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Jeremías 11:19 - Biblia Castilian 2003

19 Yo era como manso cordero que se lleva al matadero; no sab a que contra m urd an intrigas: Destruyamos el árbol con su fruto, cortémosle de la tierra de los vivos y que no se miente más su nombre.

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Biblia Reina Valera 1960

19 Y yo era como cordero inocente que llevan a degollar, pues no entendía que maquinaban designios contra mí, diciendo: Destruyamos el árbol con su fruto, y cortémoslo de la tierra de los vivientes, para que no haya más memoria de su nombre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Yo era como cordero que se lleva al matadero. ¡No tenía idea de que pensaban matarme! «Destruyamos a ese hombre y todas sus palabras —dijeron—, derribémoslo para que su nombre sea olvidado para siempre».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 ¡Y yo que no tenía más sospecha que el cordero al que llevan tranquilo para matarlo! No sabía lo que estaban tramando para perderme: 'Hagámosle tragar unas buenas pruebas, hasta que desaparezca de entre los vivos, y nadie se acordará más de su nombre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Yo, como cordero manso llevado al matadero, no sabía que tramaban maquinaciones contra mí, diciendo: Cortemos el árbol con su fruto;° arranquémoslo de la tierra de los vivientes, para que su nombre no se pronuncie más.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Yo era como manso cordero que se lleva al matadero; no sabía que contra mí urdían intrigas: Destruyamos el árbol con su fruto, cortémosle de la tierra de los vivos y que no se miente más su nombre.

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Jeremías 11:19
28 Referans Kwoze  

El hombre ignora el camino que conduce a ella; no se encuentra en tierra de vivientes.


perezca su estirpe en exterminio y en una generación desaparezca su nombre.


jamás fenecerá, Kaf es perdurable el recuerdo de los justos. Lámed


Andaré en la presencia del Se or en el mundo de los vivos.


Miro a mi diestra para ver, y no hay un solo conocido; se ha perdido para m todo refugio, no hay nadie que se interese por mi vida.


¡Oh, yo espero he de gustar los bienes del Se or en la tierra de los vivos!


Las memorias me olvidan, como un muerto, soy igual que la vasija desgastada.


Y ahora, en mi ca da, se alegran ellos, se reúnen, confabulan para asestarme el golpe de improviso, y destrozan sin tregua.


Prefieres mal a bien, la mentira a la palabra justa. Selah


Urdiendo están un plan contra tu pueblo y tomando consejo contra tus protegidos.


La memoria del justo será bendecida, el nombre de los malvados se pudrirá.


No aceches, imp o, la casa del justo, no destruyas su morada;


Él sigue tras ella al instante, como toro que va al matadero; como ciervo apresado en la trampa,


El bribón: sus bribonadas son perversas, planea planes inicuos, para arruinar a los pobres con palabras falsas, aunque el necesitado hable con razón.


Yo dec a: no veré a Yahveh en la tierra de los vivos; no contemplaré ya a nadie con los habitantes del mundo.


Te combatirán, pero no podrán contigo, porque contigo estoy yo - oráculo de Yahveh - para salvarte.


Entonces dijeron ellos: 'Vamos a urdir planes contra Jerem as, pues no perecerá la ley por falta de sacerdotes, ni el consejo por falta de sabios, ni la palabra por falta de profetas. Vamos a herirlo en la lengua y no prestaremos atención a sus palabras'.


Yo o a el cuchicheo de la gente: ¡Terror en derredor! ¡Denunciadlo! ¡Denunciémoslo! Todos mis amigos están espiando un desliz m o: 'A ver si se deja seducir; le dominaremos y de él nos vengaremos'.


Y cuando Jerem as acabó de decir todo lo que Yahveh le hab a mandado decir a todo el pueblo, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo lo prendieron, diciendo: 'Tienes que morir sin remisión.


Tú ves sus deseos de venganza, todas sus maquinaciones contra m.


'All está Elam y toda su gente, con sus tumbas alrededor: todos ellos muertos, ca dos a espada, bajaron incircuncisos al pa s de los abismos; ellos, que hab an sembrado su terror en el pa s de los vivos, soportan su ignominia con los que bajan a la fosa.


Pasadas las sesenta y dos semanas matarán al ungido y nada quedará. Vendrá un pr ncipe con su tropa y destruirá la ciudad y el santuario. El final será un cataclismo, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones decretadas.


Junto a la tienda del profeta esp a Efra n: es lazo de pajarero en todos sus caminos, hostilidad en la casa de su Dios.


Por Gad, Eliasaf, hijo de Reuel.


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