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Hechos 27:1 - Biblia Castilian 2003

1 Cuando se decidió que nos embarcáramos para Italia, pusieron a Pablo y a otros cuantos presos bajo la custodia de un centurión, por nombre Julio, de la cohorte Augusta.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Cuando se decidió que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Cuando llegó el tiempo, zarpamos hacia Italia. A Pablo y a varios prisioneros más los pusieron bajo la custodia de un oficial romano llamado Julio, un capitán del regimiento imperial.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Cuando se decidió que nos debíamos embarcar rumbo a Italia, Pablo y otros prisioneros fueron entregados a un tal Julio, capitán del batallón Augusto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Cuando se decidió que zarpáramos° hacia Italia, entregaron° a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la cohorte imperial.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Cuando se decidió que nos embarcáramos para Italia, pusieron a Pablo y a otros cuantos presos bajo la custodia de un centurión, por nombre Julio, de la cohorte Augusta.

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Hechos 27:1
29 Referans Kwoze  

Vosotros maquinasteis un mal contra m, pero Dios trocó aquel designio en bien, para que se realizara lo que sucede hoy: hacer que viva un pueblo numeroso.


El consejo del Se or subsiste para siempre, sus designios, por todas las edades.


cuando Dios se levanta a hacer justicia, a salvar a los afligidos de la tierra. Selah


Hay muchos planes en el corazón del hombre, pero sólo se cumple el designio de Yahveh.


Bueno es para el hombre llevar el yugo desde su juventud;


Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús sintieron el terremoto y lo que pasaba quedaron sobrecogidos de espanto y dec an: 'Realmente, éste era Hijo de Dios'.


Cuando el centurión vio lo sucedido, glorificaba a Dios, diciendo: 'Verdaderamente, este hombre era un justo'.


Un centurión ten a enfermo y a punto de morir un criado por el que sent a una gran estima.


Hab a en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la cohorte 'Itálica',


Ellos dijeron: 'El centurión Cornelio, hombre justo y temeroso de Dios, muy bien considerado por todo el pueblo de los jud os, recibió de un ángel santo la orden de conducirte a su casa y de escuchar tus palabras'.


En cuanto vio la visión, tratamos de salir para Macedonia, convencidos de que Dios nos hab a llamado a evangelizarlos.


All encontró a un jud o llamado Áquila, originario del Ponto, recién llegado de Italia con su mujer Priscila, porque Claudio hab a decretado que fueran expulsados de Roma todos los jud os. Se unió a ellos


Tras estos sucesos, se propuso Pablo atravesar Macedonia y Acaya y dirigirse a Jerusalén; porque se dec a: 'Después de estar all, conviene que visite también Roma'.


Éste movilizó al instante soldados y centuriones y bajó corriendo hacia ellos. Al ver al tribuno y a los soldados, cesaron de golpear a Pablo.


Al o r esto el centurión, se fue al tribuno y le avisó: '¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es ciudadano romano'.


A la noche siguiente, se le apareció el Se or y le dijo: '¡Ánimo! Como has dado testimonio de m en Jerusalén, tienes que darlo también en Roma'.


Éste llamó a uno de los centuriones y le dijo: 'Lleva a este muchacho al tribuno, porque tiene algo que comunicarle'.


Y ordenó al centurión que Pablo siguiera bajo custodia, pero que disfrutara de cierta libertad y que no se impidiera a ninguno de los suyos prestarle servicios.


Entonces Festo, después de cambiar impresiones con el consejo, respondió: 'Has apelado al César, al César irás'.


Yo no he descubierto que haya cometido nada digno de muerte; pero, como él mismo ha apelado al César, he decidido enviarlo.


Pero el centurión se fiaba más del piloto y del patrón de la nave que de las advertencias de Pablo.


Pero el centurión, deseando salvar a Pablo, impidió su propósito y ordenó a los que sab an nadar que se tiraran los primeros y salieran a tierra;


All encontró el centurión un barco alejandrino que navegaba hacia Italia y nos hizo subir a bordo.


Puestos a salvo, averiguamos que la isla se llamaba Malta.


Cuando entramos en Roma, se le permitió a Pablo vivir en una casa particular, con el soldado que lo custodiaba.


Saludad a todos los que os dirigen y a todo el pueblo santo. Os saludan los de Italia.


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