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Jeremías 36:24 - Biblia Castilian 2003

24 El rey y todos sus servidores, que hab an o do todas aquellas palabras, no se asustaron ni rasgaron sus vestiduras.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

24 Y no tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos el rey y todos sus siervos que oyeron todas estas palabras.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Ni el rey ni sus asistentes mostraron ninguna señal de temor o arrepentimiento ante lo que habían oído.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Ni el rey, ni ninguno de sus servidores se asustaron o se rasgaron las vestiduras al escuchar estas palabras.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Así no tuvieron temor, y ni el rey ni ninguno de sus siervos que habían oído aquellas palabras rasgaron sus vestidos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 El rey y todos sus servidores, que habían oído todas aquellas palabras, no se asustaron ni rasgaron sus vestiduras.

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Jeremías 36:24
20 Referans Kwoze  

Cuando Rubén volvió a la cisterna y vio que José no estaba en ella, rasgó sus vestiduras


Entonces Jacob rasgó sus vestiduras, se vistió de saco e hizo duelo por su hijo muchos d as.


David echó mano a sus vestidos y los rasgó; y lo mismo hicieron todos los que estaban con él.


Al o r Ajab todas estas palabras, rasgó sus vestiduras, se puso un saco sobre la carne y ayunó. Se acostaba con el saco puesto y andaba abatido.


Tú llegas a destruir la piedad, suprimes la meditación de Dios.


Del director. Del siervo de Yahveh. De David.


Un dictamen de culpa destinado al imp o llevo en mi corazón: El temor de Dios no existe delante de sus ojos.


disparan en oculto al inocente, tirando de sorpresa, sin ser vistos.


El Faraón se volvió y entró en su casa, sin prestar atención tampoco a esto.


Yahveh, tu mano está alzada, pero ellos no la ven. ¡Vean, avergonzados, tu celo por el pueblo; el fuego devore a tus enemigos!


Eliaqu n, hijo de Jilqu as, mayordomo del palacio, Sebná, el secretario, y Joaj, hijo de Asaf, el cronista, se presentaron a Ezequ as con las vestiduras rasgadas y le refirieron las palabras del copero mayor.


El rey Ezequ as, al o rlo, rasgó sus vestiduras y, cubierto de saco, entró en el templo de Yahveh.


Cuando oyeron todas las palabras, se miraron unos a otros asustados y dijeron a Baruc: 'Daremos cuenta exacta al rey de todas estas cosas'.


Yahveh, ¿no buscan tus ojos la verdad? Los has golpeado y no se han dolido; los has consumido, y no quisieron aprender la lección. Tienen la cara más dura que una piedra, no quieren convertirse.


La noticia llegó al rey de N nive, quien se levantó de su trono, se quitó el manto, se vistió de saco y se sentó en la ceniza.


Los habitantes de N nive comparecerán en el juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron ante la predicación de Jonás, y aqu hay uno que es más que Jonás.


No hay temor de Dios ante sus ojos.


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