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Isaías 10:6 - Biblia Castilian 2003

6 Contra una nación imp a la env o, contra el pueblo de mi enojo la mando, para despojar el despojo, para saquear el saqueo, para hollarlo como barro de las calles.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Envío a Asiria contra una nación pagana, contra un pueblo con el cual estoy enojado. Asiria los saqueará, y los pisoteará como a polvo debajo de sus pies.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Yo lo he enviado contra una nación impía, contra un pueblo que me molesta, para que lo saquee y le quite todo lo que tiene y lo pisotee como el polvo de las calles.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Lo envié contra una nación infiel, Lo despaché contra el pueblo de mi ira, Para que capturara el botín, tomara despojos, Y lo pisoteara como barro callejero.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Contra una nación impía la envío, contra el pueblo de mi enojo la mando, para despojar el despojo, para saquear el saqueo, para hollarlo como barro de las calles.

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Isaías 10:6
38 Referans Kwoze  

Como polvo ante el viento, tal he de triturarles, cual basura en la calle he de barrerlos.


¿Pero es que he subido a este lugar, para destruirlo, sin contar con Yahveh? Ha sido Yahveh quien me ha dicho: 'Sube contra ese pa s y destrúyelo''.


El pa s de Judá será para Egipto objeto de terror; bastará su simple mención para que se aterre ante los planes que Yahveh Sebaot ha trazado acerca de él.


Porque fue d a de pánico, conculcación y desconcierto que mandó el Se or, Yahveh Sebaot en el valle de la Visión: se desmoronó la muralla, llegó el griter o a la monta a.


La tierra ha sido profanada por sus moradores, que traspasaron la ley, violaron los preceptos rescindieron el pacto eterno.


Dice el Se or: por cuanto este pueblo está cerca de m con la boca y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de m y el culto que me da es pura rutina humana,


Porque el insensato dice insensateces, su corazón planea el mal, de modo que comete impiedad, dice falsedad acerca de Yahveh, deja vac o el estómago del hambriento y priva al sediento de bebida.


¡Ay de ti, devastador, que no has sido devastado, traidor a quien no han traicionado! Cuando termines tú de devastar, serás devastado; cuando acabes tú de traicionar, te habrán traicionado.


Temieron en Sión los pecadores, temblor sobrecogió a los imp os. ¿Quién de nosotros morará en fuego devorador? ¿Quién de nosotros morará en hogueras eternas?


Lo suscité del norte y vino, del sol naciente lo llamé por su nombre. Pisoteó gobernadores como barro, como pisa la arcilla el alfarero.


Tus constructores se dan prisa, tus destructores y tus demoledores salen de ti.


Pues as dice Yahveh: 'Incluso el prisionero se le arrebatará al héroe y el bot n se le escapará al tirano. Pero yo contenderé con tus contendientes y a tus hijos yo mismo salvaré.


Por eso se encendió la ira de Yahveh contra su pueblo, tendió su mano contra él y lo hirió. Temblaron las monta as. Los cadáveres fueron como basura en medio de las calles. Y ni aun as se calmó su ira, y su mano está todav a extendida.


Tiene un rugido como de leona, ruge como los cachorros; con un gru ido agarra la presa, la retiene, no hay quien se la arranque.


Pues ahora quiero deciros lo que voy a hacer a mi vi a: quitaré su seto para que sirva de pasto; desportillaré su tapia para que todos la pisen.


- El lagar lo he pisado yo solo, nadie de los pueblos hab a conmigo. Los pisé con mi ira, los pisoteé con mi furor: salpicó su jugo mis ropas y todos mis vestidos manché.


aplasté a los pueblos con mi ira, los destrocé con mi furor, derramé por tierra su sangre.


Yahveh traerá sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre d as como no han llegado desde el d a en que Efra n se separó de Judá (es decir: al rey de Asiria)'.


porque antes de que el ni o sepa decir papá y mamá, la riqueza de Damasco y el bot n de Samar a serán llevados ante el rey de Asiria'.


irrumpirán en Judá, inundarán, crecerán, hasta el cuello llegarán; y el despliegue de sus alas será la anchura total de tu pa s, Emmanuel'.


Pues arde como fuego la maldad, que devora zarzas y abrojos; prende en los matorrales del bosque, que crepitan en remolinos de humo.


(19a) cada cual devora la carne de su prójimo: despedaza a derecha y queda con hambre, (19b) devora a izquierda y no se harta:


mirad que yo mando a buscar a todas las tribus del norte - oráculo de Yahveh - y a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y las traeré contra este pa s y sus habitantes y contra todas estas naciones de su entorno, los entregaré al exterminio y haré de ellos horror, rechifla y ruinas perpetuas.


A pesar de todo esto, su pérfida hermana Judá no volvió a m de todo corazón, sino hipócritamente' - oráculo de Yahveh -.


Estoy dando ya la orden - oráculo de Yahveh - para hacerlos volver a esta ciudad, a fin de que luchen contra ella, la tomen y la entreguen al fuego; pues de las ciudades de Judá voy a hacer un desierto, sin habitantes'.


Limpia tu corazón de la maldad, Jerusalén, para que puedas salvarte. ¿Hasta cuándo se albergarán en tu interior tus malos pensamientos?


En pago de la haza a que emprendió contra Tiro, le entregaré el pa s de Egipto, pues en favor de mi causa la emprendió' - oráculo del Se or Yahveh'.


Irás para hacer bot n y proceder al saqueo, para volver tu mano contra unas ruinas habitadas y contra un pueblo recogido de entre las naciones, que ha adquirido ganados y hacienda, y que habita en el centro de la tierra.


Sebá, Dedán, los comerciantes de Tarsis y todos sus leoncillos te dirán: '¿Has venido a hacer bot n? ¿Has concentrado tu tropa para proceder al saqueo, para llevarte plata y oro, para apoderarte de ganados y hacienda y hacerte con un gran bot n?''


Cuando mi enemiga lo vea, se cubrirá de vergüenza, ella, que me dec a: '¿Dónde está Yahveh, tu Dios?'. Mis ojos se gozarán al verla toda pisoteada como el barro de las calles.


¿No eres tú desde siempre, Yahveh, mi Dios, mi Santo, tú que no puedes morir? Para juzgar, ¡oh Yahveh!, lo designaste, para castigar, ¡oh Roca!, lo pusiste.


serán como guerreros que pisan el barro de las calles, darán la batalla, porque Yahveh está con ellos y serán confundidos los que montan en caballos.


¡Hipócritas! Bien profetizó de vosotros Isa as cuando dijo:


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