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Isaías 59:4 - Biblia Castilian 2003

4 No hay nadie que acuse con justicia, nadie que juzgue con sinceridad; se conf a en la nada, se dice lo vano, se concibe la pena, se da a luz la maldad.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 No hay quien clame por la justicia, ni quien juzgue por la verdad; confían en vanidad, y hablan vanidades; conciben maldades, y dan a luz iniquidad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 A nadie le importa ser justo y honrado; las demandas legales de la gente se basan en mentiras. Conciben malas acciones y después dan a luz el pecado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Nadie acusa con justa razón, ni reclama con sinceridad. Toman pie de un pretexto, y andan con mentiras, conciben un mal proyecto y dan a luz la maldad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Nadie pleitea con justicia, Nadie juzga con rectitud; Se apoyan en la mentira, afirman la falsedad, Conciben engaños y dan a luz la maldad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 No hay nadie que acuse con justicia, nadie que juzgue con sinceridad; se confía en la nada, se dice lo vano, se concibe la pena, se da a luz la maldad.

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Isaías 59:4
36 Referans Kwoze  

No conf e en su gran estatura, pues resulta ser vanidad.


Quien concibe maldad, engendra desgracia; su seno encierra desenga o'.


Vano es lo que se dicen los unos a los otros; lenguaje lisonjero, con doble corazón, lo que se hablan.


Puro viento son los hijos de los hombres, enga o los mortales; en balanza, todos juntos, subir an como un soplo.


¿Hasta cuándo vuestra sa a contra uno, para entre todos abatirle, como un muro inclinado o la tapia que está para caer?


Quien concibe un crimen se pre a de maldad y pare fraude.


Porque ellos no duermen si no hacen mal, no concilian el sue o si no hacen tropezar;


¡Ay de quienes decretan decretos inicuos y escriben escritos vejatorios


Concebimos, nos retorcimos, ¡como si diéramos a luz viento! No trajimos salvación al pa s, no le nacieron habitantes al orbe.


es cierto que habéis dicho: 'Hemos sellado alianza con la muerte, hemos hecho un pacto con el seol. El azote inundante, cuando pase, no nos alcanzará, pues tenemos la mentira por refugio y el enga o por cobijo'.


porque terminó el violento, se acabó el fanfarrón, perecieron todos los vig as de maldad,


Por eso, as dice el Santo de Israel: 'Ya que rechazáis esta palabra, confiáis en lo torcido y tortuoso y en ello os apoyáis,


Es un pueblo rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quieren o r la ley de Yahveh;


Conceb s hojas y par s rastrojos, mi soplo es fuego que os devora.


Al que se apacienta de ceniza un corazón extraviado lo seduce. No salvará su vida, pues no dice: '¿No es mentira lo que tengo en mi diestra?'.


Confiabas en tu maldad y dec as: 'Nadie me ve'. Tu sabidur a y tu ciencia te han descarriado; pues dec as en tu corazón: 'Yo, y nadie más'.


¡Ay de quienes arrastran la culpa con cuerdas de falsedad, y el pecado como con sogas de carreta!


La vi a de Yahveh Sebaot es la casa de Israel; y los hombres de Judá el plantel de sus delicias. Esperaba justicia y mirad: ¡iniquidad! Esperaba honradez y mirad: ¡lamentos!


(15a) la verdad está ausente y quien se aparta del mal es expoliado. (15b) Yahveh lo vio y pareció mal a sus ojos que ya no existiera el derecho.


Vio que no hab a nadie, se asombró de que nadie interviniera. Entonces lo salvó su propio brazo, y su misma justicia lo sostuvo.


Porque están manchadas de sangre vuestras manos, y vuestros dedos de iniquidad, vuestros labios dicen mentira, vuestra lengua profiere maldad.


Pero ahora, Yahveh, tú eres nuestro padre. Nosotros somos la arcilla y tú el alfarero, obra de tus manos todos nosotros.


Los gu as de este pueblo lo extraviaron, quienes se dirig an a s mismos se perdieron.


Por haber confiado en tus castillos y tesoros, también tú serás conquistada. Camós saldrá para el destierro, con sus sacerdotes y sus pr ncipes.


Recorred las calles de Jerusalén, mirad bien y comprobad, buscad por sus plazas a ver si encontráis a uno siquiera, a uno que practique la justicia, que busque la verdad, y la perdonaré.


No confiéis en estas enga osas palabras: 'Templo de Yahveh, templo de Yahveh, templo de Yahveh es éste'.


Mirad que vosotros confiáis en palabras enga osas, que de nada sirven.


Escuchad la palabra de Yahveh, hijos de Israel, porque Yahveh viene a querellarse contra los habitantes del pa s, porque no hay en ellos ni fidelidad ni amor, ni conocimiento de Dios.


¡Ay de quienes traman injusticias, urden el mal en sus lechos y al clarear la ma ana lo ejecutan, porque está al alcance de sus manos.


Los jud os apoyaban la acusación, afirmando que as era en realidad.


Luego, el deseo, después de concebir, da a luz el pecado; y el pecado, una vez consumado, engendra muerte.


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