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Hechos 2:10 - Biblia Castilian 2003

10 de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de la región de Libia que está junto a Cirene, los peregrinos romanos,

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Biblia Reina Valera 1960

10 en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 de Frigia, Panfilia, Egipto y de las áreas de Libia alrededor de Cirene, visitantes de Roma

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 de Frigia, Panfilia, Egipto y de la parte de Libia que limita con Cirene. Hay forasteros que vienen de Roma, unos judíos y otros extranjeros, que aceptaron sus creencias,

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Frigia y también Panfilia, Egipto y las regiones de Libia junto a Cirene, y los romanos, forasteros,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de la región de Libia que está junto a Cirene, los peregrinos romanos,

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Hechos 2:10
34 Referans Kwoze  

Hubo hambre en aquella tierra y bajó Abrán a Egipto con ánimo de morar all, pues el hambre devastaba la tierra.


En cada provincia y en cada ciudad, dondequiera llegaba la orden del rey y su edicto, hab a entre los jud os regocijo y alegr a, banquete y d a de fiesta. Muchos de los habitantes del pa s se hicieron jud os, porque el temor a los jud os se hab a apoderado de ellos. En el duodécimo mes, que es el mes de Adar, el d a trece del mes, cuando deb an ser ejecutados la orden del rey y su edicto, en ese d a en que los enemigos de los jud os esperaban adue arse de ellos, la situación experimentó un vuelco radical, pues fueron los jud os quienes se adue aron de los que los odiaban.


¡Arriba, caballos! ¡Al asalto, carros! Avancen los guerreros, los de Cus y los de Put, que embrazan el escudo, y los de Lud que tensan el arco.


Etiop a, Put y Lud, toda Arabia y Libia y los hijos del pa s de la alianza, caerán a espada con ellos'.


Se apoderará de los tesoros de oro y de plata y de todos los objetos preciosos de Egipto. Los libios y los etiopes le seguirán.


Cuando Israel era ni o, lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.


'As dice Yahveh Sebaot: vendrán de nuevo pueblos y habitantes de grandes ciudades


'As dice Yahveh Sebaot: sucederá en aquellos d as que diez hombres de diferentes lenguas de las naciones asirán por la orla del manto a un jud o, diciéndole: 'Queremos ir con vosotros, pues hemos o do que Dios está con vosotros'.'


Y se quedó all hasta la muerte de Herodes. Se cumplió as lo que hab a dicho el Se or por el profeta: De Egipto llamé a mi hijo.


¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis el mar y la tierra para hacer un prosélito y, cuando ya lo es, lo hacéis dos veces más digno de la gehenna que vosotros!


Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, que se llamaba Simón, a quien obligaron a llevarle la cruz.


Y a un hombre que pasaba por all, que volv a del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo obligan a llevarle la cruz.


Hab a, con todo, entre ellos algunos de Chipre y de Cirene que, al llegar a Antioqu a, comenzaron a hablar también a los griegos, anunciándoles el evangelio del Se or Jesús.


Hab a en la Iglesia de Antioqu a profetas y maestros: Bernabé y Simeón, llamado el Negro, Lucio el de Cirene, Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo.


Desde Pafos, Pablo y sus compa eros se hicieron a la vela y llegaron a Perge de Panfilia. Juan se separó de ellos y se volvió a Jerusalén.


Y disuelta la reunión, muchos de los jud os y de los prosélitos piadosos acompa aron a Pablo y a Bernabé, los cuales, conversando con ellos, trataban de persuadirles a mantenerse fieles a la gracia de Dios.


Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia.


pero Pablo opinaba que no lo deb an llevar, porque los hab a abandonado en Panfilia y no hab a ido con ellos a la obra.


Habiéndoles impedido el Esp ritu Santo predicar la palabra en Asia, cruzaron Frigia y la región de Galacia,


Los atenienses todos y los forasteros residentes no ten an más ocupación que hablar o escuchar las últimas novedades.


All encontró a un jud o llamado Áquila, originario del Ponto, recién llegado de Italia con su mujer Priscila, porque Claudio hab a decretado que fueran expulsados de Roma todos los jud os. Se unió a ellos


Al cabo de algún tiempo emprendió un nuevo viaje y recorrió, una tras otra, las regiones de Galacia y Frigia, para fortalecer a todos los disc pulos.


tanto jud os como prosélitos, los cretenses y los árabes los estamos oyendo proclamar en nuestras propias lenguas las grandezas de Dios'.


A la noche siguiente, se le apareció el Se or y le dijo: '¡Ánimo! Como has dado testimonio de m en Jerusalén, tienes que darlo también en Roma'.


Atravesamos el mar bordeando las costas de Cilicia y Panfilia y llegamos a Mira de Licia.


Los hermanos de all, que hab an tenido noticias nuestras, salieron a nuestro encuentro hasta el Foro Apio y Tres Tabernas. Al verlos Pablo, dio gracias a Dios y cobró ánimo.


Le pareció bien a toda la asamblea la proposición y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Esp ritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioqu a.


Surgieron algunos de la sinagoga llamada de los Libertos, oiriundos de Cirene y Alejandr a, de Cilicia y de Asia, que disputaban con Esteban,


as que, por lo que a m toca, deseo vivamente proclamar el evangelio también entre vosotros, los de Roma.


A todos los amados de Dios que estáis en Roma, llamados a ser pueblo santo: gracia y paz a vosotros de parte de Dios nuestro Padre y del Se or Jesucristo.


sino que, apenas llegó a Roma, se puso a buscarme con todo interés hasta dar conmigo!


Sus cadáveres quedarán tendidos en la plaza de la gran ciudad que simbólicamente se llaman Sodoma y Egipto, donde también su Se or fue crucificado.


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