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Jeremías 36:26 - Biblia Castilian 2003

26 sino que el rey ordenó a Yerajmeel, hijo del rey; a Serayas, hijo de Azriel, y a Selem as, hijo de Abdel, que prendieran a Baruc, el secretario, y a Jerem as, el profeta; pero Yahveh los escondió.

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Biblia Reina Valera 1960

26 También mandó el rey a Jerameel hijo de Hamelec, a Seraías hijo de Azriel y a Selemías hijo de Abdeel, para que prendiesen a Baruc el escribiente y al profeta Jeremías; pero Jehová los escondió.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 Entonces el rey mandó a su hijo Jerameel, a Seraías, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdeel, para que arrestaran a Baruc y a Jeremías; pero el Señor los había escondido.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 En seguida, el rey ordenó a Jeramiel, a Seraías y a Selemías que tomaran preso al secretario Baruc y al profeta Jeremías, pero Yavé los ocultó.

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 Y el rey envió a Jerameel ben Hamelec, a Seraías ben Azriel y a Selemías ben Abdeel, para que apresaran a Baruc el escriba y al profeta Jeremías, pero YHVH los escondió.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 sino que el rey ordenó a Yerajmeel, hijo del rey; a Serayas, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdel, que prendieran a Baruc, el secretario, y a Jeremías, el profeta; pero Yahveh los escondió.

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Jeremías 36:26
34 Referans Kwoze  

'Vete de aqu, dir gete al oriente y escóndete en el torrente Querit, que está al este del Jordán.


'Ponte en camino, ve a Sarefta de Sidón y quédate all; porque ya he dado orden all a una mujer viuda para que te provea de sustento'.


pues cuando Jezabel intentó exterminar a los profetas de Yahveh, Abd as recogió a cien profetas, los escondió en unas cavernas en dos grupos de cincuenta y les proveyó de pan y de agua.


Él respondió: 'He sentido vivo celo por Yahveh, Dios Sebaot, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han demolido tus altares y han pasado a cuchillo a tus profetas. Sólo he quedado yo, y me buscan para quitarme la vida'.


Él respondió: 'He sentido vivo celo por Yahveh, Dios Sebaot, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han demolido tus altares, y han pasado a cuchillo a tus profetas. Sólo he quedado yo, y me buscan para quitarme la vida'.


El rey de Israel ordenó: 'Prende a Miqueas, lleváselo a Amón, gobernador de la ciudad, y a Joás, hijo del rey,


Pero Josebá, hija del rey Jorán y hermana de Ocoz as, tomó a Joás, hijo de Ocoz as, lo sacó furtivamente de entre los hijos del rey que estaban siendo asesinados y lo escondió, a él y a su nodriza, en la alcoba, para ocultarlo de la vista de Atal a. Por eso no fue asesinado.


y decidle: 'As ha ordenado el rey: metedlo en la cárcel y tenedlo a pan y agua con escasa ración, hasta que yo vuelva en paz''.


'¡No toquéis a mis ungidos, no hagáis da o a mis profetas!'.


El Se or guarda tus idas y venidas, desde ahora, para siempre.


Él me esconde en su abrigo el d a de la angustia, me oculta en el secreto de su tienda, me encarama en la roca.


Tú eres mi refugio: me libras del pesar y me ci es del gozo del rescate. Selah


Del director. 'No destruyas'. De David. Miktam. En la cueva, huyendo de Saúl.


Escucha, Dios, mi voz, cuando me quejo y preserva mi vida del terror del enemigo.


El que mora al abrigo del Alt simo y a la sombra del Omnipotente se aposenta,


Anda, pueblo m o, entra en tus aposentos y cierra tus puertas tras de ti; escóndete apenas un momento, hasta que pase el enojo.


Te combatirán, pero no podrán contigo, porque contigo estoy yo - oráculo de Yahveh - para salvarte.


En vano castigué a vuestros hijos, no aprendieron la lección; vuestra espada devoró a vuestros profetas como león desgarrador.


Sin embargo, la mano de Ajicán, hijo de Safán, veló por Jerem as, para que no fuera entregado en manos del pueblo y le dieran muerte.


'Vete - dijeron los dignatarios a Baruc - y escondeos, tú y Jerem as; que nadie sepa donde estáis'.


Después Jerem as dio a Baruc esta orden: 'Yo estoy arrestado, no puedo ir al templo de Yahveh.


Tomaron, pues, a Jerem as y lo arrojaron en la cisterna de Malqu as, hijo del rey, que hab a en el patio de la guardia. Bajaron a Jerem as con cuerdas. En la cisterna no hab a agua, sino fango, y Jerem as se hundió en el fango.


Es que los pont fices y los fariseos hab an dado ya órdenes de que todo el que supiera dónde estaba lo denunciara, para ir ellos a prenderlo.


Al enterarse los fariseos de que el pueblo rumoreaba esto acerca de él, los pont fices y los fariseos enviaron guardias para prenderlo.


Estas palabras las dijo junto al tesoro, mientras estaba ense ando en el templo; y nadie le echó mano, porque aún no hab a llegado su hora.


Entonces tomaron piedras para lapidarle; pero Jesús se escondió y salió del templo.


Vuelto en s Pedro, dijo: 'Ahora realmente caigo en la cuenta de que ha enviado el Se or su ángel y me ha librado de la mano de Herodes y de toda la expectación del pueblo jud o'.


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