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Hechos 8:1 - Biblia Castilian 2003

1 Saulo estaba de acuerdo con aquella muerte. Comenzó aquel d a una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén y todos se dispersaron por los lugares de Judea y de Samar a, a excepción de los apóstoles.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Saulo fue uno de los testigos y estuvo totalmente de acuerdo con el asesinato de Esteban. Ese día comenzó una gran ola de persecución que se extendió por toda la iglesia de Jerusalén; y todos los creyentes excepto los apóstoles fueron dispersados por las regiones de Judea y Samaria.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Saulo estaba allí y aprobaba el asesinato. Este fue el comienzo de una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Saulo consintió en su asesinato, y en aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia en Jerusalem, y todos fueron esparcidos por las regiones de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Saulo estaba de acuerdo con aquella muerte. Comenzó aquel día una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén y todos se dispersaron por los lugares de Judea y de Samaría, a excepción de los apóstoles.

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Hechos 8:1
35 Referans Kwoze  

Por eso les envié mensajeros para decirles: 'Estoy haciendo una obra muy importante, y no puedo bajar. ¿Por qué parar la obra y abandonarla mientras bajo a reunirme con vosotros?'.


As, pues, el rey Dar o firmó el documento con la prohibición.


Mi Dios envió a su ángel y éste cerró la boca de los leones, que no me han hecho da o alguno, porque he sido hallado inocente ante él. Ni tampoco ante ti, ¡oh rey!, he cometido falta'.


y los demás echaron mano a los criados del rey los ultrajaron y los mataron.


Mirad, os voy a enviar profetas y sabios y escribas: a unos los mataréis y crucificaréis y a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad,


Vosotros sois la sal de la tierra; pero, si la sal pierde su sabor, ¿con qué salarla? Para nada vale ya, sino para arrojarla fuera y que la pise la gente.


Acordaos de la palabra que os he dicho: el esclavo no es mayor que su se or. Si a m me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, guardarán también la vuestra.


Os echarán de las sinagogas; más aún, llega la hora en que todo aquel que os mate creerá dar culto a Dios.


sino que recibiréis la fuerza del Esp ritu Santo que vendrá sobre vosotros y seréis testigos m os en Jerusalén y en toda Judea y Samar a y hasta los confines de la tierra'.


Hab a en la Iglesia de Antioqu a profetas y maestros: Bernabé y Simeón, llamado el Negro, Lucio el de Cirene, Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo.


Ahora bien, David, después de haber servido durante su vida al designio de Dios, murió y fue a reunirse con sus padres y experimentó corrupción.


alababan a Dios y ten an el favor de todo el pueblo. Y el Se or agregaba d a tras d a a la comunidad a los que obten an la salvación.


y cuando se derramaba la sangre de tu testigo Esteban, yo estaba presente y de acuerdo, mientras custodiaba las vestiduras de los que le mataban'.


Y lo hice en Jerusalén; encerré a muchos de los fieles en la cárcel, con autorización que recib a de los pont fices. Cuando se los condenaba a muerte, yo daba mi voto contra ellos.


echaron mano a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública.


'Id, presentaos en el templo y hablad al pueblo todas estas palabras de vida'.


Ellos, al o rlos, llenos de rabia, estaban resueltos a acabar con ellos.


Llamaron a los apóstoles, después de azotarlos les ordenaron que no volvieran a hablar del nombre de Jesús, y los soltaron.


Fue éste el que, en la asamblea del desierto, estuvo con el ángel que le hablaba en el monte Sina, y con nuestros padres; el que recibió palabras de vida para comunicároslas a vosotros;


Al o r esto, se les consum a el corazón de rabia, y rechinaban los dientes contra él.


lo arrastraron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos depositaron sus mantos a los pies de un joven llamado Saulo.


Enterados los apóstoles en Jerusalén de que hab a recibido Samar a la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan,


Hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran luto por él.


Los que se hab an dispersado iban por todas partes anunciando el evangelio.


Felipe bajó a la ciudad de Samar a y les predicaba a Cristo.


La Iglesia, mientras tanto, gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samar a, se edificaba y caminaba en el temor del Se or y crec a con la consolación del Esp ritu Santo.


Los cuales, aun conociendo bien el veredicto de Dios, a saber, que los que practican tales cosas son reos de muerte, no sólo las hacen ellos mismos, sino que hasta aplauden a quienes las practican.


Quiero, hermanos, que sepáis que lo que me ha ocurrido ha redundado en progreso del evangelio,


Por la fe dejó Egipto, sin dejarse atemorizar por la ira del rey, ya que se mantuvo en su resolución como quien ve a al Invisible.


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