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Isaías 24:8 - Biblia Castilian 2003

8 Cesó la alegr a de los tambores, acabó el alborozo de los bulliciosos, cesó la diversión de la c tara.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el estruendo de los que se alegran, cesó la alegría del arpa.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Se ha callado el alegre sonido de las panderetas; ya no se escuchan los felices gritos de celebración y las melodiosas cuerdas del arpa están silenciosas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Ya no tocan los tambores, ni resuenan las guitarras, ha cesado el bullicio de la fiesta.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Cesa el júbilo de los panderos, Cesa el bullicio de quienes se divierten, Cesa la armonía del arpa.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Cesó la alegría de los tambores, acabó el alborozo de los bulliciosos, cesó la diversión de la cítara.

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Isaías 24:8
16 Referans Kwoze  

¡Y esa noche sea estéril, no haya en ella gritos de placer!


Mi c tara acompa a lamentos; mi flauta, la voz de pla ideros.


All, en los sauces, hab amos colgado nuestras liras,


se alejó del vergel el gozo y la alegr a; en las vi as no se exulta, no se aclama; el pisador no pisa en los lagares las uvas, cesaron los alegres clamores.


Sólo hay c taras y arpas, panderetas y flautas, y vino en sus banquetes; pero no miran la acción de Yahveh, no ven la obra de sus manos.


Por eso ensancha sus fauces el seol, abre su boca sin medida: all bajará su nobleza y su plebe, con su bullicio y sus festejos.


Pues as dice Yahveh Sebaot, Dios de Israel: 'Mirad: voy a hacer desaparecer de este lugar, ante vuestros ojos y en vuestros d as, el grito de gozo y el grito de alegr a, el canto del esposo y el canto de la esposa'.


Y haré desaparecer de entre ellos el grito de gozo y el grito de alegr a, el canto del esposo y el canto de la esposa, el ruido de la muela y la luz de la lámpara.


Haré desaparecer de las ciudades de Judá y de las calles de Jerusalén el grito de gozo y el grito de alegr a, el canto del esposo y el canto de la esposa; pues el pa s será un desierto'.


Los ancianos no acuden a la puerta, los jóvenes han dejado sus cantares.


Haré cesar el bullicio de tus cantos, ya no se oirá más el son de tus c taras.


En el Edén estabas, en el jard n de Dios. De piedras preciosas era tu vestido: de rub, topacio y diamante, crisólito, ónice y jaspe, zafiro, carbúnculo y esmeralda; oro era el material de tus engarces y de las entalladuras que llevabas, preparados desde el d a en que fuiste creado.


Por eso volveré a tomar mi trigo a su tiempo y mi mosto en su sazón; recobraré mi lana y mi lino con que ella cubr a su desnudez.


Por eso ahora irán al destierro al frente de los exiliados. Se acabará la org a de los disolutos.


Ya no se escuchará más en ti voz de citaristas y de cantores, de tocadores de flauta y de trompeta. Ya no se encontrará más en ti artesano de arte alguna. Ya no se escuchará más en ti el ruido de la rueda de molino.


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