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Jeremías 36:5 - Biblia Castilian 2003

5 Después Jerem as dio a Baruc esta orden: 'Yo estoy arrestado, no puedo ir al templo de Yahveh.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

5 Después mandó Jeremías a Baruc, diciendo: A mí se me ha prohibido entrar en la casa de Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Entonces Jeremías le dijo a Baruc: «Estoy preso aquí y no puedo ir al templo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Jeremías mandó decirle a Baruc: 'Estoy detenido y no puedo ir a la Casa de Yavé,

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Después Jeremías mandó a Baruc, diciendo: A mí se me ha prohibido entrar en la Casa de YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Después Jeremías dio a Baruc esta orden: 'Yo estoy arrestado, no puedo ir al templo de Yahveh.

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Jeremías 36:5
15 Referans Kwoze  

Hab a ido yo a casa de Sema as, hijo de Dela as, hijo de Mehetabel, que estaba recluido en su casa, y me dijo: 'Tengamos una reunión en la casa de Dios, dentro del templo, y cerremos sus puertas, porque van a venir a matarte. Esta misma noche vendrán a matarte'.


sobre m pesa tu enojo y con toda aflicción me has humillado. Selah


Y Pasjur mandó azotar al profeta Jerem as y lo puso en el cepo que hab a en la puerta superior de Benjam n, en el templo de Yahveh.


y entregué el documento de compra a Baruc hijo de Ner as, hijo de Majs as, a la vista de Janamel, hijo de mi t o, a la vista de los testigos que hab an suscrito el documento de compra y a la vista de todos los jud os que estaban en el patio de la guardia,


El ejército del rey de Babilonia sitiaba por aquel entonces a Jerusalén, y el profeta Jerem as se hallaba recluido en el patio de la guardia que hab a en el palacio real de Judá,


De nuevo le fue dirigida la palabra de Yahveh a Jerem as, mientras se hallaba recluido en el patio de la guardia, en estos términos:


Los jefes se encolerizaron contra Jerem as, lo golpearon y lo metieron en la prisión de la casa de Jonatán, el secretario, convertida en cárcel.


Jerem as quedó en el patio de la guardia hasta el d a en que Jerusalén fue tomada.


Tomaron, pues, a Jerem as y lo arrojaron en la cisterna de Malqu as, hijo del rey, que hab a en el patio de la guardia. Bajaron a Jerem as con cuerdas. En la cisterna no hab a agua, sino fango, y Jerem as se hundió en el fango.


Y ahora, mira: hoy te libro de las cadenas que hay en tus manos. Si te parece bien venir conmigo a Babilonia, ven, y yo miraré por ti; pero si te parece mal venir conmigo a Babilonia, déjalo. Mira: todo el pa s está delante de ti; vete a donde mejor y más conveniente te parezca'.


¿Son servidores de Cristo? Lo diré como quien delira: ¡mucho más lo soy yo! Más en trabajos, más en cárceles, much simo más en palizas; y, frecuentemente, en peligros de muerte.


Por lo cual, yo, Pablo, prisionero por Cristo [Jesús] para beneficio de vosotros los gentiles... -


cuyo embajador soy, aun entre cadenas, para que pueda hablar valerosamente de él como es debido.


Por él soporto el sufrimiento, incluso el de las cadenas, como si fuera un malhechor. Pero la palabra de Dios no está encadenada.


Hubo quienes sufrieron prueba de ultrajes y de azotes, e incluso de cadenas y de cárcel.


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