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Isaías 45:1 - Biblia Castilian 2003

1 As dice Yahveh a su ungido, a Ciro, a quien tomé por la diestra, para someter ante él naciones y desatar cinturas de reyes, para abrir ante él los batientes y las puertas no queden cerradas:

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Biblia Reina Valera 1960

1 Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán:

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Esto le dice el Señor a Ciro, su ungido, cuya mano derecha llenará de poder. Ante él, los reyes poderosos quedarán paralizados de miedo; se abrirán las puertas de sus fortalezas y nunca volverán a cerrarse.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Así habla Yavé a Ciro, su ungido: 'Yo te he llevado de la mano para doblegar a las naciones y desarmar a los reyes. Hice que las puertas se abrieran ante ti y no volvieran a cerrarse.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Así dice YHVH a su ungido, a Ciro, A quien he tomado por su diestra, Para someter ante él naciones, Y aflojar° los lomos de los reyes; Para abrir delante de él los batientes Y que las puertas no queden cerradas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Así dice Yahveh a su ungido, a Ciro, a quien tomé por la diestra, para someter ante él naciones y desatar cinturas de reyes, para abrir ante él los batientes y las puertas no queden cerradas:

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Isaías 45:1
31 Referans Kwoze  

Respondióle Yahveh: 'Anda, vuélvete por tu camino a través del desierto hacia Damasco y cuando llegues, unge a Jazael por rey de Aram.


El a o primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento del oráculo de Yahveh pronunciado por Jerem as, excitó Yahveh el esp ritu de Ciro, rey de Persia, quien hizo publicar de viva voz y también por escrito, por todo su reino, este decreto:


'As habla Ciro, rey de Persia: Yahveh, el Dios del cielo, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha encargado que le edifique un templo en Jerusalén de Judá.


Inunda a los nobles de desprecio, desata el ce idor de los fuertes.


Mas yo estoy siempre contigo, tú cogiendo mi diestra.


Sobre un monte pelado alzad el pendón, levantad la voz hacia ellos, agitad la mano y que entren por las puertas de los nobles.


He dado una orden a mis consagrados, he convocado a los guerreros de mi ira, entusiastas de mi gloria.


Pues yo soy Yahveh, tu Dios, que toma tu diestra y te dice: 'No temas; yo te ayudo'.


¿Quién suscitó del Oriente a aquel a quien la victoria le sale al paso, le entrega naciones para que a reyes impere? Los reduce a polvo su espada, a tamo fugitivo su arco.


Lo suscité del norte y vino, del sol naciente lo llamé por su nombre. Pisoteó gobernadores como barro, como pisa la arcilla el alfarero.


Yo, Yahveh, te llamé en justicia, te tomo de la mano, te formo y te destino para alianza del pueblo, para luz de las naciones,


quien dice a Ciro: 'Pastor m o', pues todo mi querer cumplirá cuando digo a Jerusalén: 'Serás reedificada', y al templo: 'Serás restablecido'.


Yo, Yahveh, y nadie más; fuera de m no hay ningún dios. Te ci o sin que me conozcas,


Yo mismo lo dije y lo llamé, lo traje y saldrá bien su empresa.


Pues bien, ahora entrego todos estos pa ses en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia mi siervo, y hasta las bestias salvajes le entrego para que le sirvan.


y diles: as dice Yahveh Sebaot, Dios de Israel: mirad que voy a enviar a buscar a mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, para que ponga su trono sobre estas piedras que he escondido y para que extienda sobre ellas su baldaquino.


Porque sube del norte una nación contra ella que hará de su pa s un desierto, y no quedará en ella un habitante. Tanto los hombres como los animales huyeron, emigraron.


¡Espada sobre los caldeos - oráculo de Yahveh -, sobre los moradores de Babel, sobre sus jefes y sus sabios!


Afilad las flechas, llenad las aljabas. Yahveh excita el esp ritu de los reyes de Media, pues su plan sobre Babel es destruirla; porque ésta es la venganza de Yahveh, la venganza de su templo.


Dejaron de luchar los guerreros de Babel, se quedaron sentados en sus fortalezas, se agotó su valor, se han convertido en mujeres. Se han quemado sus viviendas, sus cerrojos se han roto.


As dice Yahveh Sebaot: 'La ancha muralla de Babilonia será totalmente arrasada, y sus altos portones serán abrasados por el fuego. Los pueblos se afanan por nada, por el fuego se fatigan las naciones'.


En pago de la haza a que emprendió contra Tiro, le entregaré el pa s de Egipto, pues en favor de mi causa la emprendió' - oráculo del Se or Yahveh'.


Entonces al rey se le mudó el color del rostro, sus pensamientos le aterraron, se le relajaron las articulaciones de las caderas y sus rodillas chocaban una contra otra.


Luego vi otra bestia, la segunda, semejante a un oso medio erguido. Ten a tres costillas en sus fauces, entre sus dientes; y le dec an: 'Levántate y devora carne en abundancia'.


Alcé los ojos, miré, y he aqu que hab a un carnero delante del r o. Ten a dos cuernos. Los dos eran altos; pero uno más que el otro; el más alto hab a despuntado el último.


Vi que el carnero daba cornadas al oeste, al norte y al sur. Ningún animal pod a resistirle y nadie pod a librarse de su poder. Actuaba a su capricho y as se hizo grande.


Los capitanes pasan revista, se entrechocan cuando avanzan; acometen la muralla, aseguran las máquinas de asalto.


Mira a tu pueblo: sólo hay mujeres en medio de ti. Las puertas de tu pa s están abiertas a tus enemigos: el fuego ha devorado tus cerrojos.


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