud vendrán sobre ti, a pesar de la multitud de tus hechicer as, a pesar de la potencia de tus muchos maleficios.


Ensancha el lugar de tu tienda, despliega, no escatimes, las lonas de tus moradas, alarga tus cuerdas y asegura tus clavijas,


la han dejado arrasada, está de luto ante m, desolada. Todo el pa s está devastado, pero nadie lo lamentaba.


Véanse avergonzados mis perseguidores, pero no sea yo avergonzado; sean aterrorizados ellos, pero no sea yo aterrorizado. Trae sobre ellos el d a de la desgracia y destrúyelos con doble destrucción.


¿Hasta cuándo tendré que ver banderas y o r el son de la trompeta?


Pues as dice Yahveh: 'Todo el pa s será un desierto; voy a darle el golpe de gracia'.


Izad bandera hacia Sión: aprisa, no os paréis, pues traigo una desgracia desde el norte, un desastre inmenso.


¡S ! ¡Escuchad! De Sión se oye un lamento: ¡Ay! Cómo estamos oprimidos, se nos cae la cara de vergüenza; pues hemos tenido que abandonar el pa s, porque han derribado nuestras moradas.


Terror y tumba fue nuestra suerte, devastación y desastre.


'Pues as dice el Se or Yahveh: 'Ciertamente si yo env o contra Jerusalén mis cuatro peores castigos: espada, hambre, fieras y peste, para exterminar de ella a hombres y animales;


'¡Ay! ¡Ay de ese d a! Porque está cerca el d a de Yahveh: viene como devastación de Sadday.'


Si con todo esto aún no me escucháis, seguiré castigándoos siete veces más por vuestros pecados.


Y si todav a os obstináis en oponeros a m y no queréis escucharme, yo a adiré sobre vosotros siete veces más plagas, según vuestros pecados.


también yo a mi vez me opondré a vosotros, y os castigaré siete veces más por vuestros pecados.


yo me opondré a vosotros con furor, y os castigaré yo mismo otras siete veces por vuestros pecados.


Veo aterradas las tiendas de Cusán, temblorosos los pabellones del pa s de Madián.


'Apartaos de esta comunidad, porque voy a exterminarla en un instante'.


No tengáis miedo a los que matan el cuerpo; que al alma no pueden matarla. Temed más bien a quien tiene poder para hacer que perezcan cuerpo y alma en la gehenna.


Estos tales padecerán el castigo de la ruina eterna, alejados de la presencia del Se or y de la gloria de su poder,


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