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Jeremías 32:30 - Biblia Castilian 2003

30 Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá, desde su juventud, no han hecho sino lo que es malo a mis ojos, ya que los hijos de Israel no han hecho más que ofenderme con las obras de sus manos - oráculo de Yahveh -.

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Biblia Reina Valera 1960

30 Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho sino lo malo delante de mis ojos desde su juventud; porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

30 Desde su comienzo Israel y Judá solo han hecho lo malo. Me han enfurecido con todas sus malas acciones —dice el Señor—.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

30 Pues los hijos de Israel y los de Judá no han hecho otra cosa, desde su juventud, más que disgustarme; sí, los hijos de Israel no han hecho más que molestarme con las obras de sus manos, dice Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho sino lo malo ante mis ojos desde su juventud. Ciertamente los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá, desde su juventud, no han hecho sino lo que es malo a mis ojos, ya que los hijos de Israel no han hecho más que ofenderme con las obras de sus manos -oráculo de Yahveh-.

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Jeremías 32:30
25 Referans Kwoze  

Aspiró Yahveh el calmante aroma y dijo Yahveh en su corazón: 'No volveré ya más a maldecir la tierra por causa del hombre, pues los designios del corazón del hombre son malos desde su ni ez, ni volveré a castigar más a todo viviente, como lo he hecho.


Pero ellos se rebelaron, ofendieron su santo esp ritu y él se les cambió en enemigo y luchó contra ellos.


Yahveh Sebaot, que te hab a plantado, decretó contra ti la desgracia, por la maldad de la casa de Israel y la casa de Judá, que cometieron en su propio da o, irritándome al incensar a Baal.


Yo os llevé a un pa s que es un vergel, para que comierais de lo mejor de su fruto; pero llegasteis y manchasteis mi tierra, hicisteis abominable mi heredad.


Te hablé cuando viv as tranquila. Dijiste: 'No quiero o r'. Éste es tu proceder desde tu juventud: nunca has escuchado mi voz.


Y no vayáis tras otros dioses para servirlos y adorarlos, ni me ofendáis con las obras de vuestras manos, para que no os haga mal.


Pero no me habéis escuchado - oráculo de Yahveh -, de modo que me habéis ofendido con las obras de vuestras manos para desgracia vuestra.


Acostémonos sobre nuestra vergüenza, y nuestra ignominia nos cubra; pues contra Yahveh, nuestro Dios, hemos pecado, nosotros y nuestros padres, desde nuestra juventud hasta hoy, y no hemos escuchado la voz de Yahveh, nuestro Dios.


Todos tus amantes te olvidaron, no se preocuparon de ti. Como hiere un enemigo te her, con castigo riguroso, por tu gran iniquidad, porque fueron muchos tus pecados.


'Procúrate un rollo y escribe en él todas las palabras que te he dicho acerca de Israel, acerca de Judá y acerca de todas las naciones, desde el d a en que comencé a hablarte en tiempo de Jos as hasta hoy.


por el mal que cometieron ofendiéndome, yendo a incensar y servir a otros dioses que no hab an conocido ni ellos ni vosotros ni vuestros padres.


al ofenderme con las obras de vuestras manos, por incensar a otros dioses en el pa s de Egipto, adonde habéis venido a residir, resultando as que os extermináis y os convert s en una maldición y un oprobio en todas las naciones de la tierra?


¡Mira! ¡Oye! Gritos de socorro de la hija de mi pueblo, por todo el pa s a la redonda: ¿no está Yahveh en Sión, no está en ella su rey? ¿Por qué me han irritado con sus estatuas, con los dolos del extranjero?


Cuando los llevé al pa s que con la mano en alto hab a jurado darles, entonces dondequiera que vieron una colina elevada y cualquier árbol frondoso, all ofrecieron sus sacrificios, all presentaron sus irritantes ofrendas, all pusieron sus perfumes de calmante aroma, all hicieron sus libaciones.


Pero ellos se rebelaron contra m y no quisieron escucharme; nadie arrojó los monstruos abominables que deleitaban sus ojos, ni abandonaron los dolos de Egipto. Pensé entonces volcar mi furor sobre ellos, para desahogar del todo mi ira contra ellos en el pa s mismo de Egipto.


que se prostituyeron en Egipto; se prostituyeron en su juventud; all fueron palpados sus pechos, all fueron manoseados sus senos virginales.


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