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Jeremías 38:19 - Biblia Castilian 2003

19 'Estoy preocupado - dijo el rey Sedec as a Jerem as - por causa de los jud os que se han pasado a los caldeos, no sea que me entreguen en su mano y se burlen de m '.

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Biblia Reina Valera 1960

19 Y dijo el rey Sedequías a Jeremías: Tengo temor de los judíos que se han pasado a los caldeos, no sea que me entreguen en sus manos y me escarnezcan.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 —Pero tengo miedo de rendirme —dijo el rey—, porque los babilonios me pueden entregar a los judíos que desertaron para unirse a ellos. ¡Y quién sabe qué me harán!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Sedecías dijo a Jeremías: 'Les tengo miedo a los judíos que se han pasado a los caldeos; pues si me entregan a ellos, se vengarán de mi persona.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 El rey Sedequías dijo a Jeremías: Tengo temor de los judíos que desertaron a los caldeos, no sea que me entreguen en sus manos y me escarnezcan.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 'Estoy preocupado -dijo el rey Sedecías a Jeremías- por causa de los judíos que se han pasado a los caldeos, no sea que me entreguen en su mano y se burlen de mí'.

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Jeremías 38:19
17 Referans Kwoze  

Los correos pasaron de ciudad en ciudad por tierras de Efra n y de Manasés hasta las de Zabulón. Pero la gente se re a y se burlaba de ellos.


Cuando Sanbalat y Tob as, los árabes, los amonitas y los de Asdod supieron que progresaba la restauración de las murallas de Jerusalén, y que hab an empezado a cerrarse las brechas, se irritaron sobremanera,


como si temiera el rumor de la gente o me asustara el desprecio del pueblo y callara sin salir a la puerta.


El temor a los hombres es una trampa; quien conf a en Yahveh vive seguro.


¿Ante quién temblabas y tem as cuando ment as? De m no te acordabas ni te lo tomabas a pecho. ¿No soy yo quien calla y disimula? Por eso a m no me tem as.


Tú me sedujiste, Yahveh, y yo me dejé seducir. Fuiste más fuerte que yo y contra m prevaleciste. Sirvo de irrisión todo el d a; todos ellos se burlan de m.


mira: todas las mujeres que quedan en el palacio del rey de Judá serán llevadas a los jefes del rey de Babilonia e irán cantando: 'Te enga aron y pudieron contra ti tus buenos amigos; se hundieron tus pies en el fango, pero ellos te han dado la espalda'.


'Ah está en vuestras manos - respondió el rey Sedec as -, pues el rey nada puede contra vosotros'.


Nabuzardán, jefe de la escolta, deportó a Babilonia al resto de la población que hab a quedado en la ciudad, a los desertores que se hab an pasado a él y al resto de los artesanos que quedaban.


Sin embargo, también de entre los jefes muchos creyeron en él; pero, por miedo a los fariseos, no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.


Y como sus corazones se sent an alegres dijeron: 'Llamad a Sansón para que nos divierta'. Trajeron a Sansón de la cárcel y les sirvió de diversión. Luego lo colocaron entre las columnas.


Él llamó de inmediato a su joven escudero y le dijo: 'Saca tu espada y remátame, para que nadie diga de m: 'Una mujer lo ha matado''. Su escudero lo traspasó, y él murió.


Saúl dijo entonces a Samuel: 'He pecado, porque he transgredido el mandato de Yahveh y tus palabras; pero ha sido porque tuve miedo al pueblo y escuché su clamor.


Dijo entonces a su escudero: 'Desenvaina tu espada y atraviésame con ella, no sea que lleguen esos incircuncisos y me atraviesen y hagan escarnio de m '. Pero no quiso acceder su escudero, por el gran temor que sent a. Saúl tomó entonces su propia espada y se dejó caer sobre ella.


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