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Isaías 22:2 - Biblia Castilian 2003

2 henchida de alborotos, ciudad estrepitosa, villa bullanguera? Tus ca dos no cayeron a espada, no murieron en campa a.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Tú, llena de alborotos, ciudad turbulenta, ciudad alegre; tus muertos no son muertos a espada, ni muertos en guerra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Toda la ciudad está en un terrible alboroto. ¿Qué veo en esta ciudad tan parrandera? Hay cadáveres por todas partes; no murieron en batalla, sino a causa del hambre y de la enfermedad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 ciudad llena de bulla, ciudad ruidosa y de vida alegre? Si tu gente está muerta, no murieron a espada ni cayeron en el combate.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 ¡Oh tú, llena de bullicio, ciudad turbulenta, urbe desenfrenada! Tus caídos no cayeron a cuchillo ni murieron en combate.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 henchida de alborotos, ciudad estrepitosa, villa bullanguera? Tus caídos no cayeron a espada, no murieron en campaña.

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Isaías 22:2
16 Referans Kwoze  

¡Sólo queda doblarse entre los prisioneros y caer entre los degollados! Y ni aun as se calmó su ira, su mano está todav a extendida.


¿Es ésta vuestra alegre ciudad, cuyo origen data de los d as de anta o, cuyos pies la llevaban a establecerse lejos?


por la tierra de mi pueblo, donde crecen cardos y abrojos, por todas las casas alegres de la ciudad jubilosa.


Porque el palacio está abandonado, el tumulto de la ciudad ha cesado, el Ofel y la Torre se han convertido para siempre en cavernas, delicia de onagros, pastizal de reba os.


Por lo cual, esto dice Yahveh sobre el rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, no lanzará flechas contra ella; no le hará frente con escudos, ni alzará contra ella terraplenes.


Salió el ángel de Yahveh y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres. Cuando se levantaron por la ma ana, vieron que no hab a más que cadáveres.


Si salgo al campo, all están los muertos a espada; si entro en la ciudad, ah están los horrores del hambre. S, incluso profetas y sacerdotes vagan por el pa s sin comprender nada.


'As dice Yahveh: quien se quede en esta ciudad morirá a espada, de hambre o de peste. Quien se pase a los caldeos, vivirá; tendrá su vida por bot n, pues seguirá viviendo.


El d a nueve del mes cuarto cuando el hambre arreciaba en la ciudad y la población del pa s no ten a que comer,


¡Ay, cómo se sienta solitaria Álef la ciudad populosa! Es como una viuda la grande entre las naciones. La princesa entre las provincias está sujeta a tributo.


Mira, Yahveh, y considera: Res ¿a quién has tratado as ? ¿Tendrán que comer las mujeres el fruto de su vientre, los ni os que llevan todav a en sus brazos? ¿Matarán en el santuario del Se or a los sacerdotes y a los profetas?


Tanto los que están cerca como los que están lejos de ti se reirán de ti, ciudad de mala fama, llena de confusión.


Ésta es la ciudad alegre, que viv a confiada y dec a en su corazón: '¡Yo, y nadie más que yo!'. ¡Cómo ha sido devastada! ¡Es una guarida de fieras! Todo el que pase por ella silbará y agitará su mano.


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