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Jeremías 4:19 - Biblia Castilian 2003

19 ¡Mis entra as! ¡Mis entra as! ¡Me retuerzo de dolor! ¡Entretelas de mi corazón! Mi corazón me palpita, no puedo callarme, pues sonido de trompeta oye mi alma, alarma de guerra.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

19 ¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón; mi corazón se agita dentro de mí; no callaré; porque sonido de trompeta has oído, oh alma mía, pregón de guerra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 ¡Mi corazón, mi corazón, me retuerzo de dolor! ¡Mi corazón retumba dentro de mí! No puedo quedarme quieto. Pues he escuchado el sonar de las trompetas enemigas y el bramido de sus gritos de guerra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 ¡Ay, qué dolores en todo mi interior, me duele el corazón! Me palpita tan fuerte que no puedo callarme. ¿No oyes, alma mía, el toque del clarín y el estruendo de la guerra?

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 ¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón, Mi corazón se agita dentro de mí, No puede estarse quieto, Por cuanto oíste, alma mía, El sonido del shofar° Y el clamor° de la guerra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 ¡Mis entrañas! ¡Mis entrañas! ¡Me retuerzo de dolor! ¡Entretelas de mi corazón! Mi corazón me palpita, no puedo callarme, pues sonido de trompeta oye mi alma, alarma de guerra.

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Jeremías 4:19
48 Referans Kwoze  

Que no participe mi alma en sus consejos, ni mi corazón se asocie a su asamblea. Porque en su furor mataron hombres y en su desenfreno desjarretaron toros.


empezó a gritar a su padre: '¡Ay, mi cabeza, mi cabeza!'. Mandó el padre a un criado: 'Llévaselo a su madre'.


El varón de Dios, demudado el rostro, se quedó totalmente paralizado y luego rompió a llorar.


De David. Bendice, alma m a, al Se or, y todo mi interior, su santo nombre;


Alma m a, retorna a tu reposo, que el Se or cumple contigo.


R os de agua descienden de mis ojos de que tu ley no sea observada.


Soy pasto del furor de los imp os que abandonan tu ley.


Aleluya. Alaba, alma m a, al Se or:


yo digo al Se or: 'Tú eres mi due o, tú mi bien, y nada hay sobre ti'.


Mi corazón grita por Moab. Sus fugitivos, hasta Soar: Eglat Selisiyá. La cuesta de Lujit se la suben llorando; por el camino de Joronáin lanzan gritos desgarrados,


Por eso mis entra as, por Moab, resuenan como c tara, y todo mi interior por Quir Jeres.


Por eso se han llenado de convulsión mis entra as; me han acometido dolores, como dolores de parturienta. Estoy tan agobiado que no oigo, estoy tan aterrado que no veo.


Mi corazón siente vértigo, el terror me espanta; el crepúsculo deseado se me ha convertido en horror.


Por eso digo: 'No me miréis, lloraré amargamente; no porfiéis en consolarme por la ruina de la hija de mi pueblo'.


Si no escucháis esto, llorará en secreto mi alma ante tal orgullo, se deshará en lágrimas; derramarán lágrimas mis ojos, porque es llevada cautiva la grey de Yahveh.


Pensé: 'No me acordaré más de él, no hablaré más en su nombre'. Pero hab a en mi corazón como un fuego abrasador, encerrado en mis huesos; me esforzaba en contenerlo, pero no pod a.


Sobre los profetas. Se me rompe el corazón dentro de m, tiemblan todos mis huesos; estoy como un hombre borracho, como uno a quien rindió el vino, por causa de Yahveh y de sus santas palabras:


¿Hasta cuándo tendré que ver banderas y o r el son de la trompeta?


Anunciad en Judá, proclamad en Jerusalén y decid: tocad la trompeta en el pa s, clamad y gritad a plena voz: reun os, y entremos en las ciudades amuralladas.


diciendo: ¡No!, sino que nos iremos al pa s de Egipto, donde no veremos más guerra, ni oiremos la voz de la trompeta, ni tendremos hambre de pan y all nos quedaremos,


Por eso, mirad que vienen d as - oráculo de Yahveh -, en que lanzaré contra Rabá de los amonitas el grito de guerra: será una escombrera desolada, y sus hijas consumidas por el fuego. As heredará Israel a sus herederos, dice Yahveh.


¡Grito de guerra en el pa s! ¡Desastre inmenso!


Cuando o mos la noticia desfallecieron nuestras manos; la angustia se apoderó de nosotros, dolor como de parturienta.


Mi alegr a es para m pesadumbre, mi corazón dentro de m languidece.


Por el hundimiento de la hija de mi pueblo estoy hundido, estoy triste, la consternación me sobrecoge.


¡Quién me diera en el desierto un albergue de caminantes! Abandonar a a mi pueblo, me marchar a de su lado, pues todos son adúlteros, una banda de traidores.


Haré de Jerusalén una escombrera, una guarida de chacales; de las ciudades de Judá haré un desierto sin habitantes.


Por eso estoy llorando Ain y mis ojos se deshacen en lágrimas, porque se alejó de m el consolador, el que puede devolverme la vida. Mis hijos están desolados, porque prevalece el enemigo.


¡Mira, Yahveh, cuán angustiada estoy! Res Me hierven las entra as, mi corazón se retuerce en mi interior, porque he sido muy rebelde. Por fuera hace estragos la espada, por dentro es como la muerte.


Mis ojos se consumen por las lágrimas, Kaf hierven mis entra as. Se derramó por tierra mi hiel a causa del desastre de la hija de mi pueblo, al ver que ni os y lactantes desfallec an en las plazas de la ciudad.


eres tú, ¡oh rey!, que has crecido y te has hecho fuerte; tu grandeza se ha acrecentado y ha llegado hasta el cielo, y tu imperio hasta los confines de la tierra'.


Yo, Daniel, quedé turbado en mi esp ritu por todas estas cosas y las visiones de mi mente me aterraron.


Hasta aqu el relato. Yo, Daniel, quedé asustado de mis pensamientos, palidec y lo guardé todo en mi corazón.


Yo, Daniel, ca desfallecido y estuve enfermo varios d as. Después me levanté y despaché los asuntos del rey. La visión me hab a aturdido y no acaba de entenderla.


¿Suena la trompeta en la ciudad sin que la gente se alarme? ¿Hay en la ciudad una desgracia que no haya dispuesto Yahveh?


Lo he o do y se estremecen mis entra as, ante esa noticia tiemblan mis labios, la caries penetra en mis huesos, vacilan mis pasos al andar. Esperaré tranquilo el d a de angustia que ha de venir sobre el pueblo invasor.


Cuando en vuestra tierra salgáis a guerrear contra un enemigo que os ataque, tocaréis a zafarrancho, y entonces Yahveh, vuestro Dios, se acordará de vosotros y seréis librados de vuestros enemigos.


Hermanos, el anhelo de mi corazón y mi oración a Dios por ellos es para que alcancen salvación.


O bien, si la trompeta emite un sonido confuso, ¿quién se preparará para la batalla?


Hijos m os, a quienes de nuevo estoy dando a luz con dolor, hasta que Cristo sea formado en vosotros.


El torrente Quisón los barrió, el torrente de tiempos antiguos, el torrente Quisón. ¡Avanza, alma m a, con denuedo!


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