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Isaías 64:4 - Biblia Castilian 2003

4 ¡Ah, si acogieras a quienes practican la justicia, a quienes se acuerdan de ti en sus caminos! He aqu que estás enojado porque hemos pecado contra ti desde antiguo, hemos sido rebeldes.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Desde el principio del mundo, ningún oído ha escuchado, ni ojo ha visto a un Dios como tú, quien actúa a favor de los que esperan en él.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Tú has desconcertado a los que vivían como justos, y que te recordaban, siguiendo tus caminos. Te enojaste, pues a lo mejor pecamos; hemos actuado mal, pero tendremos salvación.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios fuera de ti, Que hiciera tanto por el que espera en Él:

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 ¡Ah, si acogieras a quienes practican la justicia, a quienes se acuerdan de ti en sus caminos! He aquí que estás enojado porque hemos pecado contra ti desde antiguo, hemos sido rebeldes.

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Isaías 64:4
36 Referans Kwoze  

¡De ti espero la salvación, oh Yahveh!


Desde los d as de nuestros padres hasta hoy hemos cometido muy graves faltas; y por nuestras iniquidades, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes fuimos entregados al poder de los reyes de otras naciones, a la espada, al cautiverio, al saqueo y a la afrenta que cubre nuestro rostro, como en este d a.


para los que guardan su alianza: los que tienen su ley en la memoria y la ponen por obra.


Yo espero en el Se or, mi alma espera, yo conf o en su palabra.


Enmudezcan los labios mentirosos, que platican con arrogancia sobre el justo, con orgullo y desdén.


Del director. Según Yedutún. Salmo. De David.


Aquel d a se dirá: 'He aqu nuestro Dios, de quien esperamos que nos salve, éste es Yahveh en quien esperamos. Exultemos y gocemos en su salvación,


Pero Yahveh espera para apiadarse de vosotros. Se alza para compadeceros; pues Yahveh es un Dios justo: dichosos todos los que esperan en él.


pero los que esperan en Yahveh cobrarán nueva fuerza, les crecerán las alas como a las águilas, correrán y no se fatigarán, andarán y no se cansarán.


Porque son muchas nuestras rebeliones ante ti, y nuestros pecados atestiguan contra nosotros; porque nuestras rebeliones están a nuestro flanco y conocemos nuestras iniquidades:


¿Quién oyó cosa parecida? ¿Quién vio cosa semejante? ¿Nace un pa s en un solo d a? ¿Es dado a luz un pueblo de una sola vez? Pues apenas sintió los dolores, Sión dio a luz a sus hijos.


'Ahora, pues, Se or, Dios nuestro, que sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano fuerte y conquistaste una fama que perdura hasta hoy, hemos pecado, hemos hecho el mal.


Hemos pecado, hemos cometido iniquidades; hemos hecho el mal; nos hemos rebelado y apartado de tus mandamientos y ordenanzas;


Yahveh, a nosotros la vergüenza en el rostro, a nuestros reyes, a nuestros pr ncipes y a nuestros padres, porque hemos pecado contra ti.


Todos ellos arden como un horno y queman a sus gobernantes; todos sus reyes cayeron; no hay entre ellos quien me invoque.


Yo los diseminé entre los pueblos, pero en lejanas tierras se acordarán de m; criarán a sus hijos y volverán a casa.


Entonces dirá el rey a los de su derecha: 'Venid, benditos de mi Padre: tomad en herencia el reino que para vosotros está preparado desde la creación del mundo.


Viv a por entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era realmente recto y piadoso; esperaba el consuelo de Israel y el Esp ritu Santo resid a en él.


Y cuando me haya ido y tenga ya preparado un lugar para vosotros, de nuevo vendré para tomaros conmigo, para que donde yo estoy estéis también vosotros.


Porque la creación, en anhelante espera, aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios.


As, pues, no carecéis de ningún don vosotros, los que esperáis la manifestación de nuestro Se or Jesucristo;


y para esperar la vuelta del cielo de su Hijo, a quien resucitó de entre los muertos, a Jesús, que nos libra de la ira venidera.


Sin lugar a dudas, grande es el misterio de la religión: Él ha sido manifestado en carne, justificado en esp ritu, visto por ángeles, proclamado entre gentiles, cre do en el mundo, ascendido en gloria.


pero, de hecho, aspiran a una patria superior, o sea, a la del cielo. Y as se explica que Dios no tenga ante ellos reparo de ser invocado como Dios suyo, porque para ellos ten a preparada una ciudad.


Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la parus a del Se or. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando pacientemente hasta recibir lluvias tempranas y tard as.


En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo como sacrificio de purificación por nuestros pecados.


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