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Hechos 28:3 - Biblia Castilian 2003

3 Al recoger Pablo una brazada de le a y echarla al fuego, salió huyendo del calor una v bora que se le prendió en la mano.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Entonces, habiendo recogido Pablo algunas ramas secas, las echó al fuego; y una víbora, huyendo del calor, se le prendió en la mano.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Mientras Pablo juntaba una brazada de leña y la echaba en el fuego, una serpiente venenosa que huía del calor lo mordió en la mano.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Pablo había juntado una brazada de ramas secas y, al echarlas al fuego, una víbora que escapaba del calor se le enroscó en la mano.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Entonces Pablo, después de recoger cierta cantidad de leños, los echó al fuego, y una víbora que huía° del calor se prendió de su mano.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Al recoger Pablo una brazada de leña y echarla al fuego, salió huyendo del calor una víbora que se le prendió en la mano.

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Hechos 28:3
13 Referans Kwoze  

Chupaba veneno de áspid: lengua de v bora le da la muerte.


Oráculo de los animales del Negueb. Por tierra de miseria y penuria, de leona y león rugiente, de v bora y dragón volador, a lomo de burros llevan sus haberes, a giba de camellos sus tesoros, a un pueblo que no vale,


Mirad: vosotros sois menos que nada; vuestras obras, absoluta nulidad. Es abominable quien os elige.


Huevos de áspid incuban y telas de ara a entretejen; quien come de esos huevos muere, y si son aplastados sale una v bora.


Será lo mismo que cuando un hombre huye ante un león y es atacado por un oso; o cuando entra en casa, apoya su mano en la pared y le muerde una culebra.


¡Raza de v boras! ¿Cómo podréis decir cosas buenas, siendo malos? Porque de lo que rebosa del corazón habla la boca.


¡Serpientes, raza de v boras! ¿Cómo vais a escapar a la condenación de la gehenna?


Pero al ver que ven an a bautizarse muchos fariseos y saduceos, les dijo: 'Raza de v boras, ¿quién os ha ense ado a huir del inminente castigo?


tomarán en sus manos serpientes y, aunque beban veneno, no les hará da o, impondrán las manos a los enfermos y éstos recobrarán la salud'.


Los nativos tuvieron con nosotros una amabilidad poco frecuente, porque nos recibieron a todos y encendieron una hoguera contra la lluvia que ca a y contra el frio.


Cuando los nativos vieron el reptil pendiente de su mano, se dec an unos a otros: 'Muy criminal debe de ser este hombre cuando, salvado del mar, la justicia divina no le deja seguir viviendo'.


¿Son servidores de Cristo? Lo diré como quien delira: ¡mucho más lo soy yo! Más en trabajos, más en cárceles, much simo más en palizas; y, frecuentemente, en peligros de muerte.


como desconocidos, aunque somos conocidos de sobra; como si fuéramos moribundos, aunque seguimos viviendo; como castigados, aunque todav a no muertos;


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