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Hechos 14:1 - Biblia Castilian 2003

1 En Iconio entraron, como de costumbre, en la sinagoga de los jud os y hablaron de tal manera que abrazó la fe una gran muchedumbre, tanto de jud os como de griegos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de griegos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Lo mismo sucedió en Iconio. Pablo y Bernabé fueron a la sinagoga judía y predicaron con tanto poder que un gran número de judíos y griegos se hicieron creyentes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 En Iconio ocurrió lo mismo. Pablo y Bernabé entraron en la sinagoga de los judíos y hablaron de tal manera que un gran número de judíos y griegos abrazaron la fe.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Aconteció en Iconio, que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud, tanto de judíos como de griegos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 En Iconio entraron, como de costumbre, en la sinagoga de los judíos y hablaron de tal manera que abrazó la fe una gran muchedumbre, tanto de judíos como de griegos.

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Hechos 14:1
33 Referans Kwoze  

Esta mujer era griega, siro - fenicia de origen; y le suplicaba que expulsara de su hija al demonio.


Hab a all, entre los que hab an subido para adorar en la fiesta, un grupo de griegos.


Dijéronse entonces los jud os entre s: '¿Adónde pensará irse éste, que no lo podamos encontrar nosotros? ¿Pensará, acaso, irse a la diáspora entre los griegos y ense ar también a los griegos?


La mano del Se or estaba con ellos y fue grande el número de los que, abrazando la fe, se convirtieron al Se or.


Y disuelta la reunión, muchos de los jud os y de los prosélitos piadosos acompa aron a Pablo y a Bernabé, los cuales, conversando con ellos, trataban de persuadirles a mantenerse fieles a la gracia de Dios.


Entonces Pablo y Bernabé dijeron con firme entereza: 'A vosotros ten amos que dirigir primero la palabra de Dios; pero en vista de que la rechazáis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, nos volvemos a los gentiles.


Llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los jud os. Contaban también con la ayuda de Juan.


Ellos, pues, sacudiéndose el polvo de sus pies contra aquéllos, se fueron a Iconio,


Pero llegaron de Antioqu a e Iconio algunos jud os que persuadieron a la multitud y, después de apedrear a Pablo, lo arrastraron fuera de la ciudad, dándolo por muerto.


Pero los jud os recalcitrantes excitaron y enconaron los ánimos de los gentiles contra los hermanos.


Después de evangelizar aquella ciudad y haber ganado numerosos disc pulos, se volvieron a Listra, Iconio y Antioqu a,


Llegó hasta Derbe y Listra. Hab a all un disc pulo, de nombre Timoteo, hijo de madre jud a, creyente, y de padre griego,


del cual se hac an lenguas los hermanos de Listra e Iconio.


Muchos, pues, de entre ellos abrazaron la fe y, entre los griegos, mujeres distinguidas y no pocos hombres.


Discut a, pues, con los jud os y los prosélitos en la sinagoga, y cada d a en el ágora con cuantos encontraba.


Algunos de entre ellos quedaron convencidos y se unieron a Pablo y a Silas, as como una gran muchedumbre de prosélitos griegos y no pocas mujeres principales.


Todos los sábados disertaba en la sinagoga, tratando de persuadir tanto a jud os como a griegos.


Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Se or con toda su casa, y muchos de los oyentes corintios cre an y se bautizaban.


As lo hizo durante dos a os, de forma que todos los habitantes de Asia, tanto jud os como griegos, oyeron la palabra del Se or.


Fue un caso notorio a todos los jud os y griegos que habitaban en Éfeso e infundió pavor a todos, con lo que se engrandec a el nombre del Se or Jesús.


Entró Pablo en la sinagoga y habló con entereza, por espacio de tres meses. Discut a sobre el reino de Dios e intentaba convencerlos.


alababan a Dios y ten an el favor de todo el pueblo. Y el Se or agregaba d a tras d a a la comunidad a los que obten an la salvación.


proclamando solemnemente a jud os y a griegos la conversión a Dios y la fe en nuestro Se or Jesús.


gritando: 'Hombres de Israel, ayudadnos. Éste es el hombre que anda ense ando a todos y en todas partes contra el pueblo y la ley y este lugar, hasta el extremo de haber introducido griegos en el templo y profanado este lugar santo'.


y en seguida predicaba en las sinagogas a Jesús, diciendo que éste era el Hijo de Dios.


Porque no me avergüenzo del evangelio, ya que es poder de Dios para salvar a todo el que cree: tanto, y en primer lugar, al jud o, como también al griego.


Pues no hay diferencia entre jud o y griego, ya que uno mismo es el Se or de todos, que prodiga sus riquezas para con todos los que lo invocan;


Pues bien, ni Tito, que estaba conmigo, con ser griego, fue obligado a circuncidarse.


Ya no hay jud o ni griego; ya no hay esclavo ni libre; ya no hay varón ni mujer, pues todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.


donde no hay ya griego ni jud o; circuncisión ni incircuncisión; bárbaro, escrita, esclavo, libre; sino que Cristo es todo en todos.


mis persecuciones y mis sufrimientos, como los que me sobrevinieron en Antioqu a, en Iconio y en Listra. ¡Qué persecuciones tuve que sufrir! Pero de todas ellas me libró el Se or.


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