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Hechos 5:13 - Biblia Castilian 2003

13 De los demás, nadie se atrev a a mezclarse con ellos; pero el pueblo los ten a en gran estima.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

13 De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 pero nadie más se atrevía a unirse a ellos, aunque toda la gente los tenía en alta estima.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 y nadie de los otros se atrevía a unirse a ellos, pero el pueblo los tenía en gran estima.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Pero de los demás, ninguno osaba juntarse con ellos; pero el pueblo los alababa grandemente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 De los demás, nadie se atrevía a mezclarse con ellos; pero el pueblo los tenía en gran estima.

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Hechos 5:13
19 Referans Kwoze  

Ella dijo entonces a El as: '¿Qué tengo yo que ver contigo, hombre de Dios? ¿Has venido a mi para recordar mis culpas y hacer morir a mi hijo?'.


Temieron en Sión los pecadores, temblor sobrecogió a los imp os. ¿Quién de nosotros morará en fuego devorador? ¿Quién de nosotros morará en hogueras eternas?


pero no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus labios.


Sin embargo, también de entre los jefes muchos creyeron en él; pero, por miedo a los fariseos, no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.


Después de esto, José de Arimatea, que era disc pulo de Jesús, aunque en secreto, por miedo a los jud os, pidió a Pilato que le permitiera llevarse el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Fue y se llevó el cuerpo de Jesús.


Esto dijeron sus padres, porque ten an miedo de los jud os; pues éstos hab an acordado ya que quien lo reconociera como Cristo fuera expulsado de la sinagoga.


Fue un caso notorio a todos los jud os y griegos que habitaban en Éfeso e infundió pavor a todos, con lo que se engrandec a el nombre del Se or Jesús.


alababan a Dios y ten an el favor de todo el pueblo. Y el Se or agregaba d a tras d a a la comunidad a los que obten an la salvación.


Ellos, reiterando sus amenazas, los soltaron. No encontraban manera de castigarlos por causa del pueblo, ya que todos glorificaban a Dios por lo sucedido;


Fue entonces el jefe de la guardia con sus hombres y los condujeron, sin violencia, porque tem an al pueblo, no fueran a apedrearles.


Al o r Anan as estas palabras cayó al suelo y expiró. Y un gran temor se apoderó de todos los oyentes.


Nuestra jactancia no nos lleva a traspasar la medida aprovechándonos de trabajos ajenos; por el contrario, tenemos esperanza de que, creciendo la fe entre vosotros, creceremos hasta el desbordamiento de nuestra medida,


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