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Hechos 7:51 - Biblia Castilian 2003

51 ¡Gente de dura cerviz e incircuncisos de corazón y de o dos! Siempre estáis resistiendo al Esp ritu Santo. Como vuestros padres, igual vosotros.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

51 ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

51 »¡Pueblo terco! Ustedes son paganos de corazón y sordos a la verdad. ¿Resistirán para siempre al Espíritu Santo? Eso es lo que hicieron sus antepasados, ¡y ustedes también!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

51 Ustedes son un pueblo de cabeza dura, y la circuncisión no les abrió el corazón ni los oídos. Ustedes siempre resisten al Espíritu Santo, al igual que sus padres.

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La Biblia Textual 3a Edicion

51 ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazones y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, también vosotros.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

51 ¡Gente de dura cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos! Siempre estáis resistiendo al Espíritu Santo. Como vuestros padres, igual vosotros.

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Hechos 7:51
38 Referans Kwoze  

Pero ellos no les prestaron atención, sino que endurecieron su cerviz como hab an hecho sus antepasados, que no quisieron creer en Yahveh, su Dios.


Ahora, pues, no endurezcáis vuestra cerviz como vuestros padres. Tended la mano a Yahveh y venid a su santuario, que él ha santificado para siempre. Servid a Yahveh, vuestro Dios, para que él aparte de vosotros el ardor de su cólera.


Pero ellos, nuestros padres, fueron insolentes: endurecieron su cerviz, desoyeron tus mandatos.


Fuiste paciente durante muchos a os, los exhortabas por tu esp ritu, mediante tus profetas, pero ellos no prestaron o do; por eso los entregaste en manos de las gentes del pa s.


Yo advierto a los soberbios: 'No os jactéis'. Y a los imp os: 'No levantéis la frente'.


As no serán como sus padres, gente rebelde y sediciosa, raza sin ánimo seguro y de esp ritu infiel ante su Dios.


Y a adió Yahveh a Moisés: 'Bien veo que es un pueblo de dura cerviz.


y te introduciré en la tierra que mana leche y miel. Pero no subiré contigo, no sea que acabe contigo en el camino, pues eres un pueblo de dura cerviz'.


Dijo Yahveh a Moisés: 'Di a los israelitas. Sois un pueblo de dura cerviz. Si yo subiera, aunque fuera por un momento, con vosotros, os exterminar a. Ahora, pues, qu tate las galas de encima y ya sabré yo lo que debo hacer contigo'.


Y dijo: 'Ahora, mi Se or, si gozo de tu favor, d gnese mi Se or caminar con nosotros. Ciertamente, éste es un pueblo de dura cerviz, pero tú perdonarás nuestras faltas, nuestros pecados, y harás de nosotros tu heredad'.


Porque sab a que eres obstinado, que un tendón de hierro es tu cuello, y tu frente de bronce,


Pero ellos se rebelaron, ofendieron su santo esp ritu y él se les cambió en enemigo y luchó contra ellos.


aunque ellos no escucharon ni aplicaron su o do, sino que endurecieron su cerviz, de modo que no escucharon ni aceptaron la lección.


Circuncidaos para Yahveh, quitad el prepucio de vuestros corazones, hombres de Judá y habitantes de Jerusalén, no sea que se desfogue como fuego mi furor y queme, sin que haya quien lo apague, por la maldad de vuestras obras'.


¿A quiénes hablaré y exhortaré para que me escuchen? Su o do está cerrado, no pueden atender. La palabra de Yahveh es para ellos oprobio, no la quieren.


Los hijos son unos desvergonzados y duros de corazón; a ellos, pues, voy a enviarte. Tú les dirás: 'As dice el Se or Yahveh'.


al admitir extranjeros, incircuncisos de corazón e incircuncisos de cuerpo, para que estén en mi santuario y profanen mi templo, pues cuando me presentabais la comida, la grasa y la sangre, romp ais mi alianza con todas vuestras abominaciones!'.


as dice el Se or Yahveh: 'Ningún extranjero, incircunciso de corazón e incircunciso de cuerpo, ninguno de todos los extranjeros que hay entre los hijos de Israel, entrará en mi santuario'.'


Por eso me opuse yo a ellos y los expulsé a la tierra de sus enemigos. Entonces se humillará su corazón incircunciso y expiarán su iniquidad.


pues fuisteis rebeldes a mi mandato en el desierto de Sin, cuando la comunidad se amotinó y era menester que hicierais resplandecer mi santidad ante sus ojos por el agua'. Es el agua de Meribá de Cades, en el desierto de Sin.


pero no eran capaces de hacer frente a la sabidur a y al esp ritu con que hablaba.


El que estaba golpeando a su compa ero lo rechazó replicando: '¿Quién te ha constituido pr ncipe y juez sobre nosotros?


A este Moisés a quien hab an rechazado diciendo: '¿Quién te ha constituido pr ncipe y juez?', Dios lo envió como pr ncipe y libertador, con la ayuda del ángel que se le apareció en la zarza.


a quien no quisieron obedecer nuestros padres, sino que lo rechazaron y se volvieron con el corazón a Egipto


Los patriarcas, envidiosos de José, lo vendieron a Egipto; pero Dios estaba con él


La circuncisión, desde luego, tiene su valor si observas la ley; pero si no la cumples, aunque estés circuncidado es como si no lo estuvieras.


Y no disgustéis al Esp ritu Santo de Dios, en el cual fuisteis sellados para el d a de la redención.


Circuncidad, pues, vuestros corazones y no endurezcáis más vuestra cerviz.


Yahveh, tu Dios, circuncidará tu corazón y el corazón de tu descendencia, para que ames a Yahveh, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, y para que as vivas.


Porque yo conozco tu esp ritu rebelde y tu dura cerviz. Si hoy, todav a viviendo yo con vosotros, sois rebeldes a Yahveh, ¡cuánto más lo seréis después de mi muerte!


Después Yahveh me habló, diciendo: 'Veo que este pueblo es pueblo de dura cerviz.


Entiende que no es por tus méritos por lo que te da Yahveh, tu Dios, esa hermosa tierra en posesión, pues eres un pueblo de dura cerviz.


Pues la verdadera circuncisión somos nosotros, los que practicamos el culto según el Esp ritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, y no ponemos nuestra confianza en la carne,


en el cual también fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha a mano por despojo del cuerpo carnal, sino por la circuncisión de Cristo,


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