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Isaías 26:8 - Biblia Castilian 2003

8 S, en la vereda de tus juicios te esperamos, Yahveh; tu nombre y tu recuerdo son el anhelo del alma.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 También en el camino de tus juicios, oh Jehová, te hemos esperado; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Señor, mostramos nuestra confianza en ti al obedecer tus leyes; el deseo de nuestro corazón es glorificar tu nombre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 ¡Ah, Yavé!, tú sabes que sólo buscamos el camino de tus preceptos. Tu nombre y tu memoria son el anhelo del alma.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Oh YHVH, en la senda de tus juicios te esperamos, Tu Nombre y tu memoria son el anhelo del alma.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Sí, en la vereda de tus juicios te esperamos, Yahveh; tu nombre y tu recuerdo son el anhelo del alma.

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Isaías 26:8
39 Referans Kwoze  

¿No es as mi casa junto a Dios? Puesto que él hizo conmigo una alianza eterna, toda bien ordenada y protegida, ¿no hará él germinar toda mi salvación y mi deseo?


Dichosos los que observan la justicia, los que hacen el bien en todo tiempo.


Yo espero en el Se or, mi alma espera, yo conf o en su palabra.


Sus juicios me están todos presentes y no eludo sus mandatos;


Como anhela la cierva al lado del torrente, as te anhela a ti, oh Dios, el alma m a.


Con prodigios formidables nos socorres, Dios de nuestras victorias, esperanza de los confines de la tierra y los mares remotos.


¿Qué otro tengo yo en el cielo? Contigo nada ans o yo sobre la tierra.


Cuán amable es tu morada, Se or de los ejércitos.


Y siguió diciendo Dios a Moisés: 'As hablarás a los israelitas: 'Yahveh, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Éste es mi nombre para siempre; éste es mi t tulo de generación en generación'.


Muchachas de Jerusalén, yo os conjuro: si encontráis a mi amado ¿qué le habéis de decir? Que estoy enferma de amor.


Aquel d a diréis: 'Alabad a Yahveh, invocad su nombre, anunciad en los pueblos sus obras, proclamad que su nombre es excelso.


y también desde oriente glorifican a Yahveh como en las islas del mar: al nombre de Yahveh Dios de Israel.


Yahveh, tú eres mi Dios; yo te ensalzo y alabo tu nombre, porque has realizado planes admirables desde antiguo con fiel fidelidad;


Aquel d a se dirá: 'He aqu nuestro Dios, de quien esperamos que nos salve, éste es Yahveh en quien esperamos. Exultemos y gocemos en su salvación,


Yahveh, Dios nuestro, otros se ores distintos de ti nos dominaron; pero sólo recordamos tu nombre.


Pero Yahveh espera para apiadarse de vosotros. Se alza para compadeceros; pues Yahveh es un Dios justo: dichosos todos los que esperan en él.


Yahveh, ten piedad de nosotros, en ti esperamos; sé nuestro brazo cada ma ana, nuestra salvación en tiempo de angustia.


Reyes serán tus ayos y sus princesas tus nodrizas; rostro en tierra te adorarán y lamerán el polvo de tus pies, para que sepas que yo soy Yahveh y que no se avergüenzan quienes conf an en m '.


Prestadme atención, pueblos, dadme o do, naciones: que de m sale la ense anza y mi derecho es luz de los pueblos.


As dice Yahveh: 'Guardad el derecho y practicad la justicia, que mi salvación está próxima a llegar, y mi justicia a punto de revelarse'.


Si, pues, todos los pueblos caminan cada uno en nombre de su dios, también nosotros caminamos en el nombre de Yahveh, nuestro Dios para siempre jamás.


Pero yo fijaré mi vista en Yahveh, esperaré en el Dios de mi salvación: mi Dios me escuchará.


Éstas son las órdenes y normas que prescribió Yahveh a los israelitas, por medio de Moisés, en las estepas de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó.


Ambos eran realmente rectos ante Dios y llevaban una conducta intachable en conformidad con todos los mandamientos y órdenes del Se or.


En el curso de una comida, les ordenó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre, 'de la que me habéis o do hablar;


Pero, si estamos esperando lo que no vemos, con constancia y con ansia lo aguardamos.


Que el Se or dirija vuestros corazones al amor de Dios y a la perseverante espera de Cristo.


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