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Isaías 66:2 - Biblia Castilian 2003

2 Pues todas estas cosas las hizo mi mano, todas ellas son m as - dice Yahveh -. Pero en éste me fijo: en el humilde y contrito, el que tiembla a mi palabra.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Con mis manos hice tanto el cielo como la tierra; son míos, con todo lo que hay en ellos. ¡Yo, el Señor, he hablado! »Bendeciré a los que tienen un corazón humilde y arrepentido, a los que tiemblan ante mi palabra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 si todo esto lo ha hecho mi mano y todo esto es mío?, dice Yavé. Pero en quien fijo realmente mis ojos es en el pobre y en el corazón arrepentido, que se estremece por mi palabra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Mi mano hizo todas estas cosas, Y así todas ellas llegaron a existir, dice YHVH. Pero Yo miraré al pobre y humilde de espíritu, Y que tiembla ante mi palabra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Pues todas estas cosas las hizo mi mano, todas ellas son mías -dice Yahveh-. Pero en éste me fijo: en el humilde y contrito, el que tiembla a mi palabra.

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Isaías 66:2
35 Referans Kwoze  

'¿Has visto cómo Ajab se ha humillado delante de m ? Por haberse humillado delante de m, no traeré la desgracia sobre su casa durante su vida, sino que la traeré durante la vida de su hijo'.


Luego, el secretario Safán anunció al rey: 'El sacerdote Jilqu as me ha entregado este libro'. Y Safán lo leyó delante del rey.


Cuando el rey oyó las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestiduras


Hagamos ahora mismo un pacto con nuestro Dios, obligándonos a despedir a todas esas mujeres y a los nacidos de ellas, conforme al consejo de mi se or y de los que temen los mandamientos de nuestro Dios. ¡Hágase conforme a la ley!


En torno a m se fueron reuniendo todos los que tem an las palabras del Dios de Israel, en vista de la prevaricación de los que hab an venido del cautiverio. Permanec abatido y desolado hasta la hora del sacrificio de la tarde.


Ante ti de pavor mi carne se estremece y temo tus juicios.


Los grandes me persiguen sin razón, Sin mas mi corazón teme tus dichos.


El Se or es excelso: ve al humilde y conoce al altivo desde lejos.


Claman aquéllos y él escucha Sade y los libra de todos sus pesares.


Abre, Se or, mis labios, y anunciará mi boca tus grandezas.


Mis sacrificios, Se or, habrán de ser mi esp ritu contrito: el corazón contrito y humillado tú, Se or, no lo desprecias.


Feliz el hombre que siempre abriga temor; quien endurece su corazón caerá en la desgracia.


El orgullo del hombre le acarrea humillación, quien se humilla consigue gloria.


Levantad a lo alto vuestros ojos y mirad: ¿quién creó aquello? Él saca en orden su ejército, llama por su nombre a todos ellos; ante el grande en poder y ante el potente en fuerza ni uno solo falta.


para que vean y conozcan, adviertan y comprendan a la vez que la mano de Yahveh hace esto y el Santo de Israel lo crea.


Que as dice el Excelso, el Sublime, que reside en la eternidad y cuyo nombre es santo: 'En lo alto y en lo santo resido, y con el quebrantado y humilde de esp ritu, para vivificar el esp ritu de los humildes, para vivificar el corazón de los quebrantados.


El esp ritu de Yahveh está sobre m, pues Yahveh me ha ungido. Para dar la buena nueva a los humildes me envió, para vendar los corazones quebrantados, para proclamar a los cautivos libertad, a los prisioneros amnist a,


Escuchad la palabra de Yahveh, los que tembláis a su palabra: dicen vuestros hermanos que os odian, que os rechazan por causa de mi nombre: ¡Muestre su gloria Yahveh y veamos vuestra alegr a! Pero ellos quedarán avergonzados.


En pos de Yahveh marcharán; él rugirá como un león; a su rugido, acudirán temerosos los hijos desde el occidente.


'Se te ha revelado, hombre, lo que es bueno, lo que Yahveh reclama en ti: tan sólo practicar la justicia, amar la lealtad y ser humilde ante tu Dios.'


Lo he o do y se estremecen mis entra as, ante esa noticia tiemblan mis labios, la caries penetra en mis huesos, vacilan mis pasos al andar. Esperaré tranquilo el d a de angustia que ha de venir sobre el pueblo invasor.


Pues bien, yo os digo que aqu hay uno más grande que el templo.


¿Acaso no hizo mi mano todas estas cosas?


Pero levántate, entra en la ciudad y te dirán lo que has de hacer'.


As, pues, amados m os, ya que siempre habéis sido obedientes no solo cuando estaba entre vosotros, sino mucho más ahora, que estoy ausente, trabajad con temor y temblor en vuestra propia salvación.


Él es anterior a todo, y todo tiene en él su consistencia.


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