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Hechos 12:3 - Biblia Castilian 2003

3 Y viendo que esto complac a a los jud os, determinó prender también a Pedro. Eran los d as de los Ázimos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Cuando Herodes vio cuánto esto le agradó al pueblo judío, también arrestó a Pedro. (Eso sucedió durante la celebración de la Pascua).

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 y, al ver que esto agradaba a los judíos, mandó detener también a Pedro: eran precisamente los días de la fiesta de los Panes Azimos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Viendo que esto agradaba a los judíos, procedió a prender también a Pedro (eran entonces los días de los ázimos).°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Y viendo que esto complacía a los judíos, determinó prender también a Pedro. Eran los días de los Ázimos.

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Hechos 12:3
18 Referans Kwoze  

cuando Dios se levanta a hacer justicia, a salvar a los afligidos de la tierra. Selah


Guardarás la fiesta de los ázimos; durante siete d as comerás panes ázimos, como te he mandado, en el tiempo fijado del mes de abib, pues en este mes saliste del pa s de Egipto. Nadie se presentará ante m con las manos vac as.


El primer d a de los ázimos se acercaron los disc pulos a Jesús para preguntarle: '¿Dónde quieres que te preparemos la cena de la Pascua?'.


Prefer an la gloria de los hombres a la gloria de Dios.


Respondió Jesús: 'Ninguna autoridad tendr as sobre m, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado'.


De verdad te lo aseguro: cuando eras más joven, tú mismo te ce as e ibas a donde quer as, pero cuando seas viejo, extenderás tus manos y otro te ce irá y te llevará a donde no quieras'.


Lo apresó y lo metió en la cárcel, entregándolo a cuatro piquetes, de cuatro soldados cada uno, para que lo custodiaran, con intención de hacerlo comparecer ante el pueblo pasada la Pascua.


Puesto Pedro de pie, con los Once, levantó la voz y les dirigió este discurso: 'Hombres de Judea y vosotros, todos los que habitáis en Jerusalén, quede esto bien claro y escuchad mis palabras:


Nosotros, pasadas las fiestas de los ázimos, embarcamos en Filipos y sólo cinco d as después los alcanzamos en Tróade, donde nos detuvimos siete d as.


Pero cumplido un bienio, Porcio Festo sucedió a Félix y éste, deseando ganarse el favor los jud os, dejó a Pablo en la cárcel.


Pero Festo, queriendo congraciarse con los jud os, respondió a Pablo: '¿Quieres subir a Jerusalén para ser all juzgado de todas estas cosas delante de m ?'.


Viendo la entereza de Pedro y de Juan, y habiendo comprobado que eran hombres iletrados y del vulgo, se maravillaban. Reconoc an que eran compa eros de Jesús.


¿Pretendo acaso ahora ganarme el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O intento agradar a los hombres? Si todav a tratara de agradar a los hombres, no ser a siervo de Cristo.


sino que, por haber sido Dios el que nos ha juzgado dignos de que se nos confiara el evangelio, as lo predicamos, no buscando el aplauso, no de los hombres, sino de Dios, que examina nuestros corazones.


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