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Hechos 13:43 - Biblia Castilian 2003

43 Y disuelta la reunión, muchos de los jud os y de los prosélitos piadosos acompa aron a Pablo y a Bernabé, los cuales, conversando con ellos, trataban de persuadirles a mantenerse fieles a la gracia de Dios.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

43 Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

43 Muchos judíos y devotos convertidos al judaísmo siguieron a Pablo y a Bernabé, y ambos hombres los exhortaban a que continuaran confiando en la gracia de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

43 Y cuando se dispersó la asistencia, muchos judíos y de los que temen a Dios les siguieron. Pablo y Bernabé continuaron conversando con ellos, y los exhortaban a perseverar en la gracia de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

43 Y disuelta la reunión, muchos de los judíos y de los prosélitos que adoran a Dios siguieron a Pablo y a Bernabé, los cuales, hablando con ellos, los persuadían a permanecer fieles a la gracia de Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

43 Y disuelta la reunión, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos acompañaron a Pablo y a Bernabé, los cuales, conversando con ellos, trataban de persuadirles a mantenerse fieles a la gracia de Dios.

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Hechos 13:43
39 Referans Kwoze  

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis el mar y la tierra para hacer un prosélito y, cuando ya lo es, lo hacéis dos veces más digno de la gehenna que vosotros!


el cual, al llegar y ver la gracia de Dios, se alegró y exhortaba a todos a permanecer con firmeza de corazón unidos al Se or,


Pero los jud os instigaron a las mujeres devotas y distinguidas y a los principales de la ciudad, y provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé, expulsándolos de sus confines.


confortando a los disc pulos y exhortándolos a permanecer en la fe, diciéndoles que por muchas tribulaciones tenemos que pasar para entrar en el reino de Dios.


Con todo, permanecieron bastante tiempo hablando con valent a del Se or, que apoyaba su mensaje de gracia concediéndoles que por su mano se efectuaran se ales y prodigios.


Una de ellas, por nombre Lidia, traficante en púrpuras, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, nos escuchaba atentamente y el Se or le abrió el corazón para aceptar lo que Pablo dec a.


Discut a, pues, con los jud os y los prosélitos en la sinagoga, y cada d a en el ágora con cuantos encontraba.


Algunos, adhiriéndose a él, abrazaron la fe; entre ellos, Dionisio el Areopagita, también una mujer por nombre Dámaris, y algunos otros.


Algunos de entre ellos quedaron convencidos y se unieron a Pablo y a Silas, as como una gran muchedumbre de prosélitos griegos y no pocas mujeres principales.


Y marchándose de all, se fue a la casa de un tal Ticio Justo, temeroso de Dios, que viv a contiguo a la sinagoga.


de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de la región de Libia que está junto a Cirene, los peregrinos romanos,


Fijáronle fecha y vinieron en mayor número adonde se hospedaba. Él les expon a el reino de Dios, dando solemne testimonio de él y tratando de persuadirles sobre Jesús, a partir de la ley de Moisés y de los profetas, desde la ma ana hasta por la tarde.


Le pareció bien a toda la asamblea la proposición y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Esp ritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioqu a.


Pero, si es por gracia, ya no es por las obras; de lo contrario, la gracia ya no ser a gracia.


Pero, por gracia suya, quedan justificados en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús,


mediante el cual hemos obtenido [por la fe] incluso el acceso a esta gracia, en la que nos mantenemos firmes, nos sentimos gozosamente seguros en la esperanza de la gloria de Dios.


a fin de que, as como el pecado reinó para la muerte, as también la gracia, mediante la justicia, reine para vida eterna por Jesucristo nuestro Se or.


Sabiendo, pues, lo que es el temor del Se or, intentamos persuadir a los hombres, pues para Dios estamos al descubierto y espero estarlo también para vuestras conciencias.


Siendo, pues, colaboradores suyos, también os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios.


Cristo nos liberó para que vivamos en libertad. Manteneos, pues, firmes; y no os dejéis sujetar de nuevo al yugo de la esclavitud.


Habéis sido desligados de Cristo cuantos pretendéis ser justificados por la ley; habéis ca do fuera de la gracia.


Pues por la gracia habéis sido salvados mediante la fe; y esto no proviene de vosotros: es don de Dios;


En todo caso, partiendo del punto adonde hayamos llegado, sigamos caminando en la misma dirección.


As, pues, hermanos m os queridos y a orados, gozo y corona m a, permaneced as firmes en el Se or, queridos.


si es que permanecéis bien cimentados y firmes en la fe, y sin dejaros apartar de la esperanza del evangelio que habéis o do y ha sido proclamado a toda criatura bajo el cielo, y al cual yo, Pablo, he sido destinado como servidor.


A éste anunciamos nosotros advirtiendo y ense ando a todos los hombres en toda sabidur a, para que podamos presentarlos a todos ellos como hombres perfectos en Cristo.


En efecto, la gracia salvadora de Dios se ha manifestado a todos los hombres


Tened buen cuidado de que nadie se vea privado de la gracia de Dios; de que ninguna ra z venenosa, creciendo rápida, perturbe y contamine a la comunidad;


No os dejéis extraviar por doctrinas complejas y extra as, porque lo bueno es que el corazón se robustezca con la gracia, no con alimentos que nada aprovecharon a los que andaban en esas observancias.


Os he escrito esta breve carta por medio de Silvano, a quien considero vuestro fiel hermano, para animaros y para testificar que ésta es la verdadera gracia de Dios. Manteneos firmes en ella.


Por eso, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que él os halle en paz, sin mancha e irreprensibles.


Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y en su parus a no nos veamos avergonzados, lejos de él.


Quien se propasa y no permanece en la doctrina de Cristo no tiene a Dios. El que permanece en la doctrina, éste tiene tanto al Padre como al Hijo.


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