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Isaías 47:6 - Biblia Castilian 2003

6 Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad y los entregué en tus manos. Pero tú no te compadeciste de ellos. Sobre el anciano hiciste pesar tu yugo en demas a.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad, y los entregué en tu mano; no les tuviste compasión; sobre el anciano agravaste mucho tu yugo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Pues yo estaba enojado con mi pueblo escogido y lo castigué al dejar que cayera en tus manos. Sin embargo, tú, Babilonia, no les tuviste compasión. Hasta oprimiste a los ancianos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Me había enojado con mi pueblo y había rechazado a los míos. Los había entregado a tus manos, pero tú no tuviste compasión y, sobre el anciano, hiciste caer tu yugo aplastante.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Indignado contra mi pueblo, profané mi heredad, y la entregué en tu mano; No tuviste compasión de ellos; Abrumaste con tu yugo a los ancianos,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad y los entregué en tus manos. Pero tú no te compadeciste de ellos. Sobre el anciano hiciste pesar tu yugo en demasía.

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Isaías 47:6
28 Referans Kwoze  

Contestó David a Gad: 'Me veo en un gran aprieto. Pero prefiero que caigamos en manos de Yahveh, cuya misericordia es muy grande, a que yo caiga en manos de los hombres'.


As que, si mi padre os impuso un yugo pesado, yo agravaré aún más vuestro yugo. Mi padre os azotó con látigos, pero yo os azotaré con escorpiones''.


Hab a all un profeta de Yahveh, llamado Oded, que salió al encuentro del ejército que regresaba a Samar a y les dijo: 'Llevado de su cólera contra Judá, Yahveh, el Dios de vuestros padres, os los ha entregado en vuestras manos, y vosotros los habéis asesinado con un furor que ha llegado hasta el cielo.


En efecto, Dios mandó contra ellos al rey de los caldeos, quien mató a filo de espada a los mejores dentro del recinto del santuario, sin perdonar a jóvenes ni a doncellas, a ancianos ni a encanecidos. Dios los entregó a todos en sus manos.


Se llevó cautivos a Babilonia a los que escaparon de la espada, los cuales quedaron como esclavos de él y de sus hijos hasta el advenimiento de la monarqu a persa,


Pero, por haber irritado nuestros padres al Dios del cielo, éste los entregó en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, el caldeo, quien destruyó este templo y se llevó cautivo al pueblo a Babilonia.


Que sean sus cercados devastados y que sus tiendas no tengan morador.


Contra una nación imp a la env o, contra el pueblo de mi enojo la mando, para despojar el despojo, para saquear el saqueo, para hollarlo como barro de las calles.


Sus ni os, ante sus ojos, serán estrellados, serán saqueadas sus casas, violadas serán sus mujeres.


hac a del mundo un desierto, destru a sus ciudades, manten a cautivos a sus prisioneros?'.


que golpeaba con ira a los pueblos, con golpe incesante; que dominaba con furor a las naciones, con dominio implacable.


Por eso execré a los jefes del santuario, entregué a Jacob al exterminio y a Israel a los ultrajes.


Manejan arco y venablo, son crueles e implacables. Como el bramido del mar es su estruendo. Montan caballos, alineados como un solo hombre para la batalla contra ti, hija de Babel.


Su mano ha entretejido Nun el pesado yugo de mis pecados: lo hace pesar sobre mi cuello, quebranta mis fuerzas. El Se or me entregó en manos de aquellos quienes yo no pod a resistir.


Oye cómo gimo: Sin no tengo quien me consuele. Todos mis enemigos supieron mi desgracia, se alegraron por lo que tú hiciste. ¡Haz venir el d a que anunciaste, y entonces serán como yo!


Destruyó el Se or sin piedad Bet todas las moradas de Jacob; derribó, en su furor, las fortalezas de la hija de Judá; echó por tierra, profanó al reino con sus jefes.


El rostro de Yahveh los dispersó, Pe no volverá a mirarlos. No hubo respeto a los sacerdotes, no se tuvo piedad de los ancianos.


Con sus manos colgaron a los pr ncipes, no respetaron la faz de los ancianos.


'Di a la casa de Israel: as dice el Se or Yahveh: mirad: voy a profanar mi santuario, orgullo de vuestra potencia, encanto de vuestros ojos, y anhelo de vuestras almas; y vuestros hijos y vuestras hijas, los que habéis dejado, caerán a espada'.


La gran amplitud de tu comercio llenó tu interior de pecado y violencia; te arrojé entonces de la monta a de Dios y te arranqué, querub n protector, de entre las piedras de fuego.


Por la violencia contra tu hermano Jacob te cubrirá la vergüenza, y serás exterminado para siempre.


Como bebisteis sobre mi santo monte, as beberán sin cesar todas las naciones; beberán y tragarán, y serán luego como si no hubieran sido.


El ángel de Yahveh tomó la palabra y dijo: 'Yahveh Sebaot, ¿hasta cuándo seguirás sin apiadarte de Jerusalén y de las ciudades de Judá? Son ya setenta los a os que estás airados contra ellas'.


pero con gran ira estoy airado contra las naciones orgullosas que, cuando estuve un tanto airado, cooperaron al desastre.


porque tal como juzguéis seréis juzgados, y tal como midáis seréis medidos.


a un pueblo de rostro fiero, que no respetará al anciano ni tendrá piedad del ni o.


Tendrá un juicio sin misericordia quien no tuvo misericordia. La misericordia prevalece sobre el juicio.


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