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Jeremías 2:6 - Biblia Castilian 2003

6 Ni siquiera preguntaron: '¿Dónde está Yahveh, que nos sacó del pa s de Egipto y nos condujo por el desierto, tierra esteparia y agrietada, tierra seca y tenebrosa, tierra por donde nadie pasa y donde ningún hombre mora?'.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Y no dijeron: ¿Dónde está Jehová, que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos condujo por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pasó varón, ni allí habitó hombre?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 No preguntaron: “¿Dónde está el Señor que nos sacó a salvo de Egipto y nos guio a través del árido desierto, por una tierra desolada y llena de hoyos, una tierra de sequía y muerte, donde no vive ni viaja nadie?”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Ya no preguntan: ¿Dónde está Yavé, que nos hizo salir de Egipto y nos llevó a través del desierto, tierra de estepas y barrancas, tierra árida y tenebrosa, tierra sin habitantes y por donde no transita nadie?

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 En vez de preguntar: ¿Dónde está YHVH, Que nos hizo subir de la tierra de Egipto y nos condujo por el desierto, Por tierra desierta y despoblada, Tierra sedienta y sombría, Tierra por la cual nadie había pasado, Y en la cual nadie había habitado?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Ni siquiera preguntaron: '¿Dónde está Yahveh, que nos sacó del país de Egipto y nos condujo por el desierto, tierra esteparia y agrietada, tierra seca y tenebrosa, tierra por donde nadie pasa y donde ningún hombre mora?'.

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Jeremías 2:6
26 Referans Kwoze  

Tomó el manto de El as que se le hab a ca do de encima y golpeó con él las aguas, diciendo: '¿Dónde está Yahveh, Dios de El as?'. Y al golpear las aguas, éstas se dividieron a un lado y a otro, y pasó Eliseo.


¡Envuélvanlo tinieblas y sombras, pósese sobre él oscura nube, llénelo de espanto un eclipse solar!


no preguntan: '¿Dónde está Dios, mi Creador, el que hace resonar canciones en la noche,


Aunque hubiera de ir por los valles sombr os de la muerte, ningún mal temer a, pues conmigo estás tú: tu bastón y tu cayado me confortan.


Tú retienes mis párpados, y yo me azaro, mas no me voy de la palabra.


'Yo soy Yahveh, tu Dios, que te he sacado de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud.


en todas sus angustias. No fue un mensajero ni un ángel: él en persona los salvó. Por su amor y su piedad, él mismo los redimió, los levantó y los llevó todos los d as de anta o.


Pero ahora, Yahveh, tú eres nuestro padre. Nosotros somos la arcilla y tú el alfarero, obra de tus manos todos nosotros.


Dad gloria a Yahveh, vuestro Dios, antes de que oscurezca, antes de que tropiecen vuestros pies por los montes a la hora del crepúsculo, cuando esperéis la luz y yo la haya hecho tinieblas y la haya convertido en densa oscuridad.


Ve y grita a los o dos de Jerusalén lo siguiente: As dice Yahveh: Recuerdo de ti el cari o de tu juventud, el amor de tu noviazgo, cuando ibas tras de m por el desierto, por una tierra no sembrada.


Los sacerdotes no preguntaron: '¿Dónde está Yahveh?'. Ni los que se ocupan de mi ley me conocieron. Los pastores se rebelaron contra m; los profetas profetizaron por Baal y se fueron tras los que de nada sirven.


Renegaron de Yahveh y dijeron: 'Él no existe; no nos vendrá mal alguno, ni espada ni hambre veremos.


Pues aunque dicen: '¡Por vida de Yahveh!', lo cierto es que juran en falso.


Sus ciudades se han trocado en desierto, en tierra seca, y en estepa; no habita en ellas hombre alguno ni las atraviesa ningún ser humano.


Huyó Jacob al campo de Aram, sirvió Israel por una mujer, y por una mujer se hizo pastor.


Pero yo soy Yahveh, tu Dios desde el pa s de Egipto. No reconocerás a otro Dios fuera de m; ni hay otro salvador que yo.


Yo os saqué de la tierra de Egipto y os conduje por el desierto durante cuarenta a os para que ocuparais el pa s del amorreo.


El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; para aquellos que yac an en región y sombra de muerte una luz amaneció.


Partimos del Horeb, atravesamos todo ese vasto y terrible desierto que habéis visto, nos encaminamos hacia la monta a de los amorreos, como nos lo hab a mandado Yahveh, nuestro Dios, y llegamos a Cades Barnea.


Lo halla en tierra desierta, en vasta soledad, entre aullidos salvajes; lo rodea de cuidados, lo atiende, lo guarda como a la ni a de sus ojos.


Te acordarás de todo el camino que Yahveh, tu Dios, te ha hecho recorrer durante estos cuarenta a os por el desierto, para humillarte, probarte y saber lo que encierra tu corazón, y para ver si guardabas o no sus mandamientos.


Respondióle Gedeón: 'Por favor, se or m o. Si Yahveh está con nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto? ¿Dónde están todas esas maravillas que nos han narrado nuestros padres, al decirnos que nos sacó Yahveh de Egipto? Ahora Yahveh nos ha desamparado y nos ha entregado en manos de Madián'.


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