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Jeremías 38:7 - Biblia Castilian 2003

7 El cusita Ebedmélec, eunuco residente en el palacio real, oyó que hab an echado a Jerem as en la cisterna. El rey se encontraba entonces en la puerta de Benjam n.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 Y oyendo Ebed-melec, hombre etíope, eunuco de la casa real, que habían puesto a Jeremías en la cisterna, y estando sentado el rey a la puerta de Benjamín,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Pero el etíope Ebed-melec, un importante funcionario de la corte, se enteró de que Jeremías estaba en la cisterna. En ese momento el rey estaba en sesión junto a la puerta de Benjamín,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Pero un oficial del palacio, el etíope Abdemalec, oyó decir que habían echado a Jeremías en el pozo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Pero un etíope llamado Ebed-melec, eunuco del palacio real, supo que habían puesto a Jeremías en la cisterna; y estando sentado el rey en la puerta de Benjamín,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 El cusita Ebedmélec, eunuco residente en el palacio real, oyó que habían echado a Jeremías en la cisterna. El rey se encontraba entonces en la puerta de Benjamín.

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Jeremías 38:7
22 Referans Kwoze  

Llevó cautivo a Babilonia a Jecon as; también se llevó cautivos, de Jerusalén a Babilonia, a la madre del rey, a las mujeres del rey, a sus eunucos y a los personajes importantes del pa s.


Amenaza tú a la bestia de las ca as, la banda de los búfalos, los toros de los pueblos, que se sometan como vasallos tributarios; dispersa las naciones que se complacen en la guerra.


Los sanguinarios odian al inocente, los rectos se preocupan por su vida.


Que no diga el extranjero que se ha asociado a Yahveh: 'Me separará totalmente Yahveh de su pueblo'. Que no diga el eunuco: '¡Ay! Soy un le o seco'.


¿Cambia un negro su piel, o una pantera sus manchas? ¡Entonces podr ais obrar bien, vosotros habituados a obrar mal!


Y Pasjur mandó azotar al profeta Jerem as y lo puso en el cepo que hab a en la puerta superior de Benjam n, en el templo de Yahveh.


Los pr ncipes y todo el pueblo dijeron entonces a los sacerdotes y a los profetas: 'Este hombre no merece pena de muerte, porque nos ha hablado en nombre de Yahveh, vuestro Dios.


después de haber salido de Jerusalén el rey Jecon as, la reina madre, los eunucos, los pr ncipes de Judá y de Jerusalén, los herreros y los cerrajeros,


A los pr ncipes de Judá y a los pr ncipes de Jerusalén, a los eunucos y a los sacerdotes, y a toda la población del pa s, que han pasado entre los trozos del novillo,


Al llegar a la puerta de Benjam n, se encontró all con un jefe de la guardia, llamado Yir as, hijo de Selem as, hijo de Janan as, que prendió al profeta Jerem as, exclamando: '¡Conque te pasas a los caldeos!'.


Salió entonces Ebedmélec del palacio real y habló al rey en estos términos:


odian al testigo en el juicio y detestan al que habla rectamente!


Todo el pa s se cambiará en llanura, desde Gueba hasta Rimón en el Negueb. Pero Jerusalén se elevará y permanecerá en su lugar: desde la puerta de Benjam n hasta el emplazamiento de la puerta vieja, o sea, hasta la puerta del Ángulo, y desde la torre de Jananel hasta los lagares del rey.


De esta suerte, los últimos serán primeros, y los primeros últimos'.


su padre y su madre lo tomarán y lo llevarán a los ancianos de la ciudad, a la puerta del lugar,


Huirá, pues, el homicida a una de estas ciudades, se presentará a la entrada de la puerta de la ciudad y expondrá su caso a los ancianos; y éstos le darán asilo en su ciudad y un lugar donde habitar con ellos.


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